Capítulo 3. Tu también dueles

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Aquel chocolate que había preparado para quitar mi frío, ahora me sabía amargo, después de todas esas lágrimas derramadas, recordando cosas difíciles que no he podido superar del todo, volteo buscando mi alivio, hacia aquella fotografía donde me veía feliz y resplandeciente, al lado de mi madre, era mi favorita, estaba maltratada, la guarde en aquel marco con amor y dedicación, me hace falta, de verdad no puedo estar en paz sin ella, se fue de este mundo en las condiciones más precarias posibles, porque no teníamos ni dinero para subsistir.

Respiro profundo, no quiero recordar, veo el reloj en mi pared las ocho de la noche, me levanto para calentar la cena, se que otra vez el no vendrá, otra vez el no estará a mi lado, aveces me pregunto porque dejó de quererme?, no hay peor enemigo que tu mismo, tu mente insiste en dañarte, es tu jaula, que no te deja ser libre, tu peor verdugo, insiste en torturarte con cosas que quieres olvidar.

Mis ojos se cerraban, cuando oí la puerta abrirse, el olor a madera, me había avisado de su llegada, me levanté rápidamente, tenía tres días de no volver, lo abrace con desesperación, pero el me quito rápido de sus brazos - Lo siento cariño, estoy sucio quiero bañarme - se que lo estas, no tienes porque repetirlo, traes el aroma de otro omega en ti, lo sé, lo sé bien, hueles a frutas, no hueles a mi, eres amable amor, lo eres, pero eres un bastardo, un maldito bastardo, que también me lastimó y destruyó, pero soy tan idiota, que corro hacia ti aunque se que ya no me amas.

La regadera está abierta, la puerta de cristal me deja ver su figura, me despojo de mis prendas para bañarme a su lado, sus ojos llenos de jabón, y yo rodeandolo con mis brazos, en busca de que me llene de su calor, en espera de que me toque de nuevo, hace cuanto que no lo hace?, ella lo llena tanto que no me necesita?, no quiero preguntar.

- Diablos Eren, estoy cansado dejame bañar a gusto - me separó de su lado, mirando su espalda ya aclarada por el agua, marcas de uñas en tu piel, duele, duele tu rechazo, dueles, me mira arrepentido, se que sabe que he visto esas marcas, y corro a vestirme, me siento humillado, después de tantas veces que me he sentido así, aun no logro anestesiar mis sentidos.

Corro desesperado hacia afuera, no quiero que me vea llorar, tomé las llaves antes de salir, no encuentro rumbo fijo, son las diez de la noche, y camino afuera como un loco, si, estoy loco, porque he aceptado esta vida, me he obligado a seguir en ella.

Pensé ir a casa de mi amiga beta Ymir, se que ella me ayudara, ella me dará refugio, vive cerca aprieto el paso, fui cobarde al salir de casa, nunca dejaré de serlo.

Toco varias veces a su puerta, no tarda demasiado en salir, me ha visto en ese estado tan lamentable, sabe lo que me sucede y me deja entrar.

-Eren, debes aceptar que tu matrimonio se acabó, solo esta dañandote más, dejalo, no es la persona indicada para ti.

-El es muy amable, el me acepto con todo y mi inmundicia, jamás encontraré alguien que me quiera del mismo modo.

-Siempre dices eso buscando aferrarte a él, te acepto pero a que costa?, te es infiel, en tus narices, hablaras con el, te dirá que te ama y que lo siente en un mes no la verá, para después volver a buscarla, y tu vendrás aquí llorando, si es que te da tiempo escapar, porque he sido yo, quien a curado sus golpes de tu cuerpo, te pega, te engaña, porque sigues con el Eren?, no mereces esto - tienes razón Ymir, tienes mucha razón, no merezco esto.

Lloro porque tienes razón, me he humillado tanto, gente lo ha hecho y yo mismo también, porque es verdad Reiner es el alfa amable, que me ha sido infiel, me ha golpeado una y otra vez, el también es el causante de que este roto.

Dormí en la casa de Ymir, regresé a la mía, siendo las seis de la mañana, y el ya se había ido, me dejó un sobre con dinero para un mes, otro sobre que guardaré, porque el no lo sabe, pero me he mantenido por mi mismo, desde hace tanto tiempo, nunca fui un chico listo, pero siempre he sido bueno con mis manos, y es lo que me ha permitido salir a flote.

Apago la luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora