Capítulo 17

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—¿Adónde? —Usagi estaba atónita. No podía creer lo que estaba sucediendo.

—Adondequiera que tú vayas.

—No.

—Kumada piensa que el que ha escrito las cartas está cada vez más desesperado.

—Por eso tengo que irme.

Él la miró con los ojos entrecerrados.

—Tienes miedo de que venga aquí, ¿verdad?

—Tengo que enfrentarme a esto yo sola.

—Demonios, Usagi. ¿Por qué estás tan decidida a librarte de mí? Sabes que lo que te ocurra también me afecta.

—Esa es la cuestión. No quiero que te afecte.

—Me va a afectar, estés aquí o no. Al menos si estás aquí, no estás sola.

—Por favor, Mamoru, déjame tranquila.

—No puedo. Te necesito, Usagi.

—Eso no es justo.

—Pero es cierto.

Sabía que aquello tenía más peso que su amor por ella, y que le causaba terror.

Él odiaba el hecho de que no confiara en él, ni siquiera en ella misma. Pero la quería, y aquel amor le proporcionaba una paciencia que nunca había tenido antes. Le daría más tiempo, tanto como ella necesitara. No iba a abandonarla.

Así que la besó. Quería que fuera una súplica silenciosa, un beso que le confirmase sus sentimientos. Pero la pasión se escapó fuera de control.

Hicieron el amor desesperada y salvajemente. Ella respondió a sus exigencias y se entregó sin reservas.

Aquella vez fue diferente a todo lo que él había experimentado antes. Lo que sintió fue más fuerte, más agudo, más profundo, y la intensidad de su orgasmo lo sacudió hasta el centro del alma.

Finalmente, él se dejó caer suavemente sobre Usagi y sus cuerpos quedaron muy juntos. No sabía si tenía que darle las gracias o disculparse ante ella, pero sí sabía que ambos necesitaban la liberación que habían compartido. Y que él necesitaba reiterarle lo que tenía en el corazón.

—Te Amo, Usagi.

Notó que ella se quedaba tensa bajo su cuerpo, con los ojos muy abiertos. No era la primera vez que le decía aquellas palabras, pero sí era la primera vez que se lo decía mientras sus cuerpos estaban unidos, cálidos y saciados de hacer el amor.

Cuando ella no podía escapar.
—Mamoru, por favor, me has prometido…

Él sabía que si ella no hubiera estado atrapada, se hubiera levantado de la cama.

Usagi quería hacerlo. Él lo notó, y luchó contra la irritación que aquello le producía.

—Te he prometido que no te presionaría —le recordó él—. Y no lo estoy haciendo. No te estoy pidiendo nada. Pero necesito que sepas lo que siento por ti.

Quiero que te acostumbres a oírlo.

—No creo que me acostumbre nunca —admitió ella—. No entiendo por qué crees que sientes eso.

—Porque eres la mujer más increíble que nunca haya conocido. Eres un desafío para mí. Una inspiración. Haces que sea mejor persona. Y quiero pasar el resto de mi vida queriéndote.

Más tarde, en la cálida sensación de estar en brazos de Mamoru, durmió profunda y tranquilamente. Aquel hecho tan simple le demostró lo que había estado rechazando durante tanto tiempo: lo necesitaba. No estaba segura de cómo o cuándo había ocurrido, pero él se había convertido en una parte de su vida, y no quería perder lo que habían compartido nunca más. Además, él no lo permitiría. Y ella se sentía entre el alivio y la frustración porque él estuviera tan decidido a quedarse a su lado.

CORAZÓN BLINDADO  (McIvers Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora