¡ᴇᴍɪʟɪᴏ!

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Maratón 3/3

-Maldita sea, sigues grabando-
...

Tras una hora del envivo, el rizado del grupo estaba despidiéndose de los Fans para poder dejar de grabar. No estaba muy acostumbrado a hacerlo solo, estaba nervioso, pocas veces era él el que llevaba toda una transmisión. Si bien no era su fuerte, estaba conforme con el resultado del directo, y sus bonitos fans parecían felices de haberlo visto.

-¡Adiós!- Gritó sacudiendo sus manos frente a la cámara. -3, 2, 1...-

Apretó la pantalla y luego se desplomó viendo como esta se tornaba de un color más opaco. Era un nuevo teléfono así que supuso que así funcionaba.

-¿Ya está?- Preguntó Joaquin desde la cama.

El hotel no era muy grande, pero le permitió a el modelo menor acostarse a un lado de la cama, solo usando unos boxers y una remera grande, sin salir en el directo del mayor.

-Listo- Emilio se puso de pie, jaló sus propias manos por sobre su cabeza para hacer tronar su espalda y se quedó de pie al lado de la cama, viendo como el menor llegaba a gatas hasta él.

-Me encanta oir tu voz- Dijo arrodillado frente a él.

-Me encanta verte con mi ropa- Sonrió para luego arrojarse sobre el menor, haciéndolo caer sobre la cama con él arriba.

Emilio besó el cuello ajeno mientras acariciaba los blanquecinos muslos del menor que suspiraba
ante su tacto cerca de su oreja.

-Amor, no creo poder aguantar- Susurró Joaquin, sin embargo, abrió más las piernas para sentir la erección que se empezaba a formar en los pantalones ajenos contra su trasero.

-Lo haremos rápido- Emilio se puso de pie para arrojar su campera junto a su camiseta y volver con el menor.

Los besos del rizado comenzaron en su cuello, y siguieron hasta su boca, para luego entretenerlo mientras quitaba los boxers celestes del menor y los arrojaba lejos, quedando atorados en el mueble tras ellos.

El móvil de Joaquín empezó a vibrar insistentemente, pero ninguno de ellos le prestó atención, Emilio había bajado hasta quedar arrollado en el suelo y jalar al menor para dejar su entrada al borde de la cama.

El mayor empezó a lamer y juguetear con el rosado anillo ajeno, sacándole suspiros de frustración al menor, suspiros que se volvieron gemidos al sentir el músculo abrirse paso dentro de él.

-Emi...- Gimió llavando sus manos al edredón del hotel y aprentandolo con fuerza al sentir un travieso dedo abrirse paso en él.

El teléfono de Emilio también empezó a vibrar, haciendo que el menor se preocupe, rara vez llamaban al su mayor, solían ser mensajes o de urgencia se comunicaban con él o el líder.

-Tal vez ocurre algo- Susurró Joaquin, pero el segundo dedo lo hizo soltar un agudo gemido.

-Ocurre que el mundo desaparece cuando estamos juntos- Dijo Emilio metiendo el tercer dedo, para levantarse sin quitar los dígitos del interior ajeno. -¿No?-

-Metemela- Dijo Joaquin olvidando como sus móviles sonaban insistentemente, dibujando una sonrisa en el rostro del mayor, que alegremente quitó los dedos de su interior y se bajó los pantalones junto a su ropa interior.

Unos golpes empezaron a oirse desde la pared de al lado, pero ambos lo ignoraron suponiendo que más gente del hotel debía estar divirtiéndose, por lo que el mayor empujo a Joaquín más al centro de la cama, y se acostó sobre él.

Los golpes dejaron de sonar, pero cuando Emilio comenzó a penetrarlo, haciendo que pegue un grito por el dolor del gran miembro ajeno entrar en él, los golpes volvieron.

Joaquín arqueó su espalda, viendo como el azabache lo tomaba por la cintura, debajo de la camiseta que no le pertenecía y comenzaba a moverse lentamente.

Las embestidas eran lentas y suaves. Bondoni tomó el rostro del mayor entre sus manos y conectó sus miradas con pasión y llenas de amor.

Llevaban meses saliendo y cada vez que podían acababan de la misma manera: sudados, solos, con miradas lujuriosas y olor a sexo.

Usaban más horas del día follando que hablando y eso era algo raro en la vida de Emilio, del menor no tanto puesto a que no era muy hablador.

-Te amo, bonito- Susurró contra sus labios, pasando una de sus manos por debajo de la pierna ajena para alzarla un poco y poder entrar más en él.

-¡Ah Emi!- Gritó escondiendo su rostro en el hombro del mencionado.

Emilio fue aumentando la velocidad de las embestidas, haciendo a Joaquín gritar lo suficiente como para que los insistentes golpes de, ahora, la puerta, queden en un segundo plano.

El mayor estaba tan concentrado en el rostro y la excitación de su novio, que los gritos que venían de afuera no se le hicieron presentes hasta que oyó su nombre y no venía de Joaquín.

-¡Emilio!- La voz del líder se oyó a través de la puerta, haciendo que el mayor mire hacía allí, pero no deje de embestir el lindo cuerpo bajo él. -¡Maldita sea, sigues grabando!-

El cerebro del rizado hizo una especie de corto circuito. Joaquín había empezado a tocarse por lo que ya estaba cerca de acabar. Una parte de él decía que le prestara atención a Emmanuel, pero otra gritaba que acabara dentro de su precio novio.

Sus caderas se comenzaron a mover más fuertemente, mientras su expresión se llenaba de pánico al ir procesando la información que el líder había soltado.

Giró su vista mientras los gritos de Joaquín retumbaban en su mente, encontrándose con la imagen opaca en el celular.

Se veían las piernas de Emilio cubiertas por los pantalones, y los tobillos del menor rodeando su cintura, llegando a ver algo del trasero de este.

Vió como los comentarios pasaban rápidamente a la vez que Bondoni gritaba su nombre a nada de correrse. Devolvió la mirada algo borrosa a su novio que al verlo, acabó por correrse en su pecho, haciendo que él libere su semen caliente dentro del interior del menor.

Joaquín aflojó su cuerpo tras acabar de sentir su preciado orgasmo, pero Emilio salió de él, volviendo a meter su miembro húmedo en sus pantalones, y caminó tambaleándose por su mirada borrosa hasta el aparato que seguía transmitiendo en vivo.

-Carajo- Dijo antes de verdaderamente acabar con la transmisión.

Lo último que salió en el video, fue un agitado Emilio, con el pecho cubierto de semen, apagando el teléfono con el cabello despeinado y los labios rojos.

-¿Que ocurrió?- Preguntó Joaquin desde la cama.

-Nos va a caer la bronca del siglo- Susurro Emilio escuchando los golpes de la puerta.

La habían liado.

Fin.

Utopia ||•Emiliaco/ Libro I [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora