Prólogo

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Caliente, frio, tibio, diferente

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Caliente, frio, tibio, diferente..

Hay veces en las que la vida te
sorprende, poniéndote a la persona que cambiará tu vida con un chasquido de dedos o una palabra mágica. No soy una chica de magia, mi vida ha tenido mas problemas que momentos de felicidad.

En algún momento, algo debería de cambiar en mí, pero lo único que he conseguido ha sido un cambio de casa.

—La señora ha sido muy amable en sus últimos años de vida, algo que creíamos muy imposible teniendo en cuenta su mal carácter —dijo el abogado, dejando mi maleta en la sala de la casa de pisos de madera oscuro—. Después de mucha lucha, al final has obtenido la casa que te pertenece, ¿no crees?

—Es diferente a lo que esperaba...

No hablo solo de la casa, hablo de la idea de tener que vivir en una ciudad cuando he pasado veintitrés años de mi en el campo, rodeada de la naturaleza, animales y el silencio tranquilizador. Solo llevo tres horas y veinte minutos en la gran ciudad de Nueva York y ya deseo salir corriendo...

—No tienes de que preocuparte, Laila —me dijo el abogado ya en la puerta, listo para irse—. El vecino de atrás, con quien compartes el jardín, ha sido amable y dijo que estaría al pendiente de ti mientras te adaptas. No tengas vergüenza de preguntarle lo que quieras.

Me quedé de pie en la entrada, mirando como se subía al auto y se marchaba, de seguro feliz de haberse desecho de la casa y de los problemas que trae tener cualquier relación con los Hill. Cerré la puerta detrás de mí, sintiendo una pequeña molestia al estar en esta casa desconocida, lejos de todas mis comodidades.

No tenía otra opción, mi madrastra había vendido la casa en el campo para poder terminar de pagar esta casa y no tenía forma de quedarme por mi cuenta, pues por muy lindo que fuera el campo, el trabajo es escaso para una joven mujer que no tiene mucha fuerza para cargar objetos pesados. Tuve que vivir con mi única amiga, Rina, pero no podía quedarme con ella siempre, pues tenía que cuidar a su madre enferma y yo solo era un estorbo. Así que la muerte de mi madrasta, fue lo que me trajo hasta aquí...

Desafortunado y afortunado, dolor y felicidad. Odio tener tantas emociones contradictorias, sin saber por cual dejarme llevar.

Recorrí la casa, pensando en lo feliz que ha de haber sido mi madrastra de haber vivido en la casa de sus sueños, cumpliendo su sueño de ser una actriz. Bueno, lo ultimo que supe de ella es que había obtenido un papel en Broadway, algo pequeño pero el comienzo de su sueño. Sé que cuando se casó con papá ella esperaba otra vida, donde pudiera tener más hijos y un esposo que la llenara de riquezas, pero papá no tenía mas dinero que ella.

El comienzo de esa relación es un misterio para mí, pues cuando la conocí, ya usaba un anillo de diamantes en su dedo. A pesar de mi poca relación con mi madrastra, me siento afortunada de haber podido tenerla siempre, a pesar de la distancia y el poco contacto, fue amable al seguir mandando dinero para que pudiera pagar mis gastos y dejar el poco dinero que conseguía en mi trabajo en la guardería para mis gustos.

Subí las escaleras de la tercera planta con cuidado, pues las escaleras de madera parecían menos seguras que las del segundo piso y tuve que abrir la puerta con fuerza, haciendo que un horrible ruido se escuchara cuando la puerta se cerró de golpe a mis espaldas. Tosí por el polvo que se levantó por culpa de la puerta y cuando una segunda tos se escuchó, quise salir corriendo.

¿Un fantasma? No, los fantasmas no tosen... ¿o sí?

—¿Quién anda ahí? —pregunté insegura, buscando un arma por si era un ladrón.

Me acerqué de forma silenciosa hacia la montaña de cajas, donde provenía la tos y agarré una escoba en el camino, preparada para golpear a quien fuera. El piso crujía conforme me acercaba y mis nervios aumentaban, nunca había tenido un ladrón en casa antes y eso que vivía en el campo, donde cualquiera pudiera entrar debido a la falta de seguridad. Lamenté haber aceptado venir a vivir aquí, tal vez si hubiera insistido más, me hubieran dejado enseñar lo poco que sé sobre literatura en la escuela del pequeño pueblo cerca de mi antigua casa, hubiera buscado una forma de sobrevivir por mi cuenta. Pero no, me dejé convencer por Rina, diciéndome que aquí tendría la oportunidad de conseguir una vida mejor, que lo aprovechara por ella.

Si muero a manos de un ladrón, Rina cargará con la culpa.

—Sé que estás ahí —dije con voz firme, aunque mis piernas temblaban—. Sal o llamaré a la policía de inmediato.

Estoy siendo tonta. Debí haber bajado a llamar a la policía en vez de avisarle que lo haría, es una tontería muy grande. Oh Dios, moriré en mi primer día en la ciudad. ¿Mala suerte o mal camino?

Contuve el aliento cuando la caja inferior se movió y un peluche salió por el costado. Levanté la escoba, agarrando el palo con fuerza y cuando una mano salió del escondite, grité con todas mis fuerzas.

Muy bien, no es la mejor bienvenida a la ciudad.

Lienzo Color Pasión [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora