Capítulo 2. Rosas en mi almohada

497 49 2
                                    

El frío es más fuerte que otros días, la soledad se siente más pesada entre las paredes de este triste lugar, vuelvo a dar otro sorbo a mi chocolate, mientras camino por una frasada para tapar mi cuerpo, las luces de la ciudad comienzan a encenderse anunciando que la noche llegó, no prendo ninguna luz porque la oscuridad me da tranquilidad, le da sociego a mi corazón azotado por los recuerdos.

Después de haber pasado por la humillación de ser violado en un callejón, después de estar secuestrado por 3 días mi humanidad quedó por los suelos, junto con la idea de ser amado de verdad por alguien, porque a pesar de los constantes maltratos a los que era sometida mi madre, guardaba la esperanza de que conmigo sería diferente, que rompería con la maldición del amor enfermizo, duro y cruel, que yo no lloraría con la cara golpeada, pero me equivoqué.

Al principio creí que era por lástima la constante insistencia de Reiner, hacía mi, creí que era un ser patético y que me buscaba para tratar de verse genial a los ojos de los demás, porque a mis ojos era un ser increíble.

Después de subirme a su auto, Reiner manejó hacia mi casa, un barrio aún más pobre y lújubre que este, en el distrito María , el me ayudo a salir, con mucho cuidado, en el trayecto no dijo nada, quizás esperaba que fuera el que abriera el tema de conversación, pero el me había encontrado en una situación muy humillante, tenía pena y vergüenza, me sentía sucio, entre a mi casa, sin antes agradecerle por haberme llevado, Hannes salía de mi casa, lo miró sorprendido, era obvio que lo conocía.

-Muchacho te encuentras bien?- me dijo dándome unas palmadas en mi espalda, yo asentí con una sonrisa, estaba deshecho, por dentro, pero no quería que nadie más supiera mi tragedia, miró al alfa que me acompañaba, con clara señal de preocupación - el me ha traído del hospital, ha sido muy amable - el mayor acarició mis cabellos con sus manos, yo temblaba ante el toque aún tenía miedo.

-Se que es amable, trabajamos juntos - les agradecí a ambos y entre a casa, mi madre dormía, a su lado estaba su silla de ruedas, me senté en ella mirándola dormir, mis lágrimas calladas recorrían mi rostro.

Lleve mis manos a mi boca tratando de detener los sollozos que salían de mi, camine al baño, mi cara lucia terrible, me quite la ropa, mi cuerpo aun tenía las huellas de aquel alfa, pude notarlo, las huellas de sus dedos en mi cadera, y su aroma en mi camuflajeado, se que Reiner lo sintió, Hannes también, son demasiado amables para no decirlo, pero huelo a alfa, abro la llave de la regadera, dejó caer la fría agua, esperando que eso me haga despertar de esta pesadilla, pero no fue así, espero que el agua se lleve también el aroma de Reiner, porque huelo a dos alfas, uno me mató por completo, otro me salvó, la angustia de haber sido lastimado no para.

Tomé el jabón y talle mi piel hasta sangrar, me odio, me odio a mi mismo por ser débil, me odio por ser omega, me duele el alma, di gritos ahogados bajo el agua, estaba contaminado, terriblemente contaminado.

Mi madre callaba, mientras me hundía en mi miseria, ella me observaba atenta, no preguntaba nada, se lo agradecía, le ayudaba a levantarse y subir a su silla, con mi cuerpo aun adolorido, miraba la televisión, mientras me recostaba en el viejo sillón, me hacía una bolita, temblaba constantemente, no dormía y si lo lograba, despertaba con pesadillas, siempre era lo mismo, el aliento de Jean en mi nuca, sus sucias manos recorriendo mi piel, y el ardor punzante en mis adentros, no podía estar bien de ningún modo.

Después de algunos días, las náuseas matutinas y mi constante cansancio me hicieron darme cuenta que aquel hombre había dejado algo suyo dentro de mi, la prueba de embarazo con dos rayas rosas me lo confirmaba, dentro de mi cargaba la consecuencia de aquel abuso, la pastilla de emergencia no ayudó, me negaba a hablar con la gente, me negaba incluso a ir al médico, las pesadillas constantes eran una tortura para mi, mi madre solo me observaba.

Apago la luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora