C A P Í T U L O 5

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C A P Í T U L O 5

I V Á N
Necesitaba su ayuda realmente. Había pasado más de un año desde que los asesinatos habían comenzado y no habíamos encontrado nada. Ni una sola huella o cabello del asesino, era demasiado cuidadoso con los cuerpos y sus escenas.
Gretta me observó confundida durante unos instantes, como si no comprendiera lo que estaba diciéndole.
-De acuerdo -dijo finalmente, aunque sin cambiar su expresión-. Pero no creo que pueda serte muy útil, sólo soy una camarera que habla con fantasmas.
-Esa es exactamente la razón por la que te necesito.
-¿Porque soy mesera? -cuestionó sin entender a que me refería.
- Porque hablas con fantasmas -dije riendo -¿Siempre eres así de distraída?
- La mayoría de las veces -se tomó unos segundos para pensar antes de continuar hablando -. Déjame ver si entendí, ¿Quieres que te ayude a resolver tu caso hablando con los muertos?
-Sí, eso es precisamente lo que quiero de ti -hablé extrañado y sorprendido de que lo hubiera comprendido sin que tuviera que explicárselo -. Pero no con muertos cualquiera, con las víctimas.
Se lo pensó durante otros minutos. Era entendible que necesitara tiempo para pensarlo. Ni siquiera conocía su nombre completo y ahora le ofrecía un empleo. Debía creerme un loco, y yo debía estar más que desesperado.
-No lo sé -respondió negando con la cabeza -, ya tengo un empleo y no sé si pueda con esto.
Sabía que no aceptaría al principio, así que decidí usar una mejor estrategia. Le conté sobre cada crimen que el asesino había cometido y de la manera en la que ella ayudaría a acabar con todo.
-Además ayudarías a traerles paz a esos pobres espíritus -la manipulación psicológica no era mi fuerte, pero esta vez estaba funcionando.
Algo en el rostro de Gretta había cambiado, comenzaba a ver las cosas desde mi perspectiva. La idea de ayudar a las personas con un extrañado don era algo irresistible para alguien que parecía tan solitaria como ella.
-Está bien, lo haré - dijo luego de deliberarlo por lo que me parecieron horas -. Pero tengo una condición.
-¿Cuál? -cuestioné con una ceja enarcada.
-Que tu invites la cena de esta noche -se acercó a la pared y descolgó un teléfono para luego entregármelo -. Tu ordenas.
En poco más de media hora nos encontrábamos sentados a la mesa comiendo pizza y hablando sobre cómo trabajaríamos en el caso.
-Debemos ir a los lugares de los hechos - dijo Gretta una vez que terminó de tragar su segunda porción -. Sí es que se convirtieron en fantasmas, claro. Si no están en donde fallecieron debemos buscar el lugar en donde se sentían más a gusto, el lugar donde se sentían ellos mismos cuando estaban vivos.
-Sí, creo que tienes razón -dije tomando una rebanada -¿Sabes por qué hacen eso?
-No lo sé -respondió con sinceridad -. Creo que es porque son lugares que les pertenecen, no digo que sea como tener las escrituras de una casa, sino que les pertenecen de una manera más espiritual. Como Silvia, ella murió aquí, este es su lugar.
Lo comprendí rápidamente y me pregunté a dónde habría ido yo de haber muerto.
Terminamos de cenar y nos sentamos en el sillón a ver una película. Gretta se levantó para ir a buscar helado pero no vi cuando volvió porque me quedé dormido allí.
Me desperté al otro día, en el mismo lugar, sólo que estaba cubierto con una manta gris bastante abrigada. Me levanté sin hacer ruido, le escribí una nota a Gretta y salí del departamento para ir a trabajar.
●●●
G R E T T A
La visita de Iván me había sorprendido, pero más me había sorprendido el hecho de haberlo encontrado durmiendo en mi sillón.
Lo había dejado solo por menos de dos minutos y ya estaba durmiendo. Pero, al recordar su rostro cansado y sus grandes ojeras, me di cuenta de que era más difícil que aún estuviera despierto.
Me debatí entre dejarlo dormir allí o despertarlo. No creía que alguien estuviera esperándolo ya que apenas tocaba su celular.
Finalmente, fui a mi habitación, tomé la manta más abrigada que tenía y lo cubrí con ella. Después de eso, me fui a la cama y me dormí casi tan rápido como él.
Me desperté a la mañana siguiente debido al sonido de mi despertador. Me levanté pensando que me encontraría a Iván durmiendo, pero al acercarme al sillón, él ya se había ido. Sobre la mesa había dejado el papel con su explicación sobre los médiums, pero del otro lado me dejó una nota que decía:
"Tuve que irme más temprano. El deber me llama. Nos vemos, distraída".
Y justo debajo dejó anotado su número de teléfono. Tomé la nota y la dejé en la nevera sujetada con un imán. Sabía que en algún momento podría usarlo.
Desayuné ignorando las miradas furtivas de Silvia. Cambié los canales hasta decidirme por uno de noticias.
-¡Cuánto me deprimen las noticias de hoy en día! - dijo Silvia con un falso suspiro y exagerando su reacción.
-Si quieres decirme algo sólo dilo -espeté sin dejar de mirar la televisión.
-¿Con quién dormiste anoche? - preguntó Silvia rápidamente y sin pensarlo.
-¿Qué? -pregunté entre risas.
-Está aquella manta sobre el sillón, la que sólo sacas en situaciones especiales - dijo mirándome con una ceja enarcada y una sonrisa pícara -. Por eso repito, ¿con quién dormiste anoche?
-No dormí con nadie. Me quedé hasta tarde sentada aquí, y tu sabes que siempre tengo frío -mentí.
-Ajá sí. La caja de pizza en la basura no dice lo mismo. Nunca puedes terminar una entera tu sola.
-De acuerdo - no tenía caso seguir mintiéndole, sabía todo sobre mí y no por nada era mi mejor amiga -. Iván estuvo aquí, pero no dormí con él. Se quedó dormido en el sillón.
-¡Cada vez siento más cerca las campanadas de boda! - la miré horrorizada, sólo lo había visto dos veces -. Pero dime -carraspeó al ver mi expresión y puso una sonrisa de complicidad -¿A qué vino?
-Quería que lo ayudara con un caso -me puse de pie, tomé la libreta y la metí en el bolso -. Ahora me voy a trabajar. Deja de pensar en cosas tontas ¡Nada de matrimonio por ahora! -grité antes de salir por la puerta.
-¡Sólo por ahora! -fue la respuesta de Silvia.
Después de eso, me subí en un autobús y me senté en el fondo mirando por la ventanilla. Se me agitaba el corazón cada vez que veía una camioneta parecida a la de Iván; hasta que descubrí que no era coincidencia, yo venía buscándolas sin darme cuenta.
Sacudí mi cabeza para alejar esos pensamientos y dirigí la mirada hacia la ventana otra vez. Un grave error. Si mi corazón daba vuelcos con cada camioneta, ver una exactamente igual a esa estacionada frente a la Estación Policial hizo que se me detuviera la respiración.
Negué con la cabeza y me repetí a mi misma "Dos días, lo conoces hace dos días". Me puse de pie y me bajé. Aún faltaban un par de cuadras, pero sabía que el aire fresco me ayudaría.
Me mantuve pensando en fantasmas. Al parecer, ahora tenía un trabajo gracias a que podía hablar con ellos... con todos ellos. Iván sólo podía hablar con los Comunicadores, lo cual me intrigaba debido a que él era muy nuevo en esto y no tenía manera de saberlo.
Me sorprendió la rapidez con la que llegué a la cafetería. Atravesé la puerta y lo primero que vi fue a Charlie detrás de la barra. Él me miró con la extrañeza reflejada en sus ojos.
-¿Qué haces aquí, Gretta?
-Vengo a trabajar, Charlie -respondí mientras me ponía el delantal -¿Por qué?
-Porque hoy es tu día libre, no se supone que trabajes en tu día libre -dijo en señal de reprimenda.
-Oh, lo había olvidado -hablé a la vez que intentaba recordar cuándo él me había dicho sobre mi día libre -. Pero no importa, ayer no vine y así podré recuperar el día.
-Trabajas demasiado, Gretta -ahí estaba el Charlie paternal que conocía y que tanto quería -. Creo que hasta más que yo. Pero como tu prefieras.
-Gracias.
Después de eso tomé una jarra de café y recorrí las mesas rellenando tazas y tomando pedidos para luego entregarlos.
Un calendario en una de las paredes llamó mi atención. Había cruces en las casillas de los números. Me acerqué a él y lo observé, la casilla de ese día indicaba que ya era tres de noviembre, lo que significaba que el Día de Acción de Gracias se estaba acercando. Todo eso significaba una llamada de mis padres, y eso me asustaba más que cualquier asesino en serie o fantasma Vengativo.
Mis padres nunca fueron personas demasiado cálidas o amorosas conmigo. Nunca supe el verdadero motivo de esto, si era porque creían que estaba loca o porque simplemente así era su personalidad. Pasé una infancia espantosa yendo y viniendo de psicólogos infantiles hasta que decidieron que la medicación era la mejor opción para mi salud mental. Crecí de esa manera, acostumbrada a tomar medicamentos para que los fantasmas se fueran pero que, sin importar la cantidad o frecuencia de las dosis, nunca se iban realmente. Luego llegó mi adolescencia y, junto con ella mi rebeldía. Dejé de tomar las pastillas y las reemplacé por alcohol, fiestas y sexo. No me juzguen, nunca usé drogas o me excedí en las demás, conocí muchos muertos por su culpa.
En fin, mis padres eran espantosos y nunca supieron qué hacer conmigo. Es por eso que, ni bien terminé la escuela, me fui de casa. Viví en muchos edificios o habitaciones y con compañeros tan variados como los espíritus que veía. También tuve muchos empleos y todos diferentes.
Conocí a Charlie en un bar hacía dos años. No soportó como me trataban mis antiguos jefes y, aparte de ofrecerme un buen empleo, me dio un par de consejos. Me dijo que nunca debía menospreciarme ni dejar que otros lo hicieran; también me aconsejó buscar un lugar al cual poder ir después de un día agotador teniendo la certeza de que todo continuaría en su lugar. Esa misma noche renuncié y acepté el empleo que Charlie me ofreció. Busqué varios departamentos que pudiera pagar con mi sueldo y algunos ahorros, pero me decidí por uno pequeño y oscuro.
El agente inmobiliario me había hablado sobre la señora que falleció en aquel lugar, pero nunca me dijo que estaba ocupado por ella. Sin embargo, ver como Silvia hacía tonterías porque creía que nadie la estaba viendo hizo que decidiera mudarme allí. De esa manera, Charlie y Silvia eran mis figuras paternas, mucho más que mis padres biológicos.
Charlie llamó mi atención al decirme que ya era la hora del almuerzo. Mientras comíamos no hablamos mucho, las charlas sobre la fiesta ya habían tenido lugar el día anterior, y eso supuso un alivio para mí ya que no quería hablar sobre Iván frente a mi jefe.
Terminamos con nuestra comida y volvimos al trabajo. Continué haciendo lo mismo que en la mañana hasta que hice una pausa para ir al baño. Cuando regresé, una de las mesas junto a la ventana estaba ocupada.
Pero la persona que ocupaba esa mesa tenía algo en particular: una placa policial colgando de su cinturón. Antes de que me diera cuenta, ya estaba acercándome allí.
-Buenas tardes, ¿qué desea ordenar? -cuestioné mirándolo. Él tenía la cabeza debajo de la mesa en busca de algo que se le había caído. Pero cuando se levantó debo admitir que me llevé una gran desilusión.
-¿Qué tal? Quiero un café negro y una porción de la tarta que tu prefieras, belleza -habló el hombre con el cabello oscuro y ojos profundamente azules. No le respondí al instante porque no podía creer lo estúpida que había sido al creer que sería Iván.
-Sí, enseguida vuelvo.
Tomé una rebanada de pastel de calabaza que coloqué en un plato, luego puse una taza vacía en una bandeja y llevé todo junto hasta la mesa.
-Aquí tienes, ¿puedo ofrecerte alguna otra cosa? -pregunté ahora ya más calmada mientras llenaba la taza de café.
-De hecho, estoy esperando a alguien así que sólo voy a pedirte otra taza -habló a la vez que me dedicaba una deslumbrante sonrisa.
-De acuerdo - no me tomó más de dos minutos ir hasta la barra y volver, pero cuando regresé a la mesa había otro policía sentado frente al primero.
-¿Gretta? -preguntó el segundo hombre mirándome atentamente. Ojos marrones, pelo rubio, sonrisa más brillante que cualquier estrella. Mi corazón dejó de latir, pero no sabía si había sido por verlo a él o por la reacción que me produjo verlo.
-Ho-hola, Iván -¿acaso esa fue mi voz temblando? -¿Qué haces por aquí?
-¿Así que tú eres Gretta? -cuestionó el hombre de cabello negro.
-Él es mi compañero Josh. Josh, ella es Gretta -Josh me tendió la mano y se la estreché -. Josh está trabajando junto a mí en el caso, y él ya sabe de qué manera vas a ayudarnos.
-Oh, es bueno no tener que explicarlo -dije intentando parecer más relajada.
-Gretta, dime -comenzó Josh -, ¿hay algún fantasma por aquí cerca?
-Hay muertos en todos en todos lados, como el que está justo detrás de ti.
El rostro de Josh se transformó en una mueca horrorizada y se volteó rápidamente, aunque no pudo ver nada. En realidad, no había ningún fantasma detrás de él, pero fue muy gracioso verlo.
-Tranquilo, no hay nadie allí -dije entre risas.
-Eso es un alivio -suspiró Josh -. Pudiste haberme avisado, imbécil.
- No puedo verlos a todos, genio -dijo Iván y la chispa de la duda resurgió en mí.
-¿Cómo sabes que no puedes verlos a todos? -pregunté sin poder contenerme.
-Cuando estuve en el hospital había un hombre que siempre estaba mirándome, así que le pregunté por qué lo hacía. Aquel hombre no podía creer que le estaba hablando a él. Así que cuando se dio cuenta de que yo no estaba entendiendo nada se tomó su tiempo para explicármelo todo -después de eso hizo una pausa para robarle el café y la tarta a su compañero -. Jamás hubiera imaginado que habían tantas clases de fantasmas dando vueltas por ahí.
-Creo que comenzaré a ver la saga de Actividad Paranormal -dijo Josh haciendo que Ivan y yo estalláramos en risas.
-No es muy buena -dije una vez que pude parar de reír -. Escuchen, tengo que seguir trabajando, pero después podemos continuar hablando sobre fantasmas.
-Puedes venir esta noche a la estación, así puedes conocer los perfiles de las víctimas y podemos planear cómo avanzaremos en el caso -dijo Iván mirándome a los ojos.
-De acuerdo -fue todo lo que pude decir sin apartar mi vista de sus ojos marrones.
-Perfecto -habló Josh dando una palmada que me hizo sobresaltar y centrar mi atención en él -. Te veo en la estación -luego de decir eso, se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta para detenerse allí, como si hubiera recordado algo repentinamente -. No te olvides de pagar.
Una vez que Josh salió de la cafetería pudimos oír como sus carcajadas atravesaban toda la calle.
-¿Siempre es así? -pregunté mientras veíamos como Josh nos saludaba desde su auto en movimiento.
-Si, pero una vez que te acostumbras no es tan malo -dijo a la vez que sacaba unos billetes del bolsillo y los dejaba sobre la mesa -. ¿A qué hora termina tu turno?
-A las siete de la tarde.
-De acuerdo, a esa hora estaré aquí -dijo levantándose y señalando el dinero de la mesa -. Quédate con el cambio. Te veré más tarde.
Luego se alejó de la tienda a la vez que lo seguía con la mirada hasta perderlo de vista. Volví a la realidad cuando Christina se me acercó y comenzó a hacerme preguntas.
-¿Quiénes eran esos dos? -preguntó mientras se inclinaba sobre la mesa para ver por la ventana.
-Unos amigos que conocí hace poco -respondí a la vez que recogía las cosas de la mesa.
-¡Debes presentármelos! -exclamó entusiasmada -. Aunque sea a uno de ellos, así podemos hacer una cita doble...
No estaba escuchándola realmente y quería librarme de ella de la manera más educada posible. Pero como no conocía una manera educada o amable de hacer callar a una persona, corté su palabrerío alzando la voz.
-Tengo que ir al baño, lo siento -dije y troté hasta la puerta de este con Christina pegada a mi brazo. Cuando pude soltarme entré y trabé la puerta.
-Tal vez puedas presentarme al rubio, aunque el morocho también tiene su encanto -no lo creo, Christina. Quizá puedas soñarlo -. En fin, volveré al trabajo.
Una vez que estuve segura de que Christina se había ido suspiré aliviada. Una de las cosas que me gustaban de la gente muerta es que te dejaban tu espacio. Miré mi reflejo en el espejo y me horroricé al ver mi cabello despeinado. Mis habituales ojeras oscuras hacían contraste sobre mi piel pálida y mis ojos celestes.
¿Iván me había visto de aquella manera? Me mojé las manos y me las pasé por la cara, necesitaba dejar de pensar en él y en lo que me provocaba.
En aquel momento, la luz que alumbraba el baño se apagó por completo dejando todo en penumbras y la temperatura disminuyó tanto que parecía ser pleno invierno. Me quedé sin moverme y apreté los ojos fuertemente. Cuando creí que la luz había regresado los abrí, pero estaba equivocada.
Parado frente a mí se encontraba el mismo Vengativo que había visto varias veces. Su rostro sobresalía del espejo, dando la impresión de estar viendo mi propio reflejo.

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¡Otra semana y un nuevo capítulo!
Muchas gracias por leer esta historia y no te olvides de presionar la estrellita si te gusta lo que lees ♡♡

Ig: legado_de_muertos (la página estará más activa durante las próximas semanas)

El Legado De Los Muertos {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora