Al día siguiente, se celebró el funeral del rey. Todo el reino fue a presentar sus condolencias, claro que esto fue algo obligado por la guardia, ya que si hubiera sido por los aldeanos, pocos habrían ido a dar el último adiós al hombre responsable de sus miserias. Incluso llegué a ver alguna sonrisa disimulada que otra, pero yo no era nadie para juzgarlos, cuando el primero que se sentía aliviado de su muerte era yo mismo. Mi madre y yo tuvimos que disimular y actuar como si realmente estuviéramos afectados por tan horrible muerte, al igual que lo hizo nuestro servicio, pues durante el desayuno le obligué a Lucie que nos confesara la verdadera opinión de sus compañeros respecto a lo sucedido, a lo que la mujer nos explicó que estaban llenos de ilusión y esperanza porque yo fuese diferente, aunque también temerosos por si me convertía en un rey igual o incluso peor.
Si nosotros bordamos nuestro papel, los que mejor lo hicieron fueron los hombres que siempre estaban al lado del que un día fue mi padre, halagándole y aplaudiéndole todo lo que este decidía, pues incluso llegué a creerme que estaban realmente destruidos por la pérdida, aunque yo sabía bien que estaban ansiosos porque yo fuese nombrado rey y poder hacer conmigo lo que ellos quisiesen. Lo que no sabían, era que les quedaba menos tiempo en palacio del que pensaban.
En cuanto a Nikola, este decidió quedarse descansando en mis aposentos, ya que veía una falta de respeto presentarse en el funeral del rey, cuando todo había sido por su culpa.
Pensamiento que le quité de la cabeza, pues el único culpable de lo que le había pasado al monarca había sido él mismo al ser una persona tan mezquina. A pesar de todo, Nikola prefirió permanecer en palacio, lo cual respeté, pues a mí también acabó pareciéndome la mejor idea.Aunque, tanto Alono como yo, éramos cómplices del asesinato del rey y tal secreto nos lo llevaríamos a la tumba, no pude resistir el sentirme mal, pues durante muchos años fue al que llamé padre y, por más que este quisiera humillarme prefiriendo a su hijo bastardo, también me ofreció una vida fácil en cuanto a privilegios se refería, permitiéndome así el aprender todas las materias que quisiera, y regalándome un destino que nadie más podía conseguir; ser rey. En definitiva, aunque no me hubiera querido como era debido, yo a él sí. Mi propósito en la vida tan sólo había sido que estuviera orgulloso de mí, pero a partir de su muerte, el único que quería que sintiera orgullo y respeto por en lo que me iba a convertir, era mi verdadero padre desde el cielo; Neleo.
Pasaron los tres días de luto, en los cuales Nikola fue sanando sus heridas y amoldándose al estilo de vida dentro de palacio, gracias a la ayuda de mi madre, pues yo apenas pude estar con él, exceptuando en las comidas y alguna noche en la que pudimos reunirnos.
Cuando amaneció y ya todo el reino volvió a la normalidad, llegó el momento en el que yo, a pesar de no haber sido oficialmente nombrado rey, tuve que empezar a legislar como tal. Lo primero que hice, fue deshacerme de la escoria que nos rodeaba.
—¿Qué? —preguntó Dante sorprendido, siendo seguido por su legión de insoportables hipócritas.
—Lo que habéis oído, quedáis expulsados de vuestros servicios con la corona —repetí en voz seria, mirándole directamente a los ojos.
—No podéis reinar sin nuestros consejos, majestad —contestó más calmado, pues creía que así me iba a causar pena alguna.
—Yo creo que sí —eché mi espalda hacia delante con mi cuerpo sentado en el trono—. Además, tengo en mente un consejero real mejor que vos —le sonreí de lado.
—Pero yo he estado años aconsejando a vuestro padre —titubeó preso de la desesperación.
—Y así le ha ido a mi reino —volví a echarme hacia atrás en el respaldo—. Si os vuelvo a ver a alguno de vosotros por palacio, mandaré a que os ejecuten —fruncí el ceño, a lo que, tanto Dante como el resto, abrieron sorprendidos sus ojos.
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EL PRÍNCIPE DEL EGO
Ficción histórica{boyslove} Hace muchos, muchos años, existía un joven príncipe, el cual era amado por su tan brillante belleza a la vez que odiado por su tan ruin personalidad. Todos a su alrededor fueron creando el monstruo en el que se había convertido, haciéndol...