—Ese es Jimin, ¿lo ves? Un tipo bastante coqueto —elevó los hombros mientras dejaba salir un suspiro divertido.
La chica se giró hacia él, curiosa —Así lo veo, ¿cómo es que él es dueño de todo esto?
—Uh bueno, los Park nacieron para ser administradores de grandes cosas. Así que su padre se aburrió de mantener a Jiminie y lo dejó a cargo de esto para que así se comience a acostumbrar a esto de los negocios.
—Pero ¿tan joven? —volvió a preguntar mientras unía sus manos por detrás, tal vez sonaba entrometida, y hasta ella lo sabía, pero era inevitable no hacerse una idea de la magnitud del negocio en las manos de alguien casi de su edad.
—Esa familia es ambiciosa, el señor Park empezó con todo a los dieciocho años, y quiso que su hijo mayor fuera como él, por eso hace un año que Jimin empezó con este cómodo negocio. Aunque no es del todo sincero. Este edificio tiene catorce piezas, pero siete las rentó en un dos por tres porque nos convenció de mudarnos todos aquí —contestó mientras se recostaba en la muralla contraria, su rostro relajado, era un tipo dulce, al menos de primera impresión.
Le miró por unos segundos, se veía dispuesto a contestar así que apretó sus dedos con fuerza y habló: —¿A todos, quienes?
—Oh —pareció recordar el detalles— nuestro grupo de amigos, somos siete contándome, cada uno vive en un piso, luego te los presento si quieres —jugueteó con uno de sus aretes.
Asintió una vez y mordió su lengua para no preguntar alguna necedad más. Dudas básicas aclaradas.
Hasta el momento todo iba bien, pronto habría cerrado el acuerdo para su nuevo hogar y así ya podría llamar a sus padres para informarles que hasta allí la gran capital no la había devorado como todos pensaban.
Gracias al éxito de los puestos de comida que los Lee poseían en Ulsan, Haneul pudo extender sus alas y vivir cómodamente en la ciudad central de Corea del Sur. Allí pronto buscaría empleo e incluso tal vez alguna institución que le enseñara lo que le faltaba para completar su estudio de danza.
Frente a ella estaba el chico que le había salvado la vida. Se había presentado como JungKook y la había recibido en el edificio cuando pensó que nadie lo haría. Se mostraba transparente y divertido aunque de un bajo perfil y sonrisa tímida.
Seguía mareada ante la información que Kook le había dado sobre Jimin, ¿tenía diecinueve y ya manejaba un edificio completo? Si tan solo sus padres vieran eso, se irían de espalda. Ante ese punto de vista, Haneul era una fracasada, con dieciocho años y medio, y lo único que tenía era un montón de ropa y pasión por el baile.
Habló de superficialidades como la dificultad de tomar autobuses en Seúl y hasta del clima distinto a Ulsan, hasta que Jimin reapareció por la misma puerta que había usado trotando con la gorra en una mano y un montón de llaves resonantes en la otra.
—Es un jodido lío encontrar todas las copias —gruñó y mordió su lengua mientras giraba una de las llaves con un plástico blanco pegado con el numero "5A" en la parte superior. La puerta golpeó con un ruido sordo la pared ante la fuerza que el chico había utilizado al abrirla.
Jungkook en un gesto de caballerosidad había tomado dos de las mochilas más grandes y las había entrado sin dificultad, Haneul lo siguió colgando los bolsos más pequeños en sus hombros.
Sonrió en agradecimiento hacia el chico y se dio cuenta como ambos la miraban expectantes, sintió calor ante la atención y decidió que era tiempo de prestarle atención al lugar.
Tres paredes blancas subían casi cuatro metros por su cabeza para unirse en el techo igual de inmaculado que estas. La cuarta pared estaba hecha solo de cristal y Haneul se sintió boba al no percatarse antes que la fachada completa del edificio estaba hecha de cristal levemente polarizado.
A unos metros hacia la izquierda se extendían tres puertas terminadas en caoba, justo en el frente un pequeño comedor de seis puestos, a un lado, una chimenea eléctrica terminada en ladrillos que subía hasta perderse en el techo, seguido por un set de sofás de cuero negro a un lado del ventanal acomodados simétricamente para quedar en frente de un televisor plasma pegado en la pared acompañado de potentes parlantes rectangulares. ¡¿Un sofisticado loft solo para ella?!
La mandíbula de la chica terminó de desprenderse al observar a su derecha, detrás del living y pegada a la pared que contenía la puerta, una compleja cocina con isla central incluida y taburetes a su alrededor completando el espacio, mientras que felpudas alfombras en distintos rojizos resaltaban del piso flotante color beige.
—Lo único en lo que tendrás que gastar será en la comida —comentó Jimin que ya estaba frente al ventanal.
—Cielos —dejó caer sus brazos para deshacerse de los bolsos que colgaban de sus hombros— gracias a dios que fui yo la que encontré aquel anuncio —masculló en un tono demasiado alto.
JungKook, que seguía a un lado de la puerta, rio.
—Te lo dije, los Park son ambiciosos, este es el mejor departamento amueblado que puedas conseguir.
—¿Le hablaste de mis padres? ¿Y los llamaste ambiciosos? —habló Jimin, de pronto saliendo a zancadas grandes del ventanal.
La forma en que sus ojos caían cuando miraba algo fijo era simplemente encantador, aunque amenazante a la vez.
—Le conté como es que tienes todo esto a cargo tuyo, no seas grave —empujó al chico por su pecho— la chica solo quería saberlo.
—Oh —tomó una respiración profunda— Haneul —giró hasta quedar frente a ella— si tienes dudas sobre mí, házmelas saber. Y no creas que mis padres son ambiciosos, solo saben cómo triunfar —intentó sonreír pero sus ojos seguían cargados de una oscura aura que solo intimidó a la chica.
Para Haneul el triunfar era solo el conseguir lo que tanto habías deseado, pero obviamente no discutiría con el chico frente a ella de cuáles eran los límites entre alguien ambicioso y alguien que luchaba por sus intereses.
Sonrió, ahora compendia las palabras de su padre cuando le había advertido que no toda la gente pensaba como lo hacía ella. Definitivamente Jimin era mucho más calculador que la soñadora que era ella.
—Entiendo, no pensaré nada de tus padres, sólo quise saber algo sobre ti y como no estabas decidí preguntárselo a JungKook —ladeó un poco la cabeza.
JungKook miraba la escena desde el mismo punto donde había estado todo el tiempo, sonreía ante un hecho desconocido. Entonces cuando volvió la mirada hacia el pelinegro, vio como sus ojos ya estaban relajados, aunque también vio como en estos no había algún brillo especial, Park Jimin era un completo misterio.
—Sí, claro, solo sé directa conmigo y nos llevaremos bien —demandó para luego sonreír algo más real— no tengo problemas en explicarte las teorías del mundo también, si quieres.
Abrió sus ojos ante lo que había sonado como una provocación. Y por primera vez sintió recelo de aquella media sonrisa que se había extendido por los labios del chico; decidió rematar la conversación en algo más relajado.
—Muchas gracias por la consideración, como usted ordene, General Park —y dicho eso, hizo una perfecta reverencia de noventa grados.
A lo lejos, escuchó como una risa involuntaria se escapaba por los labios de JungKook, sintió el sabor de la victoria y cuando pensó en regalarle una de las mismas sonrisas soberbias que él había articulado, se perdió en esa mirada misteriosa que la miraba con más aprobación que antes pero también con resentimiento.
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{cancelada}let me know ➳ park jimin.
FanfictionEl hecho de convivir con una persona solo para mantener un lazo afectivo le es ridículo, ¿Por qué aferrarte a una sola persona, si puedes tener muchas? Ni su madre, ni su padre necesitaron del otro para criar de él, aunque, ni siquiera estuvieron a...