6 | Seguir adelante

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Seguir adelante. Las veces que Harry había repetido esas palabras no tenían número.
   No había ido a cenar. Sabía que sería sospechoso, ya que nunca se perdía ninguna comida, pero poco le importó. Necesitaba procesar la información antes de que alguno de sus amigos lo viera y supiera que algo andaba mal.
   Primero, había que mantener la calma. Listo (estaba acostado en la cama, relajado, simplemente mirando al techo mientras pensaba).
   Segundo, reprimir sus sentimientos.
   Se dio cuenta que el segundo paso era demasiado complicado, mucho más que el primero y que no podía seguirlo.
Otra cosa que se había repetido muchas veces: No estás atraído hacia Draco Malfoy. Son ilusiones. Y no eran verdad. Ardían las mentiras como una vez Umbrigde le había escrito en la mano. Pensó, una y otra vez, en lo que había sentido en el preciso instante en que Hermione y Draco se habían besado, y a pesar de que intentaba buscarle una explicación, otra salida, no la había. No había explicación más coherente a sus lágrimas y a su sufrimiento que el simple hecho de que sentía cosas por Draco.
El hecho de que le gustara también explicaba muchas cosas. Por ejemplo, por qué le había gustado tanto cuando Draco lo había llamado Harry y no Potter. Qué idiota había sido todo este tiempo. Qué fina era la línea entre el odio y el amor.
Se sobresaltó cuando escuchó pasos. Sus compañeros debían haber terminado ya la cena y se acercaban. Se volteó y se tapó entero, esperando que pensaran que estaba dormido, ya que aún no había pensando en una excusa para su falta aquella noche.
—Es raro de él, si—escuchó la voz de Ron.
—¿Está Harry ahí?—preguntó Seamus.
Ron miró a la cama de su amigo y al ver el bulto, le hizo un gesto de silencio a sus compañeros.
—Parece que ya se durmió.
—Ay, qué bebé.
—Cierra la boca, Dean. Tú usaste pañales hasta los cinco años.
—¡Eso era confidencial!
Ron hizo Shhh nuevamente.
—A Harry le cuesta dormir. Qué extraño que ya esté descansando—comentó Ron en un susurro casi inaudible.
—No lo culpo; este año es un examen tras otro, ¿eh?
—Sí—dijo Ron, pero no sonaba seguro.
Harry se sintió mal. Ron era su mejor amigo, la persona en la que más confiaba en el mundo... Y sin embargo, allí estaba él, ocultando un secreto tras otro y algunos compartidos con Hermione. Tenía un mal presentimiento al respecto. Tanto como él, Ron no reaccionaba bien a las traiciones. Y ahora entendía perfectamente el punto de Hermione de no contarle a su amigo sobre eso.
Y a la vez... Si llegaba a contarle a alguien sobre sus sentimientos, quería que el primero fuese Ron. Era el que más merecía saberlo. Y no podía hacer eso, cosa que lo frustraba.
Tardó muchísimo en dormirse, incluso mucho tiempo después de que las luces fueran finalmente apagadas.
...
—¡Hey! No fuiste a cenar anoche, ¿ocurrió algo?—le preguntó Hermione al otro día en clase de Transformaciones.
Harry, que había estado en un mundo paralelo, la miró un tanto perdido.
—Yo... Perdí el apetito. Las pruebas me habían dejado muy cansado.
Y no hablo sólo de las de Quidditch, quiso agregar.
—Oh, bien—respondió Hermione, poco convencida—. He decidido que tenías razón. Creo que Draco y yo estamos... Avanzando, por lo que es tiempo de que la gente comience a saberlo. Ya no me asusta tanto.
El lápiz de Harry se quebró. No se había dado cuenta de cómo lo había estado apretando.
Hermione frunció el ceño.
—¿Estás seguro de que te encuentras bien?—preguntó.
—Sí—respondió Harry cortante.
—Si te molesta que hable de Draco... Dímelo. Yo sé que lo detestas y... No tengo otra persona con la que hablar de esto, Harry, por eso te lo cuento a ti. Pero si no quieres oírlo, está bien. Yo misma me hubiera rehusado a oírlo varias semanas atrás.
Imagínate lo que llegarás a pensar al oír lo que siento, pensó rebeldemente Harry.
—No, está bien. Tienes razón sobre Ron y tal vez... Sobre Draco también. Debería darle una oportunidad.
No tenía ni idea de donde había salido eso, pero ahora ya estaba afuera y Harry no podía retirarlo.
¿En qué diablos estaba pensando? ¿Ver a Draco y Hermione en un mismo lugar junto a, probablemente coqueteando, mientras él tenía que fingir ser su amigo? Todo aquello sin contar que le gustaba el chico en cuestión.
Antes de que pudiera arrepentirse, Hermione lo abrazó y le plantó un beso en la mejilla.
—No te vas a arrepentir—le aseguró.
—Granger y Potter, ¿Es tan necesario el parloteo sin cesar?—preguntó McGonnagal.
—No, profesora—dijo Hermione.
Pero Harry no tenía intenciones de seguir hablando.
...
   Una vez terminadas las clases de Transformaciones, Harry se encaminó al aula de Adivinación con Ron. Él hablaba sin cesar de que estaba muy emocionado por el siguiente partido Gryffindor contra Slytherin pero Harry apenas escuchaba. Sin embargo, su subconsciente le gritaba: Vas a arrepentirte de esto mañana cuando tengas que liderar un equipo.
   Como si no tuviera suficiente presión a estas alturas.
   Harry no se sorprendió al ver que Draco y su grupo de amigos de Slytherin estaban allí en el aula, sentados en una de las mesas del fondo. Los ignoró por completo y se sentó en la primera mesa con Ron.
   Saco sus libros y estaba dispuesto a empezar a usar el tiempo de clase para planear maniobras para Quidditch en vez de hacer la tarea cuando la profesora dijo:
   —Hoy trabajaremos en dúo. Intentaremos aprender sobre nuestros compañeros algo de su futuro, observando la maravillosa bola de cristal—los ojos saltones de la profesora fueron de alumno a alumno—. Por supuesto, no debe tratarse de amigos. Eso sería trampa. Veamos... Weasley, con Thomas. Párkinson con Lovegood. Chang con Lee. Potter con... Malfoy...
La profesora siguió hablando pero Harry se había quedado petrificado. Justo lo que necesitaba.
No se dio cuenta de que había pasado más de un minuto sin moverse hasta que Ron le tocó el hombro.
—Te compadezco. Cualquier cosa, golpéalo—le dijo su amigo mientras Thomas se acercaba, esperando a que Harry se moviera.
Ojalá fuera tan fácil como solo golpearlo. Resignado, se puso de pie, agarrando sus cosas. Miró a Malfoy que lo observaba desde su mesa, solo, unos escalones más arriba. Él, por supuesto, no se veía para nada afectado como Harry.
   Oh, no puede ser, dijo internamente mientras subía los escalones y sentía algo extraño en el estómago, ¿en serio tiene que gustarme su cara de tonto también?
   Se sentó con fuerza lo más apartado posible y dejó sus cosas sobre la mesa.
   —El destino nos une, Potter—bromeó Malfoy.
   —Esto no tiene por qué ser incómodo. Ninguno está aquí para estudiar realmente así que, si me disculpas, prepararé las cosas para el juego de mañana. Tú... Haz lo que quieras, supongo—dijo y agarró el lápiz, dibujando maniobras de Quidditch.
   Draco le arrebató el lápiz y rayó su hoja con una sonrisa traviesa. Harry lo miró furioso.
   —¿Qué crees qué haces?—le preguntó.
   —¿Qué crees qué haces tú? Tenemos tarea—dijo y señaló a la bola de cristal.
   —Supongo que Hermione te contagió lo estudioso, ¿verdad?
   Apenas dijo aquello, se arrepintió. No sabía hasta cuánto Malfoy sabía sobre su pacto con Hermione. Y la sonrisa se borró casi al instante del rostro de Draco con la mención de su amiga.
   —Tu amiguita no tiene nada que ver en esto, Potter. Ahora, concéntrate.
   —Bien—Harry tomó la bola de cristal bruscamente—. Veo... Veo algo.
   Draco preparó su lápiz para anotar.
   —¿Qué ves?
   —Una túnica... Una corbata... Sí, son de Slytherin. Supongo que tuyas.
   —Ajá—afirmó, sin dejar de mirarlo.
   —Y están... Algo ocurre con ellas.
   —¿Qué pasa, Potter?—preguntó, expectante.
   —Se te atoran en el retrete.
   Draco arrugó la hoja que estaba escribiendo y se la lanzó con fuerza a Harry.
   —Esto es inútil. No sé por qué esperabas que funcionara.
   —Lo estás haciendo mal—Draco le arrebató la bola—. Es que eres corto de vista, por eso no te sale.
   —¡Oye!
   —Calla. Estoy viendo algo... Veo... El comedor y estás sentado con tus compañeros de Gryffindor y...
   —¿Qué ves?—preguntó Harry emocionado, pues esperaba que a Draco se le diera mejor, tanto que estaba insultandolo a él.
   —A ti sentarte en una bolsa de pedos. Estás advertido, Potter.
   Harry gruñó y le sacó la bola mientras Draco soltaba una carcajada.
   —Seguro fuiste tú el que la puso allí en primer lugar, ¿no?
   —Supongo que lo sabremos esta noche en la cena—dijo Draco, aún riendo.
   —¿Qué ocurre aquí?—preguntó la profesora, llegando a su mesa—. ¿Hay algún progreso?
   —Sí; algo sobre pedos y retretes—respondió Malfoy sin problemas—. Pero, verá, profesora, esto no es mucho descubrimiento del futuro.
   —Ya veo—dijo ella seriamente—. Voy a ayudarlos. Junten sus manos, aquí.
   Trelawney los tomó de las manos antes de que Harry pudiera reaccionar y entonces su mano y la de Draco estaba una encima de la otra. El rubio no parecía notar la diferencia, se veía aburrido, igual que siempre. En cambio, Harry, estaba estallando internamente tratando de ocultar sus sentimientos y deseando con todas sus fuerzas que no tuviera la cara roja.
   —Relájense. Concéntrense. Vean más allá de lo que piensan, crean...
   Trelawney siguió hablando pero Harry no podía escucharla. Draco había cerrado los ojos y, por su sonrisa divertida, probablemente estaba burlándose de la profesora internamente.
   Y Harry no podía sacarle los ojos de encima. Jamás había estado tan seguro de lo que sentía.
   —Cierra los ojos, Potter—dijo Trelawney.
   Vio como una comisura del labio de Malfoy se alzaba. Ahora si que estaba sonrojado.
   Cerró los ojos e hizo lo que la profesora indicaba. Al principio le pareció ridiculo, pero abrió los ojos al mismo tiempo que Draco cuando sintió cómo si la bola de cristal se moviera. Ambos miraron hacia abajo y descubrieron que el humo se arremolinada dentro de ella. Se despejó; mostrando una sola y simple imagen.
   Harry y Draco riendo juntos debajo de un árbol.
   Harry esperaba que lo tragara la tierra. Estaba a punto de tomar la bola de cristal y hacerla añicos antes de que alguien más lo viera. Sus sentimientos debieron haber influido en algo... De alguna manera.
   Draco, por su parte, se veía muy confundido. Una sola ceja se alzaba observando la bola como si fuera una cuenta matemática imposible.
   —¡Lo lograron! ¡Buen trabajo!—aplaudió Trelawney y se alejó.
   Harry no aguantaba más. Salió corriendo antes de siquiera ver la reacción de Malfoy. No se despidió de nadie, ni se fijó en su Ron lo había visto salir.
   Simplemente corrió.

i wish i were hermione | drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora