C A P Í T U L O 10

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C A P Í T U L O  10

I V Á N
  No sabía cómo sentirme. Estaba emocionado ante la idea de volver a ver a mi padre y poder hablar con él, pero también estaba asustado por la misma razón.
  El ambiente en la casa de Gretta era alegre y tranquilo comparado con mi interior. Ella y Josh estaban en la cocina preparando la cena a la vez que reían y bromeaban. Yo los observaba desde lejos mientras intentaba leer uno de los perfiles de las víctimas y trataba de encontrar una conexión entre ellas. Lo único que podía relacionarlas era que todas las personas asesinadas vivían en esta misma ciudad, pero nada más.
  No me había dado cuenta de que Gretta me estaba observando nuevamente después de haber hecho aquel comentario sobre mi parecido con mi padre. La foto aún reposaba sobre la mesa.
-¿Por qué necesitas una foto de mi padre? -le pregunté.
-Porque creo que necesito conocer su aspecto físico para poder invocarlo -respondió ella -. Cuando invoqué a Silvia la visualicé frente a mi.
  No lo había pensado hasta el momento pero tenía sentido.
  Ella continuaba mirándome y, al contrario de la última vez, no apartó su mirada. Sin darnos cuenta, nos acercamos hasta casi rozarnos y quién sabe que pudo haber pasado si Josh no nos interrumpía.
-Ay, por favor -dijo colocando la mano que sostenía una cuchara en su cintura -. Si van a estar dándose esas miraditas toda la noche yo me voy y los dejo a solas para que hagan sus cochinadas.
  Nos apartamos rápidamente y Gretta soltó una risita nerviosa.
-Hablando de miraditas -comenzó ella haciendo énfasis en la última palabra para cambiar de tema -, mi compañera de trabajo, Christina, está interesada en ti.
  Josh y yo intercambiamos una mirada cómplice antes de estallar en risas. Gretta nos veía sin comprender y mi mejor amigo tuvo que tomar grandes bocanadas de aire antes de volver a hablar.
-Sí, parece buena chica. Tal vez me divierta con ella antes de decirle -luego de eso, Josh volvió a quedarse sin aire debido a la risa.
-¿Decirle qué? -Gretta estaba realmente confundida.
-Gretta, querida -mi amigo había adoptado una postura más femenina e incluso había afinado su voz para explicarle -, soy gay. -Gretta alzó las cejas en señal de sorpresa.
-Permíteme decirte que jamás lo habría imaginado -habló aún sin salir de su asombro.
-Lo sé. Nadie se lo imagina ya que no cumplo con los estereotipos de los libros y películas -dijo -. No viví toda mi adolescencia en el closet, no estoy secretamente enamorado de mi mejor amigo y tampoco quiero acostarme con cada hombre que tengo enfrente.
  La charla continuó igual de animada hasta la cena. Josh nos preparó lasaña, su especialidad. Me senté junto a Gretta sólo para sentirla cerca. Durante más de cinco años no me había sentido atraído hacia ninguna otra mujer, pero cuando ella se sentó a mi lado en la barra de aquella discoteca y dirigió sus preciosos ojos azules hacia mí se me fue el aire. Fue atrevida al pedirme que la besara y la forma en la que me tocó realmente me volvieron loco.
  Era tan hermosa que olvidabas hasta tu nombre. Rocé accidentalmente su brazo con el mío y ella me sonrió dulcemente. Pero tuve que apartar la mirada cuando la imagen de Emily se apareció en mi mente. De ninguna manera podría olvidarme de ella, me negaba a hacerlo.
  Terminamos de cenar y preparamos todo el lugar para realizar la sesión. Mis nervios se encendieron junto con la vela que tenía delante y mi entusiasmo se apagó al mismo tiempo que la luz de la habitación. Gretta colocó la foto de mi padre frente a ella, nos tomó de las manos a Josh y a mí y, con un suspiro, cerró los ojos.
  Yo cerré los míos e intenté concentrarme en mi padre.
-Drake Nicholson, necesitamos hablar contigo -comenzó ella -. Drake Nicholson, necesitamos hablar contigo.
  Los segundos pasaban pero nada sucedía. Yo comencé a impacientarme y a removerme en la silla. Sin embargo, Gretta no se dio por vencida y lo intentó otra vez, sólo que con mucha más intensidad.
-Drake Nicholson. Drake Nicholson, necesitamos hablar contigo. Drak...
  Un frío glacial nos golpeó en la cara de tal manera que me obligó a abrir los ojos, pero lo que vi a continuación me petrificó.
  La vela aún estaba encendida y Gretta nos apretaba fuertemente las manos, sus ojos se movían de un lado a otro bajo sus párpados cerrados y de sus labios se escapaban unos susurros inentendibles. Le eché una rápida mirada a Josh pero él sólo la observaba horrorizado.
  Sin previo aviso, Gretta se detuvo por completo. Sus párpados se abrieron lentamente pero detrás de ellos no estaba su mirada azul. Sus ojos estaban volteados completamente, sólo había color blanco. Sus manos soltaron nuestro agarre.
  Su espalda se despegó de la silla y se dobló de tal manera que su cabeza quedó del revés. Mantuvo esa postura durante unos segundos antes de desplomarse sobre el suelo.
-¡Gretta! -grité asustado.
  Me levanté rápidamente y la cargué en mis brazos hasta llevarla a la cama. Silvia apareció en ese momento y su cara de preocupación me alarmó mucho más de lo que ya me encontraba.
-¡Dios mío, Gretta! -dijo el fantasma a la vez que yo le apartaba un mechón de cabello de la frente cubierta de sudor -¿Qué sucedió?
-Se desmayó en medio de la sesión -respondí a la vez que comprobaba su pulso. Afortunadamente aún respiraba -¡Josh, tráeme un vaso de agua!
  Luego de un minuto, mi amigo depositó un vaso de agua en la mesita de luz con manos temblorosas. Desesperado, le di unas palmadas un poco fuertes en las mejillas hasta que ella finalmente abrió los ojos.
-¿Qué sucedió? -cuestionó Gretta haciendo que Silvia y yo suspiráramos del alivio.
-Te desmayaste -le dije a la vez que la ayudaba a sentarse y le daba el vaso de agua -¿Te golpeaste la cabeza? ¿Te duele algo?
-Sólo me duele un poco la espalda, pero estoy bien -lucia algo desorientada, pero no parecia tener algo malo.
-¿No deberíamos llamar a un doctor? -preguntó Silvia.
-Sin doctores -repuso Gretta -. Estoy bien.
  A todo esto, Josh nos observaba desde la puerta con terror en sus ojos. Se abrazaba a si mismo y parecía al borde del llanto.
-Vete a casa, Josh -le dije tranquilamente para evitar asustarlo.
  Él me observó durante un instante y luego se concentró en Gretta.
-¿Seguro que estás bien? -dijo con todo su cuerpo temblando.
-Sí, estoy bien -afirmó ella -. Puedes irte tranquilo.
  Sin dar tiempo a que alguien dijese lo contrario, mi mejor amigo tomó sus llaves y su abrigo y salió corriendo del departamento.
-Tú también deberías irte -habló ella dirigiéndose a mí -. Ya me encuentro bien y Silvia puede cuidarme.
-No lo creo -dije negando con la cabeza -, me quedaré aquí.
- No, Iván. Debes irte, mañana verás a tu familia -contraatacó ella -. Si sucede algo prometo que te llamaré.
  Tenía razón, si quería que mi madre no se preocupara debía descansar un poco. Pero una idea mejor se me cruzó por la mente.
-Me quedaré -dije cruzándome de brazos -. Mañana vendrás conmigo.
-¡No! No, no y no -dijo seriamente -. Vete a tu casa, la falta de sueño te está nublando el cerebro.
  Me levanté de la cama, caminé hasta la puerta y, antes de cerrarla, la miré sonriente.
-Buenas noches -dije riendo.
  Afortunadamente el desmayo no había sido nada grave. Aunque estaba algo desilusionado por no poder ver a mi padre. Soplé la vela que había quedado encendida y guardé la fotografía en mi billetera.
  Me saqué las zapatillas y me recosté en el sillón. Cerré los ojos e intenté relajarme, pero el leve peso de algo sobre mis piernas me sobresaltó.
  Gretta estaba de pie frente a mí y me había dejado una manta.
-Buenas noches -dijo antes de volver a su habitación.
●●●
G R E T T A
  Nuevamente, la sesión fue demasiado para mi mente y cuerpo. Intentar encontrar a Drake fue mucho más duro de lo que imaginaba.
  Su rostro no apareció, sólo había una niebla densa y gris que me confundía. De aquella bruma sólo salían susurros escalofriantes que luego se reproducían en mi garganta. Y el frío que sentía se asemejaba a estar bajo la nieve helada en traje de baño. Sentí que había perdido el control de mi cuerpo cuando mi espalda se dobló involuntariamente.
  Después de haber pasado por todo eso era frustrante no haberlo encontrado.
  No habían pasado ni cinco minutos luego de haberle dejado la cobija a Iván que ya se escuchaban sus ronquidos. A mi lado en la cama, Silvia aún reflejaba la preocupación en su rostro.
-Yo sabía que algo malo podría sucederte, cariño -dijo ella mirándome con ternura.
-No te preocupes, todo está bien -susurré para tranquilizarla -. Me voy a dormir, apenas no puedo mantener los ojos abiertos.
  Cerré los ojos y me quedé dormida al instante. Sin embargo, me despertaba constantemente ya que creía escuchar los susurros otra vez.
  Era casi medio día cuando escuché la puerta de la entrada cerrarse. Me levanté frotándome los ojos y me detuve frente al sillón. Iván había doblado prolijamente la cobija y, sobre ella, había dejado una nota.
  "Me voy a mi casa a tomar una ducha y a cambiarme de ropa. Pasaré a recogerte a las 18:00 hs. Y no voy a aceptar un 'No' por respuesta, distraída".
  Al parecer no había forma de evitar aquella cena, aunque la nota era un lindo gesto de su parte.
  A diferencia de la última sesión, está vez no estaba tan cansada, mi cuerpo y mente ya se estaban acostumbrando a la invocación. Eso me dio esperanzas de que la sesiones se volvieran un poco más fáciles de realizar.
  Me duché con agua caliente y traté de no esforzar mi espalda para evitar el dolor. Salí del baño envuelta en una toalla y elegí mi ropa para la noche. Silvia apareció a mi lado y sonrió ampliamente cuando me probé un suéter de color canela y unos pantalones negros.
-Te ves preciosa, Gretta -dijo mi amiga  -. No puedo creer que vayas a conocer a su familia.
-Yo tampoco lo creo -suspiré. Jamás había conocido a los padres de ningún amigo y no sabía cómo debía actuar -. ¿Está bien si voy vestida así?
  Silvia no pudo responderme ya que el teléfono comenzó a sonar. Ya sabía quién era. Me acerqué lentamente mientras la insistente melodía no dejaba de sonar. Levanté el aparato y lo coloqué en mi oreja.
-¡Feliz cumpleaños, hija! -dijeron mis padres al unísono.
-¿No deberían decir eso el día de mi cumpleaños? -mascullé.
  Desde que tenía memoria, mis padres nunca me habían saludado el 31 de octubre, siempre lo habían hecho casi un mes después.
-Cada año respondes más amargada que el anterior -dijo mi madre con disgusto, el mismo tono que siempre usaba conmigo,  pero luego cambió a un tono más alegre -¿Cómo has estado?
-Muy bien, para tu desgracia. Cada día veo a más personas muertas -lo dije para hacerla enfadar, nada la ponía más furiosa que mis supuestas "alucinaciones".
-No digas esas cosas, hija -lo había conseguido, ya estaba enojada y eso sólo me hizo sonreír -¿Por qué eres así? ¿Tanto disfrutas con mi disgusto?
-Sí, la verdad es que me divierto bastante.
-Nunca pude entenderte -dijo ella con cansancio.
-Y yo nunca pude entenderte a ti -ahora yo estaba enojada. Mis padres jamás se habían esforzado por mí, siempre dejaron todo a manos de doctores y medicamentos -¿Qué clase de madre no saluda a su hija en el día de su cumpleaños? Esa es una de las muchas cosas que no entiendo.
-Cuando naciste tenías el cordón umbilical enrollado en tu cuello. Naciste muerta, Gretta -comenzó mi madre -. Los médicos estaban muy asustados y fue un milagro que vivieras debido al tiempo que pasaste muerta. Estuviste en el hospital hasta el 26 de noviembre, para mí es el día que naciste.
  Estaba muy sorprendida. Me quedé en silencio con el teléfono pegado a mi oreja mientras digería aquella información. Nunca había escuchado aquella historia, mis padres jamás me lo habían revelado. En aquel instante recordé la conversación que había tenido con Iván la noche en la que lo conocí.
-Lo siento, hasta hace diez minutos creí que podía hablar con los muertos por una superstición de viejas locas; pero ahora resulta que, si estás apunto de morir pero no lo haces, también puedes hablar con los muertos.
-¡Eso es! - dijo entusiasmado y dando un golpe sobre la mesa -. Esa es la respuesta.
  Sólo lo miré confundida ya que no entendía a qué se debía su reacción.
-El hecho de estar a punto de morir me acercó al Más Allá, y ahora estoy en el medio - dijo Iván intentando explicarse.
-¿Gretta, sigues ahí? -preguntó mi madre desde el otro lado de la línea. No me había dado cuenta de que ya no la escuchaba.
-¿Por qué nunca me lo dijiste? -pregunté en un susurro. Ella no respondió así que volví a hablar, casi a los gritos esta vez -¡Responde! ¿Por qué nunca me lo dijiste?
  Estaba tan enojada con mis padres. ¿Cómo pudieron haberme ocultado algo como aquello? Si Iván estaba en lo cierto, esa era la verdadera razón de mis poderes y no aquella estúpida superstición que encontré en Internet. Toda mi vida había creído en una estúpida mentira sólo para intentar tener una explicación para lo que veía y escuchaba.
-No creímos que fuese relevante para tu vida, hija -respondió tranquilamente y eso sólo me enfureció aún más.
-¡Te das cuenta de que esa es la verdadera razón! ¡Esa es la causa de mis...! - me detuve antes de terminar la frase -. No quiero volver a saber nada de ustedes.
  Y colgué el teléfono rápidamente. Había comenzado a llorar. La razón era clara, había vivido en la ignorancia toda mi vida hasta que, veinticinco años después, había descubierto quién era y por qué.
  Me sequé las lágrimas para poder maquillarme sin inconvenientes, mis padres no valían la pena. Luego de alisarme el cabello y de que Silvia me dijera lo hermosa que me veía como cinco veces, estaba lista para la cena.
  Iván estaba en lo cierto. La muerte era la causa. La muerte sólo era el principio.

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¡Otra semana y un nuevo capítulo!
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Ig: legado_de_muertos (la página estará más activa durante las próximas semanas)

El Legado De Los Muertos {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora