Capítulo 18

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Jonatan comenzó a emocionarse con las caricias. Su respiración se agitó y sus movimientos se tornaron apresurados, porque sentía que su excitación no tenía freno. Su miembro controlaba sus movimientos. 

Nuestra ropa cayó de la cama al suelo y nos subimos a jugar a la cama. Mi risa se convirtió en nerviosismo. Mis latidos retumbaban cuando veía su pene cerca de mi cara.

Jonatan se acercó a mí y me besó de cabo a rabo. Me excité más al tocar su miembro bien firme. Me acarició por donde no podía. Su cabeza se abrió paso por mi cuerpo, indiferente a las restricciones de mis manos.

Después me puse de cuatro y él se arrodilló para que la penetración sea profunda. Me volví a reír cuando movió su pito.

Se puso el preservativo y yo esperé con mucha expectativa. Probablemente este día iba a conocer el orgasmo.

—Espero no hacerte daño... —Dijo él con voz seductora.

Jonatan comenzó a introducir su miembro y mi risa feneció por completo.

—¡Ay! —grité y contuve otro alarido naciente.

—Perdón, Arieli —dijo Jonatan y se detuvo.

—Con este dolor será difícil que llegue si quisiera al punto B.

Cogí el celular y volví a buscar información sobre el punto H. Había un detalle que había obviado. La clave para alcanzar el G y luego el H, era alternar la intensidad de las embestidas. Despacio, fuerte, despacio, fuerte, despacio, fuerte. Así sucesivamente.

—¿Entiendes, cariño? —pregunté mientras me preparaba para lo que venía.

Las sábanas iban a ser mis aliadas.

—Intentemos otra vez —dijo y volvió al ruedo.

Jonatan me agarró de los glúteos y comenzó a penetrarme con suavidad. Pero de repente lo hacía con mucha fuerza, así que puse resistencia.

—¡Ay! —grité y fruncí el ceño—. ¡Otra vez lo hiciste!

—Lo siento... Te prometo que ya no sentirás dolor.

Ese chico de falda ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora