La sensación de placer fue menguando hasta extinguirse. Jonatan fue al baño y yo me levanté exhausto, pero no me podía mover con facilidad. Ya no pude sentarme con normalidad. Creo que para mi cumpleaños número diecinueve le iba a pedir a Jonatan una silla de ruedas.
A los pocos minutos, regresó con una toalla que cubría medio cuerpo y me cedió el turno de ir al cuarto de aseo.
—Lindos gemidos, Arieli.
—¡Cállate! Soy Ariel.
—¡Eres el primer chico que llega al punto H!
Después, nos sentamos a merendar bocadillos y Jonatan, de fino oído, se percató de un ruido extraño en la sala.
—¿Qué pasa, Jonatan? —pregunté con interés.
—Iré a averiguar —dijo y se levantó preocupado.
—Yo igual voy contigo.
Jonatan salió del cuarto y yo detrás de él, para afrontarlo juntos. Antes, cerré la puerta con suavidad, porque esta situación no parecía normal.
Nos movimos por el pasillo y Jonatan se detuvo de golpe y me invitó a observar algo inusual. En la sala se encontraba un ladrón infraganti hurtando objetos de valor y poniéndolos en una mochila haraposa.
Mi novio no pudo reconocerlo al principio, pero yo sí. Era el mismo tipo que se llevó su celular hace unos meses, y, por poco, arruina nuestra amistad.
El ladrón se percató de nuestra presencia y empuñó una navaja y nos amenazó con ella. Jonatan no tenía miedo, así que se acercó a él y yo le arrojé cosas a la cara sin que se diera cuenta. Acto seguido, mi novio se abalanzó sobre él para quitarle el arma blanca.
El ladrón forcejeó ferozmente con Jonatan y la navaja desapareció. El facineroso fue cediendo terreno y ambos cayeron al suelo. La navaja terminó en el piso. De inmediato, fui a recogerlo antes de que el delincuente tuviera oportunidad.
Logramos quitarle lo robado y también el celular hurtado hace meses.
El facineroso, indefenso, huyó a trompicones de la casa, y Jonatan se tomó una foto y llamó a la policía. Yo respiré aliviado.
Cogí el celular y se lo di a mi novio.
—Esto te pertenece, cariño —dije mostrándole el móvil.
—Mejor que sea tuyo, Ariel...
—¿De verdad? —repuse con asombro.
—Sí, que sea tu regalo de aquel cumpleaños, cuando tú y yo aún no nos conocíamos.
—¡Gracias, cariño! Es muy lindo de tu parte.
—Esto es algo que podremos contar mañana en clases.
—Es verdad, niño guapo.
—Pero la diferencia es que no iré con mi compañero, sino con mi novio.
—Eres un amor... Pero mañana iremos los dos con falda.
Fin
ESTÁS LEYENDO
Ese chico de falda ©️
Teen FictionAriel es un chico que prefiere usar falda en vez de pantalón. Un día conocerá a un nuevo estudiante que cambiará su vida para siempre. Advertencia: Contenido adulto (+18)