ʙᴏxᴇʀ

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yE

...
-Joaquín tiene un fetiche con los boxeadores -
...

Emilio Osorio Marcos.

¿Como explicar en lineas generales lo que es este hombre?Claro, intentando no provocarle un orgasmo mental a nadie. Hijo de padres ricos, bien educado, carrera de administración de empresas terminada con promedio perfecto. Dueño de una compañia de producción vidrios a nivel mundial que servia como tapa de las actividades ilícitas que se llevaban a cabo bajo su mando en la mafia más conocida de Nueva York. Un jefe jodidamente estricto e imponente, trabajar para él significa poder trabajar en cualquier lugar por el mero hecho de tener una minima recomendación de la empresa. Pero del otro lado de la moneda, todos los empleados le tenian tanto miedo y pavor. que si estaba él en el edificio cuando cometian un error, muchos prefirieron renunciar antes de enfrentar el castigo.

Emilio Osorio Marcos.

Aquí comienzan los problemas. Con cuarenta aparenta no más de veinticinco, alto, guapisimo, fornido. El pelo rizado perfectamente acomodado y el brazo entero cubierto de tinta negra. Joder. los trajes de su dia a dia lo hacen ver como un jodido dios griego. La mandibula bien marcada, los ojos oscuros y penetrantes, y esa actitud dominante a cada respiro que helaba la sangre.

Emilio Osorio Marcos.

Todos en el lugar lo conocian. Era el dueño del club de boxeo y el ganador de cada liga semanal. Se presentaba solo cuando tenia tiempo libre y parecia que se dedicaba a eso, y los boxeadores lo pudieron comprobar cuando, luego de un mes de ausencia, apareció y dejó en el suelo al nuevo que habian llamado por todo el mes "la promesa del ring".

Y ahi estaba, el jodido Emilio Osorio Marcos, sudado pero con el pelo acomodado, con ropa cómoda pero que igual le sentaba de maravilla, con la respiración agitada pero sin bajar la cabeza.

Con los guantes puestos, escupió al balde el protector de dientes para llevarlos al abrojo del derecho y poder liberar su mano. El entrenado lo felicitaba mientras pedia disimuladamente ayuda para quitar al nuevo del ring.

-Usted es increible, creo que no necesita más clases- Dijo el hombre palmeado su espalda.

-No seas idiota, necesito clases si desaparezco un mes entero- Negó en voz baja. -Además, te pago aunque no venga ¿De que te quejas?-

-No me quejo, señor, lo lamento- Sonrió incómodo. -Solo decía-

-No hables por hablar- Espetó bajando del ring.

Caminó a las duchas con los guantes en mano y el ceño algo tenso. No era fanático de bañarse en lugares públicos, pero no llenaría su auto de sudor y olor a ese lugar si podia evitarlo.

Sus pasos se detuvieron al ver a un castaño sentado en una banca mirando al rededor como si no tuviese que hacer.

Pequeño, demasiado pequeño para ese lugar, cualquiera de los chicos podria partirlo en dos de solo tocarlo.

Se había quedado embobado mirándolo, era hermoso, joder, facciones finas y delicadas, piel blanca como el azúcar, labios rojos y húmedos, y unos pantalones tan ajustados que marcadan sus finas piernas bajo ellos.

Joder.

¿Imaginan esa boquita al rededor de una polla? Porque Emilio si, su polla particularmente.

Tomó del pecho de la camiseta al hombre que iba saliendo de las duchas y lo acercó a él, señaló con la cabeza al castaño haciendo que lo mire algo asustado por la cercania con ese hombre y volteó a verlo.

Utopia ||•Emiliaco/ Libro I [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora