C A P Í T U L O 20

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C A P Í T U L O  20 

I V Á N
  Josh se estaba tardando demasiado. Hacía una hora que me había dicho que estaba viniendo pero aún no llegaba.
  Su cita con Archie había sido un éxito total. El chico le había dejado usar su clave de seguridad y Josh pudo encontrar la información necesaria para liberar a Gretta del manicomio, pero no quiso revelarme nada por teléfono.
  Estaba caminando de un lado a otro en mi departamento preocupado por mi mejor amigo. Él entró tranquilamente por la puerta y fue hasta la alacena donde buscó algo para comer como si fuese su propia casa. Simplemente lo observe con las cejas levantadas.
-Perdóname, Iván, pero no tuve tiempo de comer en casa de Archie -me sonrió de manera pícara y luego se llevó un puñado de cereal a la boca -.¿Si me entiendes?
-No me interesa, Josh -espeté. Sólo quería conocer la información, ya habría tiempo para hablar de su cita -¿Que averiguaste?
-Bueno, el doctor se llama Martin Clementon. Un expediente casi limpio, a excepción de una denuncia por una paciente en el año 2010 -me entregó un expediente -. Su nombre era Paula López, aseguraba que sufría de psicosis provocada por los fármacos que le eran administrados en una la Residencia Santa Marta.
-Esto es genial -dije mirando el expediente, detrás de este estaba adjuntada la denuncia -. Creo que esto será suficiente para sacar a Gretta.
-Eso no es todo -dijo él volviendo seria a su expresión -. Paula falleció en el 2011, unas pocas semanas después de presentar la denuncia. Otros pacientes también habían firmado, pero decidieron retractarse luego de lo que pasó. El caso fue archivado y quedó inconcluso. Luego de eso, Clementon dejó su empleo en Santa Marta y llegó a la Residencia Void, que es donde se encuentra Gretta.
-¿Como murió? -cuestioné con todas mis sospechas apuntando hacia el doctor.
-Apuñalada, pero no encontraron el arma homicida y tampoco al asesino. Sospechaban de su esposo -respondió. Se tomó unos segundos para darle un suspenso innecesario antes de continuar -. Benjamín Morales.
-Ese hijo de puta -mascullé -. Déjame adivinar, no encontraron pruebas que lo incriminaran.
  Josh negó con la cabeza.
  Benjamín, a parte de ser un imbécil, era un corrupto y un probable asesino. Ni siquiera le había importado su esposa. Pero también estaba la posibilidad de que él fuera el asesino que estábamos buscando ya que encajaba con el perfil. Si Benjamín era el Cazador sería como matar dos pájaros de un tiro. Nada me daría mas satisfacción que ponerlo tras las rejas.
  Sólo teníamos que presentar la denuncia y esperar a que fueran a buscar pruebas. Si el plan funcionaba, Gretta volvería a estar libre rápidamente.
-¿Conocemos a algún abogado? -pregunté luego de sopesar la idea durante unos instantes.
-No creo que debamos ir con un abogado -miré a Josh con el ceño fruncido ya que no lo entendía -. Podrían pasar meses, incluso años, antes de que podamos liberarla. Sabes como son estas cosas, pero los juicios llevan mucho tiempo.
-¿Entonces qué sugieres? No podemos quedarnos de brazos cruzados y sin hacer nada -dije enojado. No me importaba sonar desesperado, ella ya llevaba más de un mes encerrada en ese lugar y no quería que pasara más tiempo -.¡No puede seguir allí! Le prometí que la sacaría.
-Se que quieres sacarla, yo también lo quiero -se acercó a mí, me tomó de los hombros y me miró fijamente a los ojos -. Y lo vamos a hacer, pero no lograremos nada por el lado de la justicia.
  Su plan consistía en amenazar al doctor con hacer público todo lo que habíamos investigado sobre él. Probablemente era todo un cobarde que se ocultaba detrás de alguien como el capitán. Así que también usaríamos eso a nuestro favor.
  No quisimos perder mas tiempo y nos dirigimos al manicomio. La Residencia parecía ser un lugar agradable, con arboles y flores que eran cuidados por los pacientes como parte de su tratamiento y con una gran fuente de agua en la entrada. Pero en realidad habían cientos de espíritus allí que gritaban y susurraban que nos fuéramos. Esas pobres almas oscurecían y enfriaban todo el lugar hasta quitarle todo su encanto.
Nos adentramos allí y todo pareció cambiar. Por fuera parecía una gran mansión antigua, pero por dentro era un completo hospital. Todos los pacientes, al igual que el personal, estaban vestidos de blanco, lo que hacia difícil diferenciar quienes eran los verdaderos locos.
  Nos presentamos en la recepción y pedimos hablar con el doctor. Al principio se negó a recibirnos, pero cuando le dijimos que veníamos de parte de Benjamín no pudo rehusarse. A medida que subíamos por las escaleras iba aumentando mi furia. Llegamos hasta un pasillo con puertas que daban hasta las habitaciones de los pacientes. Me separé de Josh y busqué entre ellas hasta que la encontré.
  Se leía Gretta Adams en un costado. Golpeé e intenté abrirla pero no hubo caso. También dije su nombre pero ella no apareció. Seguramente no se encontraba allí o quizá estaba tan drogada que apenas podía oírme. Contuve las ganas que tuve de romper de romper algo y continué el resto del camino junto a mi amigo.
  Finalmente llegamos hasta su consultorio. Él mismo nos abrió la puerta y nos dejó pasar. El doctor Clementon era un hombre mayor y con el cabello repleto de canas de canas. El miedo era notable en sus ojos a pesar de que se esforzaba por ocultarlo.
  Josh y yo éramos altos y estábamos en forma, así que debíamos lucir bastante intimidantes para el pobre viejo. No estaba en mis códigos como policía golpear a un anciano, pero si debía hacerlo lo haría. Ya me había convertido en un profanador de tumbas, había golpeado a mi jefe, había estado preso y, como si todo lo demás fuera poco, había hecho que mi amigo robara información. A decir verdad, a penas me quedaban códigos como policía.
-¿Que los trae por aquí, muchachos? -preguntó con una risita nerviosa -¿Benjamín los envió?
-Claro que Benjamín nos envió -dijo Josh sonando algo fastidiado -. El quiere que le de el alta a una de tus pacientes -había agregado comillas con sus dedos a la ultima palabra para dejar claro que ella no debería estar allí.
-Pero no puedo dejarla ir, él dijo que podía estudiarla -el doctor se refirió a Gretta a como un simple objeto, y eso solo hizo que apretara los puños fuertemente -. Su esquizofrenia es la mas fuerte que vi en toda mi vida, la necesito.
  Quería golpearlo en aquel momento, pero no podía. Tenia que esperar o, de otra manera, todo se iría a la mierda. Hice sonar mis nudillos y el doctor se estremeció. Era tan cobarde que hizo que sonriera.
-Benjamín sabía que dirías eso -Josh continuaba en su papel de policía fastidiado y lo hacía increíble, tenia talento para la actuación -, así que nos contó sobre Paula, ¿la recuerda?
-¡Yo no le hice nada! Espero que también les haya contado como murió esa mujer, porque yo no la maté -sonrió satisfecho al creer que había ganado. Se levanto de su asiento y se acerco a nosotros -¡Así que no voy a entregar a Gretta Ada...!
  Había llegado a mi limite. Ya no quería escuchar a ese imbécil así que dejé que la ira tomara el control de mi cuerpo. Tome al doctor por las solapas de su chaqueta blanca y lo sostuve contra la pared donde prácticamente pegué mi rostro al suyo.
-¡Escúcheme bien, viejo de mierda! Una denuncia seria un regalo comparado con lo que pienso hacerle si no la deja ir -el doctor cerro los ojos por el miedo y me pareció escuchar una risita por parte de Josh -. Usted no quiere tenerme como enemigo, así que firmara los malditos papeles y dejara que esa mujer regrese a su hogar. Es una orden de Benjamín.
-De acuerdo, lo hare -dijo logrando que me alejara un poco -. Pero primero hablare con Benjamín para...
  Lo tomé de la nuca y sostuve su cabeza contra el escritorio. Saqué mi pistola (una personal, ya que la reglamentaria la tenia el capitán junto con mi placa) y la puse sobre su sien. No estaba cargada, pero él no lo sabía.
-Creo que no nos esta entendiendo -dijo Josh colocándose a su altura para poder verlo a los ojos -. Va a firmar esos papeles. No esta en condiciones de pedir nada.
  Dejé que el doctor se incorporara nuevamente y comenzara a firmar los papeles. Gretta tenia un largo expediente lo que me hizo pensar que ella había sido internada antes de estar aquí. Terminó de firmar los papeles y se levanto.
-Tengo que entregarlos yo mismo, de otra manera no podrán irse.
-Esta bien, pero intente nada -dijo mi amigo abriendo muy grande los ojos -. Estamos armados y usted podría morir.
  Mientras el doctor caminaba frente a nosotros, mi mejor amigo se me acercó y me susurró.
-Debes amarla mucho para hacer esto -dijo pero no agregó nada más.
  Él  entregó los papeles y nos miró con odio. Debía sentir mucha impotencia, pero no me importaron sus pensamientos. Cuando finalmente trajeron a Gretta se me cayó el alma a los pies.
  Estaba dormida en una silla de ruedas, con el cabello revuelto cubriéndole el rostro y con varias marcas en sus brazos. Pasé mis manos por debajo de sus rodillas y por su espalda para cargarla hasta mi camioneta. Le pedí a Josh que condujera ya que no quería separarme de ella. La acuné en mi regazo mientras nos poníamos en marcha.
-Ya eres libre, Gretta -susurré solo para ella a la vez que le apartaba el cabello para poder acariciar su rostro -. Pronto estarás en casa.
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G R E T T A
  Había visto a Iván y Josh en el manicomio pero no me dejaron ir con ellos.
  Los había visto a través de una ventana en la sala de juegos, pero cuando intenté alejarme los gorilas me tomaron de los brazos e hicieron todo lo posible para que me quedara quieta.
  Luché contra ellos, incluso mordí a uno provocando que sangrara, pero se cansaron rápidamente y sacaron una jeringa. Antes de que se me cerraran los párpados pude escuchar los gritos de los pacientes que me incitaban a seguir luchando.
  Eso es lo último que recuerdo antes de desmayarme.
  Pero al despertar algo había cambiado. Ya no sentía tanto frío como antes y el duro colchón había sido reemplazado por uno más suave. Abrí los ojos lentamente y mi estomago dio un vuelco. Las paredes blancas ahora eran de un verde oliva despintado.
   Giré un poco mi cabeza y me topé con unos ojos marrones, mi nuevo color favorito. Iván me estaba abrazando y no quería moverme de allí.
  Pero la necesidad de respuestas no tardó en aparecer.
-¿Cómo pudieron sacarme? -pregunté.
  Me recosté sobre su pecho y me aferré a él fuertemente, tenía miedo de que desapareciera y que todo fuera un bonito sueño.
-Le puse un arma en la cabeza a tu doctor -dijo tranquilamente.
  Pardeé ante su respuesta y sólo lo miré con las cejas levantadas a la espera de la verdadera respuesta.
-Es enserio -se inclinó sobre su chaqueta y sacó una pistola totalmente negra.
-¡Ay, por Dios! -exclamé sorprendida. No me gustaban las armas, había conocido a muchas de sus víctimas.
-Tranquila -dijo con las manos levantadas para que pudiera verlas y dejó el arma sobre la mesa -. No está cargada.
  Eso me tranquilizó y volví a recostarme. No creí que Iván fuera de la clase de personas que amenazan a punta de pistola. Él era una persona moralmente correcta, siempre intentando hacer el bien, no por nada era policía. En el poco tiempo que lo conocía no había imaginado que fuera a hacer algo impulsivo, todo en él gritaba seguridad y estabilidad. Y también era fiel en exceso.
  Todas esas cualidades habían hecho que me enamorara de él. Pero, ¿él también sentía lo mismo? Antes nunca me había importado, vivía el día a día y nada más. Pero ahora que Iván estaba en mi vida me sentía más insegura que nunca.
  No era el primer médium que conocía, pero si fue el primero en lograr que me sintiera comprendida. Me preguntaba por qué tardaba tanto en decirme sus sentimientos cuando su nombre me llegó a la mente.
  Emily, su novia fallecida. Él todavía la amaba. Ellos se iban a casar y estaban muy enamorados cuando ella enfermó. Yo no podía competir contra eso.
  Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Josh se asomó y me sonrió dulcemente.
-¿Cómo estás, preciosa? -dijo a la  vez que se acercaba a mí. Me dio un abrazo y me besó en la sien -. Hicimos todo lo posible por sacarte antes, pero Iván tuvo la gran idea de amenazar a un psiquiatra con una pistola sin balas.
-Sí, lo sé -hablé riendo. Era mi primera risa en semanas.
-Ya preparé la cena. Debes estar cansada de esa asquerosa comida de hospital.
  Y si que lo estaba. Probar sus espaguetis hizo que mis papilas gustativas bailaran de la felicidad. Durante la cena me contaron todo lo que había pasado durante mi ausencia. Sus suspensión, la muerte de la esposa de Benjamín, la denuncia al doctor y también sobre el At Medium que estaban traduciendo.
-Sí que fue un mes largo -dije luego de que me dijeran las novedades -. Que bueno que la pasé sedada la mayor parte del tiempo.
  Mis amigos me miraron tristemente y las lágrimas se asomaron a mis ojos. Desde niña, mi peor miedo es estar encerrada debido a que todos creyeran que estaba loca. Ellos me abrazaron y me secaron los ojos.
-Ya estás en casa y no vamos a permitir que te vuelvan a llevar -dijo Iván.
  Una vez que me calmé Josh se fue. Él tenía otra cita con Archie y no pude estar más feliz por mi amigo.
  Iván y yo nos quedamos solos. Me dedicó una mirada intensa que no pude descifrar así que me escapé alegando que necesitaba un baño.
  Tardé mucho dentro de la ducha. No quería enfrentarme a sus sentimientos, que posiblemente no eran correspondidos con los míos. Pero no podía quedarme allí para siempre.
  Salí y él, que estaba sentado en la mesa, se levantó y caminó hasta mí. Me tomó de la cinta y me pegó a su cuerpo. Su cálido aliento me rozó los labios, creía que iba a desmayarme.
-Hay algo que quiero decirte -comenzó. Se le notaba que le costaba hablar de aquello debido a que apretaba los ojos constantemente -. Hace unos años estaba a punto de casarme con una chica...
-Emily -afirmé. Me miró extrañado y le expliqué -. Josh me lo contó. Me dijo que sientes que la traicionas cada vez que estás conmigo.
  No pude evitar agachar la mirada, pero el colocó sus dedos en mi barbilla y me obligó a mirarlo.
-Eso es verdad. Aunque sé que no es posible, me gustaría hablar con ella una vez más para decirle que lo lamento -su nariz chocó con la mía haciendo que mi corazón latiera con fuerza -. Lo lamento porque ya no la amo como antes... Y me gustaría intentarlo contigo, Gretta.
  Y eso fue la mejor cosa que escuché en toda mi vida. Acorté la distancia que nos separaba y nos fundimos en un intenso beso.
  El mejor beso. A pesar de que sus sentimientos no eran directos, lo supe. Mis inseguridades desaparecieron con cada una de sus caricias y todo el miedo quedó en el olvido.
  En aquel instante sólo éramos él y yo, con el miedo de perdernos el uno al otro.

El Legado De Los Muertos {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora