Capítulo 8

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Jonatan se despidió con un frío "chau" y luego desapareció en un santiamén.  Su indiferencia no había mermado sus ganas de comer. Fue parco en palabras, pero su rostro mostró una seriedad incomparable. 

Esperaba que aquel incidente no afectara nuestra amistad. Pero podía vislumbrar una fisura que me negaba a aceptar. Desde la perspectiva de Jonatan, probablemente sea un boquete enorme.

Al día siguiente, me levanté con mucha flojera. No pude hallar mi espejo, pero deducía que tenía el cabello alborotado y los ojos muy lagañosos, como si no hubiera dormido desde hace días.

Me alisté para ir al colegio. Escogí el pantalón, ya que la falda ya estaba sucia y el frío comenzaba a cobrar notoriedad. Pero era probable que viera a alguien con falda en este frío.

Tenía deseos de desayunar, pero al llegar a la mesa, mis ganas se fueron al ver a mi padre, sembrando discordia con solo mirarme desdeñosamente. Mónica apenas sabía que existía en la casa. El apuro me quitó el apetito y mi celular.

En clases, me senté en el pupitre de siempre, pero no vi a Jonatan por ningún lado. Aún había tiempo para ingresar y el profesor no se hallaba en el aula. Así que esperé nervioso, como si fuera a exponer o a dar un examen importante.

A medida que iban entrando los alumnos, Jonatan no aparecía y eso me preocupaba un poco. Finalmente, el profesor llegó puntual y yo me quedé solo en el pupitre, aunque la Soledad era una compañera poco amigable.

Esa mañana fue la más larga y tediosa. Sin Jonatan presentar una tarea se convertía en algo soporífero. Tenía alguna esperanza de que llegara después, pero su inasistencia apagó mi sonrisa.

El timbre de salida puso fin a mi suplicio. Ya estaba por tirar la toalla. La ausencia de Jonatan fue una tortura.

Llegué a casa después del mediodía y no tenía apetito. Cargar una mochila se había vuelto trabajoso. Tenía mucha tarea, pero después de muchos años no quería hacerla. Abrir un texto ya me daba pereza.

Al ocaso, cogí el móvil y le mandé un mensaje a Jonatan mediante WhatsApp. Me arrepentí a los pocos segundos, pero era inútil borrar un mensaje que ya le había llegado. Lo normal, en estas circunstancias, era que me dejara en visto.

Esperé como alguien que espera que la comida esté lista. Quise enviarle otro mensaje, ya que me había comido otra vocal, pero creo que era irrelevante. Necesitaba hablar con él y sofocar mis inseguridades.

Fui imaginando su respuesta hasta que me dormí.

Ese chico de falda ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora