Capítulo 10

391 36 1
                                    

Alerta Contiene Lemon

La hora de trayecto desde Fairweather hasta Little Bandit Lake era bastante larga. Cada minuto que pasaba los acercaba más a su destino, a la culminación de su deseo mutuo. Para Usagi fueron sesenta minutos de delicioso juego erótico. Y cuando Mamoru llegó al camino que conducía al pintoresco hotel, ella tenía el cuerpo tenso de impaciencia.

Solo había visto fotografías de Wallingford House, y aunque se quedó impresionada con el exterior del majestuoso edificio, estaba ansiosa por ver el interior. El interior de su habitación.

El botones bajó a recibirlos y llevo sus maletas hasta la recepción. Allí, Mamoru se encargó de firmar y de recoger las llaves mientras Usagi  admiraba la opulenta decoración del vestíbulo, el suelo de mármol, las mesas antiguas y los sillones de caoba.

—¿Qué te parece? —le preguntó Mamoru.

—Uau —fue todo lo que ella pudo responder.

Mamoru sonrió.

—Sí, esa fue mi reacción la primera vez que yo estuve aquí.

¿Habría estado él allí con otras mujeres? Definitivamente, Usagi pensó que lo mejor sería no saberlo.

—Vamos —dijo él, tomándola de la mano, mientras el botones los acompañaba hacia el ascensor.

El empleado les contó brevemente la historia del hotel mientras subían hacia la habitación. Usagi no escuchó una sola palabra. Todo lo que podía pensar era que por fin estaban allí. Solos. O en que estarían solos en cuanto aquel botones charlatán desapareciera.

Pero el empleado no tenía prisa. Abrió la puerta y los condujo dentro del salón de la suite, encendiendo las luces, mostrándoles cómo funcionaba la chimenea y recitándoles los horarios del restaurante.

Usagi se paseó por el salón y se dio cuenta de que había dos dormitorios adyacentes a la zona de estar. Se acercó a Mamoru a tiempo de ver cómo le daba la propina al botones y se despedía de él.

—Creía que nunca iba a marcharse —dijo Mamoru, mientras cerraba la puerta con pestillo. Después se dio la vuelta hacia ella y le tendió la mano.

Ella se acercó, titubeante. Todavía no estaba segura de si había malinterpretado sus intenciones al invitarla allí a pasar el fin de semana. Había creído que iban a consumar su relación, pero la presencia de los dos dormitorios sugería algo diferente.

Entonces él la besó, y ella notó en sus labios toda la pasión contenida de las dos últimas semanas. Sus bocas se juntaron, sus lenguas se entrelazaron, sus cuerpos se pusieron tensos. Ella lo deseaba.

Lo deseaba mucho.

No se paró a pensar en si aquello era inteligente. Todo lo que pensó fue en su relación con Mamoru y hacia dónde se dirigía, y se encontró tan confusa como siempre.

Pero sentía el deseo, real y apremiante, y no era lo suficientemente fuerte como para luchar contra él.

Mamoru se retiró entonces, con la respiración entrecortada.

—No te he traído aquí para seducirte.

—Oh —ella no pudo disimular la desilusión que sentía—. ¿Para qué me has traído aquí?

—Porque pensé que nos vendría bien un respiro, para alejarnos de todo lo que nos estaba ocurriendo. Y porque quería estar a solas contigo.

—¿Y si yo no quiero acostarme contigo? —hizo aquella pregunta por curiosidad, simplemente.

CORAZÓN BLINDADO  (McIvers Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora