1. Tres víctimas.

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Las fotos de tres mujeres se encontraban sobre el escritorio.
La primera era alta, delgada, ojos cafés y pelo negro, había sobrevivido  a una lesión con arma blanca, su esposo había muerto tratando de defenderla, pero aún así ella fue violada.
La segunda una pelirroja de cabello corto, bonita, alta, con muchas curvas, su prometido, había sido encontrado muerto a su lado.
La tercera una azabache también, sus ojos tenían un extraño brillo rojo, ella también había quedado viuda después de ese ataque.

Las tres fueron atacadas, violadas, perdieron a una persona importante esa noche y fueron heridas con armas blanca.
Las únicas pistas que tenían era que se trataba de una banda de crimen organizado. No sabían la cantidad exacta de atacantes, pero las víctimas decían que podían ser entre ocho y diez hombres.
No encontraban ADN, no encontraban nada que pudiera poner en evidencia a esos malnacidos.

Tenía ya seis meses con este caso y se sentía enojado consigo mismo, quería hacer justicia a esas mujeres pero no había podido, y eso lo frustraba aún más.

Recordó el día que la primera víctima fue encontrada, Kikio Sayo. Su esposo había sido asesinado esa noche, y ella había llegado al hospital muy herida e inconsciente, al verla de esa manera sintió ese deseo de encontrar justicia para ella y llevar a los culpables a prisión.

La segunda víctima, Yura Sakasagami, fue ultrajada dos días antes de su boda, su prometido Hiten había sido herido de muerte y por desgracia no había podido llegar con vida al hospital, Yura nececito tres meses de terapia, le era imposible conseguir dormir, pero de un día para otro dejo su terapia y se centró en su trabajo.

La tercera víctima, Kagura Onigumo, fue atacada junto a su esposo cuando se dirigían a su hogar, celebraban su aniversario número cinco, pero por desgracia ese fue el último aniversario que festejaron, ella quedó infértil debido a una herida que sufrió en el vientre.

Tres fotos de tres mujeres hermosas, tres mujeres que habían perdido a su pareja y habían sido violadas.

— Agente — hablo alguien al otro lado de la puerta.

— Adelante Sango puedes pasar.

— Hemos intentado interrogar nuevamente a la primera víctima, pero ella aún no puede recordar algo que nos dé una pista sólida.

Un suspiro salió del agente, se estaba tardando más de lo pensado en resolver el caso, lo único que deseaba era que mientras los culpables cayeran no hubiera más víctimas.

— He vuelto a llegar a un callejón sin salida, he revisado la evidencia una y otra vez pero no he encontrado nada que me lleve a ellos, lo que nos dice que no son novatos, ni principiantes. Ellos saben perfectamente lo que hacen, saben cómo evadir a la justicia y cubren muy bien sus pistas.

— ¿Que quiere decir con eso Agente? — preguntó Sango.

— He llegado a la conclusión, que al menos uno de ellos, es o fue un oficial de policía.

Sango lo miró sorprendida, a ella nunca se le hubiera ocurrido algo así, pero su superior tenía razón, por eso era Sesshumaru Taisho, el mejor Agente de investigación criminal de la agencia.

— Pero Agente, ¿No cree que eso es algo muy loco? claro con todo respeto — dijo Sango recordando que él era su superior.

— Piénsalo Sango, conocen todas nuestras técnicas, saben muy bien como cubrir sus pistas, si fueran civiles al menos cometerían un error.

Sango lo pensó un rato y después encogió los hombros, si Sesshumaru lo decía debía ser verdad, el era muy perspicaz y nunca se equivocaba.

Sango salió de la oficina mientras Sesshumaru observaba detalladamente todos los datos que tenía.
Ya muy entrada la tarde salió de su oficina, estaba agotado y estresado ese caso era demasiado difícil.
Busco las llaves de su auto una y otra vez pero no encontró nada, molesto dió la vuelta y regreso a su oficina, si sus llaves no estaban en sus bolsillos seguramente los había dejado en su escritorio.
Al encontrar sus llaves regresó nuevamente  al estacionamiento, había sido un día muy pesado quería llegar lo más pronto posible a su casa, pero al llegar hasta donde estaba su auto se detuvo de golpe.
En el parabrisas de su auto había un mensaje, y podía jurar que no estaba ahí la primera vez que llegó ahí, antes de volver a buscar sus llaves.

BESOS AMARGOS  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora