C A P Í T U L O 4

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C A P Í T U L O  4

I V Á N
  La llamada de Josh, mi compañero y mejor amigo desde que íbamos a la secundaria, me había hecho salir corriendo de la casa de Gretta. El asesino lo había hecho nuevamente, otra vez había matado.
  La escena del crimen era a las afueras de la ciudad, tan sólo a veinte minutos del centro. Al llegar allí estaba Josh, vestido con un gabardina gris y con un traje formal colgando de una mano. Lo tomé sin siquiera saludarlo y fui corriendo a ponérmelo.
  Me quité el maquillaje con unas servilletas que había en mi camioneta e intenté hacer lo mismo con mi cabello, sin embargo, aún se notaba algo de verde en él. Una vez que estuve más o menos presentable salí y fui corriendo con Josh para que me diera todos los detalles.
-Hombre, treinta años aproximadamente. Causa de muerte, una p...
-Puñalada -completé por él -.¿Cuándo sucedió?
-Esta noche -respondió entre suspiros.
-¿Cómo es que lo encontramos tan rápido? -cuestioné confundido. La mayoría de las veces los habíamos encontrado entre una o dos semanas después de sus muertes.
-Por esto -dijo y sacó una bolsa de evidencia de su bolsillo. En ella había una carta manchada en una de sus esquinas que estaba escrita con una letra irregular y apresurada -. Esto lo dejó él en la Estación junto con las instrucciones para encontrar el cuerpo. Es para ti.
  Era una carta del asesino. Me puse unos guantes y la abrí. La tinta roja en contraste con la hoja blanca era espeluznante. En ella se leía:

"Queridos oficiales de policía:
Antes no me había animado a escribirles porque tenía miedo. Miedo de que mis planes se vieran frenados gracias a ustedes. Pero aquí estamos.
El motivo de mi carta es simple, dejarles en claro que sólo yo tengo el control de esta situación. Que sólo yo decido quién vive y quién muere. Sólo yo elijo a quién ustedes encontrarán. Y con respecto a lo que se dice en televisión, sí, estoy realizando un ritual satánico.
Pero no se preocupen, a mis demonios no les gustan los policías. Por eso estás vivo, Iván Nicholson.
Atte.: El Asesino de Almas.
Pd: Espero que les guste el nombre que me escogí porque ustedes no saben escoger nombres ¿El Satánico? ¿Quién se llama así?".

  Mierda, el hijo de puta me conocía, y bastante bien a decir verdad. Sabía mi nombre y en dónde trabajaba, y era posible que supiera mucho más que eso.
-¿Acaso sabe que lo estoy buscando?-le pregunté a Josh una vez que le devolví la carta.
-No lo sé, pero es muy probable -respondió con un gesto apesadumbrado -. El tipo te conoce, sabe tu nombre.
  Nos quedamos unos momentos en silencio a la vez que caminamos hasta la escena del crimen. Todos a mi alrededor esperaban mis ordenes, a pesar de que algunos de ellos ya estaban tomando fotografías o señalando marcas en el piso. Respiré hondo y comencé a hablar.
-¡A trabajar, señores! Quiero que revisen cada centímetro de esta escena y miren debajo de cada maldita piedra -todos comenzaron a correr de un lado a otro y comenzaron a hacer sus tareas. Esa era la clase de orden que más me gustaba -. Y que alguien revise esta carta. Quiero saber si ese bastardo dejó una minúscula partícula de algo que nos diga quién es -una mujer se me acercó para llevarse ese pedazo de papel -. Necesito que analicen todo, desde la caligrafía hasta la tinta, quiero saber hasta la marca de esa bolígrafo.
  El hombre estaba recostado en el piso, con sus brazos abiertos y sus piernas juntas, similar a Cristo en la Cruz. Había muchas velas negras dispuestas a su alrededor que habían sido encendidas y que ahora estaban apagadas y a medio derretir. Y sobre su pecho, una estrella de cinco puntos tallada con cuchillo.
-Igual que los otros -dije observando el cadáver.
  Ninguna de las victimas habían muerto en esos lugares. El asesino traía los cuerpos y luego armaba todo lo demás. Esas pobres personas eran desde bancarios hasta maestros de escuela, y su manera de capturarlos no parecía decirnos nada, solo lo hacía de noche y eso significaba que planeaba sus movimientos. Era como si él estuviera enojado con todo el mundo y la única manera de exteriorizar esa furia era asesinar a cualquiera.
  El hecho de no seguir un patrón especifico lo hacía impredecible y sumamente peligroso para todo y todos. La gente de la ciudad tenía miedo de caminar por las calles a solas, pero estar acompañados tampoco iba a servirles de mucho.
-Igual que los otros -afirmó Josh, luego hizo una pausa para mirar a nuestras espaldas -. ¡Ay, mierda! ¡Cubran todo!
  Me giré para ver a qué se refería. Un grupo de reporteros con micrófonos y cámaras se abalanzaban hacia nosotros con un paso muy apresurado. Me acerqué a ellos para frenarlos y darles más tiempo a mis compañeros de cubrir la escena.
-Buenos días, ¿es verdad que es el mismo asesino de los rituales? - preguntó el reportero rápidamente.
-No puedo revelar esa información hasta confirmarlo -dije de manera cortante.
-¿Es un hombre o una mujer la víctima?
- No puedo revelar esa clase de detalles aún.
-¿Están tras alguna pista? -cuestionó aún sin darse por vencido.
-Tampoco puedo revelar eso -me di la vuelta para ver la escena y ya estaba cubierta, así que decidí terminar con la entrevista lo antes posible -. Discúlpeme, pero tengo trabajo que hacer.
  Corrí lo más rápido que puede para alejarme de ellos mientras que otros oficiales colocaban unas vallas para impedirles el paso a los insaciables periodistas.
-Parecen unos zombies hambrientos en busca de un jugoso humano. Creo que los odio un poco -dijo Josh poniendo las manos en el cinturón. Él lucía tan despreocupado frente a los cuerpos que hasta resultaba algo perturbador -¿Tú también?
- No lo sé, Josh -respondí con un suspiro -. Estoy pensando en el asesino, y en que ese pobre hombre pude haber sido yo.
- Lo sé, viejo. Pero vamos a atrapar a este tipo -siempre tan optimista -. Aunque, hasta este punto, los únicos que tienen todos los detalles sobre esto son el asesino y las víctimas.
  En ese momento me llegó una idea a la mente. Una idea que involucraba a una persona que conocía desde hacía menos de un día.
-¡Josh, eres un genio! -exclamé entusiasmado.
-Eso ya lo sé -contestó como si fuese una obviedad -. Pero, ¿por qué lo dices esta vez?
  Josh era mi mejor amigo, la persona en quien más confiaba. Sin embargo, aún no le había dicho que podía hablar con los muertos después de casi morir. De hecho, era gracias a él que aún continuaba con vida. No sabía por qué no se lo había contado, no era miedo a que me tratara como un loco, él no me iba a juzgar. Quizá no había encontrado el momento y las palabras adecuados.
-Josh, tengo que contarte algo.
-De acuerdo. Vayamos por un café y nos encerramos en tu camioneta mientras estos tontos levantan al pobre desgraciado y lo llevan a la morgue.
-Por Dios, ten algo de respeto por los muertos -hablé a modo de reprimenda.
-¿Por qué? Si ya no pueden oírme - dijo sonriendo -¿Te traigo tu café como siempre?
-Sí, y tu invitas las donas.
  Unos minutos después estaba sentado en mi camioneta esperando a Josh. Él se acercaba rápidamente, con su cabello oscuro ondeando en la brisa otoñal y llevando los cafés y la bolsa de donas en las manos. Mi amigo entró rápidamente y me entregó lo que había comprado para mí.
  Nos quedamos mirando a través del parabrisas en silencio. Así era siempre con Josh, los momentos en silencio no eran para nada incómodos, no necesitábamos nada más. Sin embargo, en este momento si necesitábamos hablar.
-¿Qué querías decirme? - preguntó mientras mojaba un pedazo de doña en su café, una costumbre que tenía desde siempre.
-Casi muero hace un año.
- Lo sé, yo te salvé la vida.
-Y creo que ese hecho me dio... ¿poderes? -comencé no muy seguro. Él sólo me miró extrañado y esperó a que continuara -. Creo que ahora puedo hablar con los muertos.
-De acuerdo, no es lo que estaba imaginando pero está bien -se quedó pensativo unos momentos, como si estuviera digiriendo mis palabras -¿Ahora eres una especie de guija humana o algo así?
- En realidad no lo sé. Sé que puedo hablar con algunos fantasmas.
-¿Y podrías hablar con mi abuelita? Es que quiero preguntarle en dónde guardaba el dinero que nunca encontré.
  Así era Josh, transformaba un momento serio en uno divertido y lo hacía más llevadero para todos. Creo que era eso lo que hacía mi mejor amigo, su capacidad de siempre hacerme reír y ayudarme a pensar en positivo.
- No funciona así -comencé para intentar explicarle -. Ellos vienen a nosotros y nos hablan. Esta noche conocí a alguien que también puede hablar con ellos, pero ella nació de esta manera y puede hablar con todas las clases de fantasmas que hay.
-Espera, espera. Tengo un par de preguntas -dijo con el seño fruncido para darme a entender que no estaba entendiendo algo -. Primero, ¿hay distintos tipos de fantasmas? Segundo, si a mí me pasara lo mismo que a ti, ¿también podría hablar con los muertos? Tercero y mucho más importante, ¿así que conociste a alguien? No sólo a "alguien", a una chica.
-Sabía que dirías algo como eso - decidí ignorarlo y responder a sus preguntas-. Sí, cinco tipos como mínimo. Pero no tengo idea de si te pasaría lo mismo.
-Vamos, ¿cuál es su nombre? -preguntó en tono coqueto -. Espera, ¿la conociste esta noche? ¿En dónde?
-Sí, fui a una fiesta de disfraces con mi primo. La conocí en la barra, le invité un trago y bailamos un rato. Luego la llevé a su casa y, en el momento en que ella estaba por bajarme los pantalones apareció un fantasma -dije para explicarle mi noche.
-¿Y es sexy? - preguntó sin darle mucha importancia al hecho de que ella y yo hablábamos con personas muertas.
-Mucho -respondí a la vez que pensaba en la cercanía de su cuerpo y en su largo cabello negro-. Su nombre es Gretta.
-Oh, oh - dijo Josh a la vez que me miraba asustado -. No hablas de una chica de esa manera desde...
-Desde Emily -completé. Nos quedamos en silencio.
-Lo siento, viejo.
-No te preocupes, fue hace mucho tiempo -dije intentando no pensar en ella.
  Nos quedamos otro momento en silencio hasta que Josh volvió a romperlo.
-Mira, debo irme ya -habló al mismo tiempo que abría la puerta y salía al frío mediodía de noviembre -. Así que hazme un favor.
-¿Cuál? -pregunté extrañado.
- No violes a esa dona -dijo estallando en risas y señalando la dona a medio comer de mi mano.
-¡Vete a la mierda! -exclamé riendo. Luego chocamos los puños, nuestro saludo habitual, y él cerró la puerta para irse trotando a su auto.
  Estaba por encender la camioneta para largarme de allí cuando el teléfono sonó en mi bolsillo. Era un mensaje de Josh que decía: "Y lávate el cabello, por favor ¿De qué te disfrazaste? ¿De Shrek?"
  Ni siquiera le respondí. Conduje a casa rápidamente y lo primero que hice cuando llegué fue darme un baño.
  Con los ojos cerrados y mis manos tallando mi cabello no pude evitar pensar en Emily.
  Emily era la hermana menor de Josh y fue mi novia durante seis años. La amaba como loco. Pero el amor no fue suficiente para el cáncer. Peleó durante más de un año, con todo tipo de tratamientos. Pero, luego de saber que nada había funcionado, ella decidió rendirse. Creí que mi vida se acabaría junto con la de ella.
  Cada día me despertaba y no sabía de dónde sacaría las fuerzas para seguir si no la tenía a mi lado. Así que me enfoqué tan duro en el trabajo que en poco tiempo me ascendieron. Con veintisiete años era el detective más joven de la policía de mi ciudad. Durante todo ese tiempo aprendí a vivir de nuevo, hasta que casi muero. No quería irme, sentía que todavía podía ayudar a muchas personas.
  Y luego, Josh me encontró en dónde estaba desangrándome y me salvó la vida. Es por eso que voy a estar eternamente agradecido con él.
  Terminé de bañarme y me envolví una toalla en la cintura. Me acerqué al espejo del lavamanos y observé mi reflejo. Por suerte ya no quedaban rastros de la pintura en el cabello. Mis ojos estaban adornados por dos bolsas oscuras que resaltaban mi falta de sueño. 
  Fui a mi habitación y me vestí únicamente con un bóxer que escogí al azar de un cajón. Me recosté boca abajo en el lado izquierdo de la cama y estiré un brazo hacia el lado derecho, donde Emily solía dormir.
  No tardé más que segundos en dormirme. Sin embargo, tuve una pesadilla en la que el Asesino de Almas volvía a matar. Se trataba de Emily, estaba en la misma posición que el hombre de hoy y tenía los ojos clavados en mi. Parpadeó una sola vez y su boca formuló la palabra ayuda. En ese momento, pasé a ocupar su lugar, pero era a Gretta a quién estaba viendo.
-¡Ayuda! -grité al despertarme de un salto.
  La cicatriz de mi espalda, a pesar de ya haber sanado hacía meses, comenzó a dolerme. Me levanté de la cama y me froté la nuca. El sueño había sido tan realista y tenebroso que me había asustado realmente.
  Había dormido toda la tarde debido a que, cuando abrí la ventana, pude ver como el cielo ya estaba oscureciendo. Fui directo al baño a cepillarme los dientes, luego me puse unos vaqueros y encima una camiseta negra. Tomé las llaves de la camioneta y conduje hasta la casa de Gretta. Llamé al portero automático y esperé por su voz.
-¿Sí? - preguntó con voz cansada luego de un momento que se me hizo eterno.
-¿Gretta? Soy Iván -hablé con un tono calmado intentando contener mis ganas de decirle todo allí -¿Puedo subir?
  Esperé por su respuesta pero no la hubo; en su lugar, me abrió y me dejó subir. Tomé el ascensor y, mientras subía, miré mi reflejo en el espejo. Lucía terrible y todavía tenía las manchas oscuras alrededor de mis ojos, aquella pesadilla no me había dejado descansar. Una vez que llegué a su piso toqué la puerta y no tuve que esperar porque ella me abrió muy rápido.
  Se hizo a un lado y me dejó pasar. Avancé hasta el sillón y le hablé mirándola fijamente a los ojos.
-Quiero que me ayudes, Gretta.
-¿Con qué? - preguntó mirándome con el seño fruncido en señal de confusión.
-Quiero que me ayudes con mi caso, creo que se cómo puedo resolverlo -dije al fin.

***

Otro sábado y, nuevamente, ¡gracias por darle una oportunidad a esta nueva historia!

Nos leemos el sábado que viene con un nuevo capítulo y no te olvides de votar si te gusta lo que lees ♥️♥️

Ig: legado_de_muertos

El Legado De Los Muertos {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora