ʙᴀᴅ ᴍᴇᴍᴏʀʏ

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Bad memory

...

-Solo serás un mal recuerdo-

...

Joaquín amaneció por el horrible dolor de cabeza que lo azotaba como si le le gustara hacerlo. Abrió los ojos encontrándose con la claridad de la ventana abierta y la luz del mediodía alumbrado el lugar.

No era su casa, definitivamente no era su casa.

Parpadeó mirando alrededor intentando recordar qué rayos fue lo que había pasado la noche anterior.

La imagen mental de Royer alentando a entrar a un bar en el medio de la nada lo hizo recordar por que toda la noche estaba borrosa. Definitivamente tomó de más.

Giró su rostro hacia la ventana, y un movimiento hizo que baje la vista. Se encontró con un hombre desnudo y perfectamente bien formado.

No sería la primera vez que se acuesta con alguien que no sabe quién es, pero lo que le llamó la atención, fue que tenía unas esposas en las muñecas, y se sostenían altas colgando de la manija del cajón de la mesa de noche.

¿Que carajos?

Lo vió dormir plácidamente como si aquella posición fuese cómoda. Con el pecho hacia arriba, y la cabeza aplastada entre sus brazos, totalmente desnudo.

-Si me dices que eres gay, te juro que me pongo en cuatro justo aquí- Recordaba haberle dicho al rizado en el suelo.

-Con tal oferta ¿Como podría siquiera pensar decir que soy hetero?- Había respondido él con una sonrisa en sus labios sentado a su lado en la barra.

Miró hacia todos lados intentando encontrar su ropa hasta que dió con sus boxers al otro lado de la habitación.

Cuando se levantó por ellos, una punzada de dolor se abrió paso desde su trasero hasta cada una de sus uñas haciendo que ahogue un grito y camina a paso lento.

El rizado lo estaba embistiendo con fuerza en el lavabo del baño del bar. Tenía una pierna alzada y la otra de punta en el suelo mientras él lo sostenía de la cintura arremetiendo con velocidad contra él.

-¿Así?- Había preguntado con voz gruesa.

-Si, si, si- Susurró sosteniéndose del espejo y el lavado.

Frunció el entrecejo al recordar aquello. Eso explicaba el dolor de sus músculos pero no porqué aquél guapo sujeto estaba amarrado a la mesita.

Se subió los boxers mirando el rostro tranquilo al dormir. No se podía ir y dejarlo así, podría morir ¿Donde carajo estaban las llaves?

Se acercó ignorando el dolor punzante para ver si tenían un botón o algo para abrirlas, pero no vio nada. Gruñó buscando en los bolsillos de sus pantalones en el suelo y los ajenos, pero no encontró nada similar a una llave.

Pero encontró la tarjeta de identificación del hombre.

-¿Y cómo te llamas?- Le había preguntado entre tragos.

-Joaquín Bondoni- Dijo sonriendo. -¿Y tu?-

-Si adivinas, te doy un beso- Le guiñó el ojo.

Utopia ||•Emiliaco/ Libro I [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora