❛O3;; after a fight❜

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— no es mi problema, es culpa de tu hijo—

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— no es mi problema, es culpa de tu hijo—. volvió a mencionar señalando al norteamericano, éste rodó los ojos y Argentina gruñó. —a mi no me vengas a blanquear los ojos, pelotudo, ma' vale que hagás algo con el mamarracho de tu hijo—.

— ¿perdón?—. Estados Unidos rió irónico poniendo ambas manos en su propia cintura. —yo creo que tú deberías hacer algo con TU hijo, él lo sedujo y sólo luce como pan de dios para ocultar lo que realmente es—. el argentino se mostró impresionado y ofendido, ¿cómo podía decir eso de su pequeño Tierra del Fuego? ¡su hijo sería incapaz!.

— escucháme, gil, ¡mi hijo nunca haría tal cosa!—. Estados Unidos volvió a reír incrédulo y negando ante eso. Argentina se estaba molestando mucho por cómo pensaba él, estuvieron discutiendo todo un rato incomodando a las provincias y estados presentes de allí. Ellos optaron por irse y dejar que el matrimonio arregle su problema.

La pelea entre ellos continuaba, el latino estaba muy enfadado y podía darle una cachetada o una golpiza al norteamericano en cualquier momento. Mientras que el inglés hablante seguía insistiendo en su acusación, sus propios ojos habían visto a ese pequeño seduciendo a uno de sus hijos, ante todos parecía un angelito y eso sólo era una máscara.

— ¿sabes qué? ¡me voy!—. dijo el anglosajón alzando sus manos. —no se puede hablar contigo, porque tú siempre quieres tener la razón—. caminó hasta la entrada y el argentino lo siguió para detener que abriera esa puerta. USA suspiró cansado e irritado, volteando a ver a su esposo. —Argentina, basta—.

— no, yo no terminé de hablar, ¿qué te pensás qué sos vos para venir a hablar así de mi hijo?—.

— número uno; estaba con MI hijo y número dos; ya déjate de tonterías y déjame salir—. Argentina negó, evitando que salga.

La mirada del menor era fría, fulminante con intención de dejarte helado en tu lugar, el celeste de aquellos lo hacía sentir como si se hundiera en un mar y no tener escapatoria. Era como una trampa. De un momento a otro Argentina se puso en la puerta, obstruyendo la salida de USA y sin dejar de mirarlo, esa frialdad podía cambiar en cualquier momento y sabía como. Era atrayente ver esa actitud tan terca de él y como quería tomar el control de todo.

— quítate de la puerta o verás—.

— no—.

— I warned you—. Estados Unidos lo agarró de la cintura y trató de apartarlo, pero Argentina tenía fuerza y le dió un buen forcejeó hasta que lo estampó contra la puerta. Quedaron enfrentados con sus respiraciones agitadas y casi chocando. El latino gruñó tomándolo de la camiseta, lo atrajo a su persona y se besaron bruscamente, el mayor lo tomó con fuerza de la cintura para apegarlo a su cuerpo. —¿cuándo aprenderás a hacerme caso?—. preguntó jadeante y aún manteniendo su ceño fruncido.

— calláte gil, sabés que nunca—. el norteamericano lo levantó para llevárselo cargando como si fuera un saco de papas, Argentina le dió varios golpes en la espalda. —bajáme, no me obligues a cagarte a patadas pelotudo—. exigió pero no fué tomado en serio. USA llegó a la habitación y lo acostó–casi aventó– en la cama para ponerse encima sujetando ambas manos del argentino.

— ¿vas seguir pensando que miento?—. no recibió respuesta del otro, volvió a aproximarse al rostro de Argentina y juntar sus labios, esta vez el beso dejó de ser brusco convirtiéndose en uno apasionado. Estados Unidos se separó mordiéndole el labio a su esposo y sacarle un quejido acompañado de un insulto. Sostuvo las muñecas del argentino sobre su cabeza con una mano, con la otra libre fué bajando y arrancó la remera, rompiéndola sin importarle nada.

— ¡¿qué hacés, animal?! ¡era mi favorita!—. las manos del norteamericano delinearon las curvas del menor, la calza que traía también la rasgó y usó uno de los pedazos para atar las muñecas del dueño de dicha prenda. Se metió entre sus piernas, se deshizo de las zapatillas, arrojando el par quién sabe a dónde, y luego bajó a sus muslos comenzando pasar su lengua en la parte interna y morder escuchando los quejidos de Argentina.  —mmm~! n-no me muerdas—.

— tú no me dices qué hacer—. dió una última mordida dejando marca, subió nuevamente rozando sus labios con los del sudaca y sonreírle con malicia. Lo volteó quedando boca abajo, pasó su lengua por su hombro y cuello respirando caliente provocando un pequeño temblor en su pareja.

— hijo de mil...—. murmuró entre dientes y soltó un gemido al sentir una fuerte nalgada.

— shut up, honey—.

[...]

Argentina no paraba de gimotear aferrándose a las sábanas, sus caderas estaban elevadas y moviéndose al compás de las fuertes embestidas del norteamericano. Los azotes en sus glúteos no habían parado y su piel obtuvo un color algo rojizo por el brusco tacto de su esposo, pero debía admitir que le encantaba sentirlo.

— fuck... you are so hot, darling—. volvió azotar la nalga del sudamericano y con su otra mano apretaba su cadera dejando marcados sus dedos.

— calláte... aah~! ¡ah! ¡mierda!—.

Estados Unidos salió un momento para voltearlo de forma brusca quedando boca arriba, sujetó sus piernas y las puso sobre sus hombros dando nuevamente duras penetradas golpeando el punto dulce del menor. Miró el rostro sudoroso y excitado de su esposo, los ojos de él ahora mostraban lujuria y deseo. Aquellas expresiones tan eróticas aumentaban su ego; ser el único hombre que podía hacerlo sentir de ese modo, el único que podía hacerlo gemir así de eufórico.

— ma-ma... aah~ ¡Ah! ¡Aah~!—. sus piernas fueron soltadas y así pudo abrazar al estadounidense, él colocó ambos brazos a los costados dejando que el argentino se aferre a su espalda y clave sus uñas. —¡a-así~!...justo ahí~... ¡más! ¡dame más~!—.

— ah~ Arge...—. Argentina llevó su borrosa mirada hacia USA, juntó sus bocas en un candente beso enredando sus dedos en el cabello del norteamericano mientras las embestidas se hacían lentas y profundas. El anglosajón apretaba los muslos de su esposo, mientras sentía su interior contraerse y apretar su miembro. Gruñó en el beso, moviendo nuevamente sus pelvis chocando con rudeza las caderas del argentino y se separaron dejando escapar gemidos y jadeos de ambos.

Alcanzaron juntos en el tercer orgasmo, el cuerpo de Argentina quedó temblando luego de haberse corrido de nuevo y su pecho subía y bajaba por su irregular respiración. Estados Unidos se recuperaba y viendo a su pareja sonrió burlón, provocando que el menor lo viera con el entrecejo fruncido.

— ¿seguirás enojado conmigo?—. cuestionó, Argentina no le quiso responder así que USA movió su pelvis contra él.

— aah~... imbécil—.

— puedo una cuarta ronda, que sea mayor no me hace menos resistente—.

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Yummy!; UsArg🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora