17 | Final de año

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Harry se secó la lágrima que resbalaba por su mejilla mientras escuchaba a McGonagall hablar sobre Dumbledore en su funeral.

   Ya habían pasado dos semanas, pero Harry aún no podía creer todos los sucesos de aquel día. No podía creer que no vería a su profesor nunca más. Supuso que esas cosas nunca se superarían, nunca se aceptarían, porque era muy difícil para él hacerlo en ese momento.

   Miró hacia atrás, dos filas más atrás, donde se encontraba Hermione. A su lado estaban Ginny y Luna, y mucho más lejos, Ron. Hasta donde Harry sabía, seguían sin amigarse, pero los había visto consolarse mutuamente el día anterior.

   El único que había quedado afuera ahora parecía ser Harry. Hermione no le dirigía la mirada, y no estaba seguro de cómo se había enterado Ron, pero el también lo ignoraba constantemente. Frunció los labios y volvió la mirada enfrente. Para ser sincero, no estaba feliz. Tenía a Draco, pero había perdido a todo el resto, incluso a Dumbledore, en el camino. No estaba listo para seguir por ese lado. Era algo que había hablado con Draco mismo la semana pasada, en un pasadizo secreto. Necesitaba un tiempo para pensar, pues había demasiadas cosas pasando al mismo tiempo.

   Pero había algo que no podía negar: no quería dejar a Draco solo. Él estaba incluso más jodido que Harry.

   Cuando la ceremonia finalmente terminó, todos se pusieron de pie. La mayoría comenzó a retirarse, pero algunos se quedaban para mostrar sus respetos a la caja que contenía a Dumbledore. Harry esperó, apartado, a que todos se fueran. Quería despedirse solo.

   —Harry, cariño—él se volteó para encontrarse con Molly, la mamá de Ron—. Te debes sentir horrible, ven.

   Lo abrazó sin aviso y Harry no supo hasta ese momento cuánto necesitaba uno de esos. Sentir que su existencia no era la única. Que podía tocar a otras personas sin traspasarlas como un fantasma.

   —Debes venir a mi casa, insisto. No puedes regresar con esa gente horrible, menos en este momento. ¡Harry, necesitas seres queridos ahora!—exclamó Molly.

   Harry miró al lago más allá de las sillas y mesas colocadas alrededor de Dumbledore. Miró a los arcos que llevaban hacia dentro del castillo de Hogwarts, hacia una sombra a lo lejos que miraba melancólicamente a una distancia considerable.

   —Tranquila, Molly. Estaré bien. Prometo ir terminado el verano, pero tengo que hacer algo antes. Tal vez me mantenga ocupado—se encogió de hombros.

   Molly puso una mano sobre su boca y parecía a punto de largarse a llorar.

   —Estás tan grande—murmuró, luego sacudió la cabeza—. Lo siento. Estoy molestando, ya me voy. Por favor, si te sientes muy agobiado, ven a La Madriguera.

   Harry prometió que lo haría y Molly finalmente se fue, sus hijos junto a ella. Hermione también había desaparecido. Se veía empeñada a no cruzar ningún tipo de camino con él.

   Se acercó al ataúd y puso una mano sobre él. Nunca había sido bueno con las palabras, pero esperaba que sus sentimientos fueran suficientes. Ojalá siguieras aquí.

   —Harán mucha falta tus consejos—susurró, antes de regresar caminando al castillo.

   Rodeó una torre y cruzó un umbral: allí, en una zona olvidada de Hogwarts, lo esperaba Draco.

   Su corazón dio un pequeño salto, muy pequeño, casi imperceptible, ya que estaba demasiado pesado estos días, pero las ganas seguían allí. Siempre se animaría un poco al verlo, intentaría cambiar la cara.

   Draco estaba sentado con su traje negro sobre una carretilla. Estaba jugando con uno de sus anillos y varios mechones de pelo caían sobre su cara inclinada. Alzó la vista al ver a Harry y sonrió a medias.

   —¿Qué tal?—preguntó casi sin voz.

   Harry miró al suelo. No le gustaba que lo vieran llorar y menos alguien tan importante como Draco. Caminó hacia él, se sentó a su lado, pero lo suficientemente lejos para no tocarse. Hacia días que no se tocaban. Harry extrañaba un poco esa cercanía, los besos, la confianza. Pero estaba demasiado dolido como para que eso realmente importara. Y, además, no quería llenar a Draco con todos sus problemas. Ambos ya tenían suficientes.

   Así que se quedaron allí, un rato, sin hacer nada más que mirar al suelo o al cielo, y esperar.

   Tal vez había pasado media hora cuando Harry finalmente dijo:

   —Iré por mis cosas—y se puso de pie.

   —No tienes que hacer esto—le dijo Draco, igual que había dicho estas últimas semanas, sin parar.

   —Ya lo hablamos. Estás en peligro, no voy a dejarte solo—respondió Harry.

   Tal vez ir al mundo muggle no era tan inteligente, pero sería más difícil para los mortifagos encontrarlos, al menos eso creía Harry. Había estado practicando mejor los hechizos de protección. Si mantenían un ritmo constante, si no paraban mucho tiempo en un lugar, podrían perderlos. Solo hasta que Harry resolviera algo más a largo plazo.

   —Vamos, tenemos que irnos—le dijo a Draco.

   El rubio miró hacia el ataúd al otro lado del lago cuando dieron la vuelta a la torre.

   —Me hubiera gustado asistir. No lo odiaba...

   Harry miró en su dirección.

   —No te perdiste de mucho. Hubo un discurso muy aburrido. No creo que haya nadie ahora, si quieres ir.

   Draco tragó saliva. No se le daba bien esto de esconderse, después de pasar años y años tratando de llamar la atención de todo el mundo. Teniendo una personalidad y un porte que a su vez era muy llamativo.

   Finalmente, se movió hacia el ataúd. Harry se quedó más atrás para darle privacidad.

   Draco subió el pequeño escalón y miró a la caja como si estuviera mirando al mismo Dumbledore. Él había vivido en la oscuridad toda su vida, pero aquella situación tenía otro grado de oscuridad que no podía explicar. Sabía que ya nada sería igual ahora que los mortifagos tomarían el colegio, ahora que Voldemort estaba oficialmente de regreso.

   Cerró los ojos y aspiró. Harry no pudo estar seguro por la lejanía, pero le pareció oír:

   —Sin ti, quién sabe dónde estaría ahora.

...

   Ambos dejaron la escuela. Ambos emprendieron un viaje qué tal vez fuese interminable, tratando de huir de sus múltiples enemigos. El mundo muggle los esperaba. No era algo que a Harry le entusiasmara mucho, pero allí iba, allí seguía junto a Draco.

   Los dos dieron un paso hacia el verano, hacia su libertad limitada, sin saber qué los esperaría en los siguientes meses.

i wish i were hermione | drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora