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Míl pedazos

NARRA HORACIO

Al día siguiente desperté feliz, había conseguido algo que daba por imposible. Hoy se reincorporaba Gustabo después de tanto tiempo de baja. Una vez ya me había duchado, vestido, y había desayunado salí por la puerta despidiéndome de Bendy el cual estaba disfrutando de su desayuno. Me dirigí a la parada de autobús más cercana que me dejaba a pocos metros de comisaría. A Gustabo le había ido a buscar Conway al hospital. Durante la primera semana tendría que quedarse en comisaría haciendo papeleo, pero eso no le molestaba mucho. Tras un corto trayecto me baje en la parada correspondiente y caminé hasta llegar a comisaría. Entré por la puerta saludando a Greco y Paola, los cuales estaban hablando mientras se tomaban un café. Fui a los vestuarios en los cuales estaban algunos alumnos y Moussa. Les saludé y me dirigí a mí casillero para poder ponerme el chaleco y comenzar mi turno.

Al salir del vestuario vi a Conway hablando con Volkov.

Buenos días Súper, Comisario- Yo me acerqué a ellos.

Veo que vienes animado, espero que eso no te afecte trabajando capullo- Conway estaba tan serio como siempre.

Bueno, si... Ayer me llegaron buenas noticias- Mire a Volkov discretamente, el cual estaba atendiendo a la conversación en silencio con una sonrisa casi imperceptible.

Antes de que Conway respondiera los alumnos se acercaron para informarse de su compañero el día de hoy. Yo buscaba a alguien específico entre el grupo que nos rodeaba.

¡Horacio!- Yo corrí hacia Gustabo para abrazarlo.

Por fin- Yo reía suavemente mientras abrazaba a Gustabo cada vez con más fuerza. No nos habíamos percatado pero todos los allí presentes nos estaban mirando.

En fin, atender mariconetis- Conway hizo que todas las miradas se girarán hacia él- Moussa y Paola, Greco y Torrente... - Estábamos esperando a aparecer en aquella larga lista de nombres- Horacio y Gustabo os quedaréis atendiendo denuncias.

Yo quería estar con Gustabo y dado que el no podía salir a patrullar no me opuse. Volkov iba a patrullar, por lo cual no nos veríamos hasta finalizar el turno. Una vez que todos se fueron me acerqué a él.

Comisario- El se giró hacia mi- Nos veremos al acabar la jornada- Le guiñé un ojo lo cual le causó una sonrisa.

Perfecto- El se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.

Le hice un gesto de despedida y me fui con Gustabo a recepción. Una vez allí comenzaron a llegar varias personas para poner denuncias mayormente insignificantes. A lo largo del día hicimos unas breves pausas para tomar un café y hablar sobre nuestra situación actual. Según él se encontraba casi perfecto, solo le quedaba tomar una pastilla cada noche durante dos semanas, y ya había acordado con el Súper que se la tomaría a regañadientes. Yo le conté todo los que había pasado con Volkov a lo cual el me respondió que estaba orgulloso de mí. La jornada pasó bastante rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya había llegado el final del día. Gustabo y yo nos encontrábamos en el despacho del Superintendente, ya que él quería hablar con nosotros.

Nos sentamos observando la expresión de preocupación del Superintendente.

¿Recordáis la mafia que os secuestro, y os disparó?- Ambos asentimos, y el suspiro estirando el brazo para entregarnos una nota.

"¿Os crees que nuestra sed de sangre ya está saciada? Estáis muy equivocados, así que más os vale estar atentos porque con el más mínimo despiste perderéis a la mitad de la malla, y para cuándo actueis ya no os quedarán agentes"

A ambos se los heló la sangre. Miramos al Súper el cual estaba pendiente de nuestra reacción.

¿Que vamos a hacer?- Dije preocupado.