21 | Contradicciones

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—¡Hice galletas!—llamó la Señora Weasley luego de unas horas.

   Draco y Harry, hambrientos como estaban, se pusieron de pie al segundo. No fue hasta ese momento que él recordó que no habían comido nada desde la mañana. Estaban bajando la escalera cuando Ginny lo agarró del brazo.

   —Oh, no—dijo—. Tú vienes conmigo. Tenemos mucho de que hablar.

   Harry quería hacer eso desde que había llegado, pero no quería dejar a Draco solo, no en este momento. Y, justamente, al voltear a verlo, Draco lo miraba con pánico en los ojos.

   —Serán unos minutos. Guardame unas galletas—le sonrió, apoyándolo.

   Antes de que Draco pudiera protestar, Harry desapareció, siendo arrastrado por Ginny.

   Draco se dio la vuelta, para encontrarse al resto de la familia Weasley en la mesa, buscando esas galletas. Y todos lo miraban a él.

   Nunca se había sentido tan desintonizado como en ese momento. Sin Harry de apoyo, se sentía como si tuviera una pierna rota y ninguna muleta. Por suerte, Hermione, como un rayo de esperanza, vio su pánico y palmeó el lugar a su lado.

   Esto no quería decir que hablarían como mejores amigos otra vez, pero sería mejor que estar sentado junto a los gemelos, así que ocupó aquel lugar libre. No se le pasó la mirada mortal que le envió Ron. 

   Incómodo, estiró una mano para alcanzar dos galletas. Justo antes de que sus dedos se cerraran alrededor de la comida, otra mano se interpuso y las tomó.

   —Así que—dijo Fred Weasley, llevándose una galleta a la boca y pasándole la otra a su gemelo. El ceño de Draco se frunció, mas por haber perdido la galleta de Harry que la suya propia—, ¿Ahora estás en el Ejército de Dumbledore?

   Draco no lo había pensando como algo oficial. Solo sabía que había estado escapando de los mortífagos, de su propia familia, durante dos meses. Se había sentido como en una nebulosa: no había bandos y estaba junto a Harry. Pero entendía que era hora de poner las cartas sobre la mesa. Era hora de elegir. 

   —Así es, Weasley—asintió con seriedad. Agarró dos galletas que acaban de salir del horno antes de que alguien pudiera robarlas nuevamente. 

   Se encontró con la mirada curiosa de Hermione al volverse. 

   —Harry dijo que te atacaste a tu propia familia. ¿Por qué?—preguntó Ron. 

   Draco alzó una ceja, inmutable.

   —¿Esto es un interrogatorio?—preguntó con desprecio.

   —Llámalo como quieras—dijo George—. Pero quiero conocer bien a los que duermen en mi propia casa.

   Draco miró brevemente a Molly, distraída, sacando las últimas galletas. Sabía que a pesar de que estuviera haciendo otra cosa, estaba prestando mucha atención a lo que estaba diciendo Draco. Sus ojos fueron momentáneamente a Arthur, también, hablando con Bill cerca de la chimenea, antes de responder.

   —Estaba defendiendo a Harry—dijo finalmente, llevando una de las galletas a su boca porque estaba nervioso y no sabía que más hacer.

   Hermione pareció paralizarse un segundo con el eco del dolor.  Ni siquiera la había visto durante la lucha, porque había estado distraído protegiendo a Harry. Ni siquiera había pensado en ella, la novia que acababa de verlo engañándola.

   Tragó tan fuerte que estuvo seguro que toda la habitación pudo escucharlo, ya que parecía que nadie sabía cómo reaccionar a esa declaración. George se había quedado estupefacto, como si no pudiera entender como es que Draco estaba frente a él y había dicho esas palabras.

i wish i were hermione | drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora