CAPÍTULO 2 - Mi pueblo

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<<16 años después>>

Narra Aura:

—¡Aura! - gritó mi madre desde la cocina de nuestra pequeña casita blanca - ¡Ve a ayudar con las fresas a tu padre!.

—¡Voy! - grité de vuelta mientras me hacía una coleta alta para que el pelo no me molestase mientras trabajaba en el campo.

Fui a mi armario, y tras quitarme mi pijama de cuerpo completo de oso panda, me puse un mono vaquero azul claro con un gran bolsillo al frente que era perfecto para llevar el móvil sin que se te cayese por todos lados, lo conjunté, con una camiseta rosa claro por debajo y combinado con unas deportivas blancas muy cómodas para andar por terrenos pedregosos.

Una vez lista me miré en el espejo dándome un repaso con la mirada, para ver cómo de ridícula o hermosa había quedado.

—Las fresas querrán casarse contigo - dijo una voz burlona al lado mío.

—Mira que eres tonto - contesté sonriente mientras me giraba para verle de frente.

—Nadie te lo niega - una sonrisa de superioridad curvaba sus labios - pero soy el tonto más jodidamente hermoso que encontraras en veinte kilómetros a la redonda, y eso no me lo quita nadie hermanita - sentenció victorioso.

Negué con la cabeza divertida ante el egocentrismo de mi hermano, pero todo sea dicho, era muy guapo, de hecho, tenía a todo el pueblo arrastrándose por él y por su parte solo los ignoraba descaradamente, por otro lado, si le conocías, podías ver que era muy gracioso y espontáneo, lo que siempre te acababa sacando una sonrisa en la cara por muy mala que fuera la situación a la que te enfrentabas.

Recuerdo que una vez yo estaba muy triste porque mi pez de colores llamado Gato, se había muerto a causa de que yo le había dado demasiada comida, pero en mi defensa diré que lo veía tan feliz y contento comiendo que me pasé unas tres horas dándole de comer sin parar, hasta que llegados a un punto, su cuerpecito escamado no pudo soportarlo más y murió, con siete años, yo me encontraba asustada y con gruesas lágrimas en mis ojos, y al no saber qué hacer, corrí llorando al cuarto de mi hermano, donde él al verme me abrazó fuerte llevándose un poquito de la pena de mi corazón, tras largos minutos en un cómodo silencio, me preguntó qué había pasado, y yo le expliqué todo entre llantos y súplicas, y tras ir a ver el estado de Gato, se sentó en su cama y me puso en su regazo acariciando mi cabello con ternura.

Sabes - hizo una pausa para que lo mirara - a veces cuando los animales se sienten muy felices, deciden que ya no quieren vivir más, porque ya han obtenido toda la felicidad del mundo, y prefieren irse con una sonrisa - explicó mientras me acunaba.

Pero Cam - sollocé - yo quería que siguiera siendo feliz conmigo más tiempo.

Lo sé enana, pero a veces es mejor irse mientras se es feliz, que esperar a que te mate el tiempo - su tono suave calmaba mi ser, y me sentía más tranquila que momentos antes, pero también notaba la crudeza de sus palabras que intentaba camuflar con sonrisas dulces.

¿Lo volveré a ver? - pregunté muy esperanzada de que no fuera un " adiós para siempre".

Claro que sí, nada se pierde eternamente mientras nos acordemos de ello - contestó con una sonrisa mientras me aplastaba en un abrazo de oso de esos que tanto me gustaban - ¿Sabes que nos haría felices a nosotros ahora mismo?

¿El qué?

Comer mucho helado de vainilla mientras vemos una peli - rió mientras me levantaba de la cama congiendome al estilo novia.

Mi LUNA.... soy tu SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora