Una tarde, mientras hacía la tarea, recibí un mensaje de texto de Jonatan, donde me invitaba a ir a su casa a ver una película. Yo jamás le hubiera negado la propuesta, a menos que llegara el Armagedón.
Terminé mi tarea y recibí otro mensaje de Jonatan en el que me decía que viniera con falda. Yo no me negué, pero cuando me dijo que viniera con la falda de su módulo escolar, los engranajes de mi cerebro se detuvieron por el sabotaje de su petición.
Fui a mi guardarropa y busqué la falda a cuadros, escudriñando por toda mi ropa hasta que lo hallé. Esta prenda era una falda de mujer y la otra de hombre. No había mucho que pensar. A fin de cuentas ambas eran faldas y no había una etiqueta que dijera "solo para mujeres".
Si mi padre me viera con este uniforme, me mataría antes de coger un cinturón. Al ver esta prenda, mi padre perdería la última pizca de raciocinio.
Así que salí de casa, con el permiso del silencio y me encaminé a la casa de Jonatan. Su vivienda estaba a tres manzanas de la mía. Siempre estuvo tan cerca de mí y tan lejos. Si no me lo hubiera dicho me habría olvidado preguntarle.
Pasé inadvertido con dicha prenda y llegué al lugar indicado. Adentro vi que Jonatan tenía tres gatos y un perro husky siberiano, que descansaba en su casita de madera. Los felinos moraban por el pastizal.
Avisé a Jonatan que estaba afuera y de inmediato salió en buzo y polo. Me abrió la puerta y me dio la bienvenida con un apretón de manos que terminó en un abrazo que se prolongó unos segundos.
En la casa, de una planta, no había nadie más que él y sus mascotas. El muchacho tenía una vida acomodada.
Jonatan me invitó a pasar a su casa. En el interior había muchos objetos antiguos y muebles de alto valor. De inmediato, me invitó a pasar a su cuarto y un aroma a colonia me recibió en la entrada. Todo lucía impecable. La cama bien tendida y sus enseres en su sitio. Este chico rezumaba orden y limpieza.
Luego me invitó a sentarme en un taburete y luego salió del cuarto. En su computadora tenía abierta la pestaña de YouTube y en su escritorio había carpetas y hojas sueltas.
Al poco rato, trajo pizza y una bebida carbonatada. Luego volvió a salir del cuarto.
A los pocos minutos volvió a entrar sin camisa y puso música en su computadora. Hace unos meses, ese chico me generaba envidia. Ahora me parecía tan atractivo y voluptuoso.
¡Ariel piensa en la sagrada Biblia! Piensa en los evangelios. Jonatan se agachó para cerrar las pestañas de porno gay en su navegador.
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Ese chico de falda ©️
Teen FictionAriel es un chico que prefiere usar falda en vez de pantalón. Un día conocerá a un nuevo estudiante que cambiará su vida para siempre. Advertencia: Contenido adulto (+18)