C A P Í T U L O 29

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C A P Í T U L O  29 

I V Á N
  Jamás creí poder asistir al funeral de mi mejor amigo, eso no estaba en ninguno de mis planes. Nunca habría imaginado ver su cuerpo inerte ser enterrado dos metros bajo tierra, sin la posibilidad de ver el sol alguna vez.
  Pero asistir a mi propio funeral, ver como la oscura madera de mi cajón se perdía entre el suelo, era un sentimiento indescriptible.
  Era duro observar como todas las personas que te amaban sufrían. Ellos se acercaban a nuestros ataúdes y se despedían de nosotros por última vez. Todos estaban allí, desde compañeros de trabajo hasta familiares cercanos.
  Los padres de Josh estaban desconsolados. Habían perdido a sus dos hijos y parecían no tener ninguna razón para vivir. Era notable el sufrimiento en sus ojos.
  Mi madre también asistió, pero ella no expresaba nada. Simplemente estaba estática, con la mirada perdida y en completo silencio. Daba la impresión de que no comprendía que su hijo acababa de morir.
  A diferencia de ella, Gretta no paraba de sollozar. Los gemidos de dolor se escapaban de entre sus labios y sus ojos aún tenían lágrimas a pesar de estar llorando durante días.
  Cuando la ceremonia finalizó, ella esperó a que todas las personas se fueran para acercarse a mi tumba. La lápida gris había comenzado a mojarse con unas pequeñas gotas de lluvia. A Gretta pareció no importarle y se arrodilló en la tierra a pesar de que eso ensució su vestido negro.
-Sé que puedes oírme -comenzó a la vez que acariciaba la lápida con un cariño extraño -. Y sé que todavía estas aquí... conmigo.
  Nada me dolía más que hacerle daño. Pero todo ese dolor desaparecería con el tiempo, eso era lo único que podía esperar. Solo con mi ausencia ella estaría bien, no podía permitirle que siguiera atrapada junto a un fantasma de su pasado.
  Gretta continuó hablándome durante horas. Me contó de los planes que tenía para nosotros y de los planes que tendría que llevar a cabo ahora que yo no estaba. Pero, cuando llegó el momento de irse, consideré seriamente volver a aparecer. No quería quedarme solo en esa fría oscuridad que era la muerte.
  Sin embargo, no estaba solo. Al estar muerto, podía ver a todas las clases de espíritus. Pero había uno que me llamaba especialmente la atención. Tenía la mitad de su rostro solo de huesos y el resto era de carne podrida. Supe al instante que se trataba de un Vengativo.
  Él me observaba fijamente desde la distancia. Caminé a través del cementerio y me acerqué lentamente. Sin saber cómo, llegué a la conclusión que se trataba del abuelo de Gretta. Al fin comprendía la razón por la que ella estaba tan asustada de este espíritu.
-Tu eres Iván -afirmó. Me limité a asentir con la cabeza y esperé a que continuara hablando -. Llegará un momento en el que te necesite y tendrás que estar ahí para ella.
  No fue difícil darme cuenta de que se refería a Gretta. Pero era extraño que él supiera cosas que no debería.
-¿Cómo sabes tantas cosas? Siempre nos dices qué hacer, pero nunca nos das una explicación.
  El Vengativo me observó con una mirada imperturbable y continuó en silencio durante unos instantes.
-Al estar muerto, ya no percibes el tiempo como solías hacerlo cuando estabas vivo -dijo y recordé las veces en las que todo pasaba muy rápido o muy lento -. Los Vengativos tenemos vestigios de cosas que pasaron y de cosas que podrían pasar.
  Ahora tenían más sentido todas sus advertencias y consejos. 
-Quédate con ella -ordenó.
-Nunca me apartaré de su lado.
  Luego de eso, el Vengativo desapareció de mi vista tan rápido como apareció.
  Al cabo de un tiempo comencé a sentirme extraño. Había perdido la cuenta del tiempo que alejado de mi familia y eso comenzaba a notarse en mi dolor de cabeza. Volví al departamento de Gretta y suspiré al verla.
  Estaba llorando en el sillón, un hábito que se había vuelto costumbre. Ella se abrazaba a su vientre, que ya estaba comenzando a notarse más cada día, a la vez que sollozaba en vos alta. Caminé y me arrodillé frente a ella. Intenté inútilmente limpiarle una lagrima, pero mi mano pasó a través de su rostro. Aun me sorprendía que siguiera partiéndome el corazón el hecho de no poder tocarla.
  Sin embargo, Gretta se levantó y se limpió las lágrimas furiosamente. Fue hasta su habitación donde se sacó el vestido negro y lo reemplazó por su uniforme de camarera. Quizá había aceptado el hecho de que no volvería a verme y decidió continuar, tal y como se lo ordené. 
  Aunque no importaba, seguiría a su lado y estaría para ella cuando lo necesitara.
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G R E T T A
  Los siguientes ocho meses de mi embarazo fueron los más agridulces de mi vida. A pesar de estar rodeada por personas que me querían, me faltaba la seguridad de la única persona que podía trasmitírmela. Sólo Iván me brindaba la estabilidad emocional que necesitaba en aquel momento, pero él se había ido.
  Estaba tan enojada con él por haberme dejado que me daban ganas de golpear todo, pero esa ira no duraba mucho. La tristeza por su pérdida era más fuerte que cualquier otro sentimiento y lograba que le perdonara cualquier cosa, incluso su ausencia en aquellos momentos tan importantes.
  Me hubiera gustado que Iván estuviera a mi lado para usar su instinto policial y así resolver todas las preguntas que se me venían a la mente. Si yo era la persona de la cual hablaba la profecía, ¿Por qué no era capaz tocar a Iván, a Silvia o a cualquier otro espíritu? ¿Cómo era posible que quedara embarazada de un Renacido? ¿Qué sucedería con mi hijo? ¿Sería una persona común y corriente o un médium? ¿Tendría una vida normal o sería atormentado por los susurros de las almas?
  La primera era más fácil de responder. Yo no era esa persona. Yo nunca había tocado a ningún fantasma, fue mi abuelo quien me tocó a mí. Por suerte, el Cazador estaba tan ensimismado en su propia sed de libertad que él también creyó en mi poder y no se había interesado en mi bebé.
  Las otras preguntas fueron más difíciles. Leí cada palabra del At Medium, de principio a fin, en busca de las posibles respuestas, hasta que pude encontrar algo que me sirvió de ayuda. Sin embargo, no estaba escrito de manera explícita y tuve que quedarme con mi propia interpretación.
  Al parecer, la única razón de la existencia de mi bebé eran mis poderes. Yo pertenecía al Más Acá e Iván pertenecía al Más Allá. Sin embargo, el hecho de ser una médium me dio una conexión con el otro lado, lo que permitió que nos encontráramos justo en el medio de ambos mundos y pudiéramos crear a nuestro hijo.
  Para las otras preguntas no había respuestas. No había registros de alguien como mi hijo, pero no significaba que fuera la primera vez que algo como esto sucedía. Tendría que quedarme con la duda hasta que él mismo pudiera responderme.
  Mientras tanto, intentaba disfrutar del embarazo. A los cuatro meses, los doctores nos dijeron el sexo. Ethel se volvió loca al saber que sería un niño. Ella intentó convencerme de que lo nombrara Enzo, pero yo ya lo había decidido el día en que la conocí.
  Los meses continuaron pasando y, a medida que la fecha del parto se acercaba, mi ansiedad incrementaba. A pesar de que siempre había querido convertirme en madre y criar a mis hijos, no tenía idea de cómo serlo. Aunque ahora tenía a Ethel y a Maggie para aprender lo necesario, como a cambiar pañales y a amamantar.
  Sin embargo, ¿podría hacer todo lo demás? Mi madre no era un buen ejemplo a seguir, ella nunca fue maternal conmigo y jamás demostró ninguna clase de afecto hacia mí. Pero yo no era así, Enzo no tendría que preocuparse por el desinterés y por la falta de amor.
  El tamaño de mi vientre iba en aumento con cada día que pasaba, podía sentirlo moverse y crecer dentro de mí. Casi no podía esperar para tener a mi bebé en brazos. Para los cinco meses estaba colmada de regalos de todo tipo que ya casi no quedaba espacio en mi pequeño departamento. Pero al ser octubre, mi cumpleaños se acercaba y junto con él la fecha en la que había conocido a Iván.
  Fue el 31 de octubre mas extraño de mi vida. Como nunca antes, tenía una familia que se preocupaba por mí y, por primera vez en años, mis padres me llamaron ese mismo día. Aunque no entré en detalles sobre todo lo que había ocurrido, si les conté sobre Enzo ya que creí que merecían saber sobre la existencia de su nieto.
  Era increíble como habían pasado doce meses tan deprisa. En menos de un año, mi vida había cambiado de tantas maneras que ya no podía recordarme antes de que ese Vengativo me diera esa advertencia. Ese espíritu resulto ser mi abuelo y esa advertencia les costaría la vida a las dos mejores personas que alguna vez había conocido.
  Finalmente, la espera había terminado y el momento del parto ya estaba aquí. Comenzó con contracciones leves en mi abdomen que fueron agravándose a medida que el bebé se posicionaba para nacer. Pensé en todos los consejos que Maggie y Ethel me habían dado para ese momento, pero no pude recordar ninguno. Solo respiré profundamente cada vez que mi útero se contraía y recé para que Enzo esperara hasta llegar al hospital.

  El taxi en el que iba quedó atascado en el tráfico y mis nervios no ayudaban para nada. Sin embargo, ese tiempo me permitió hacer las llamadas que necesitaba y así no estar sola en el hospital. Afortunadamente, Enzo pudo esperar un poco más y pudimos llegar hasta Emergencias justo a tiempo.
  Me vistieron y me llevaron a la sala de partos en donde me prepararon para dar a luz. No hubo tiempo para aplicar la anestesia, era muy tarde y ya no había tiempo. Las contracciones eran constantes y tan dolorosas que se sentían como fuego en mi entrepierna.
   Durante todo el embarazo creí estar preparada, pero cuando llegó el momento me di cuenta de que no era así. Me sentía fuera de mi cuerpo, como si observara todo desde arriba, y el tiempo ya no significaba lo mismo. Dos minutos o tres horas, no lo sabia con exactitud.
  Para el momento final, en el que solo falta muy poco para que mi bebé naciera, estaba tan exhausta que no sabia si podría continuar. Todos me decían "puja, puja", pero apenas podía oírlos. Estaba empapada de sudor y con todo mi cuerpo temblando cuando escuché una voz, su voz.. Sonó mas fuerte y clara que las demás. Todo pareció moverse en cámara lenta cuando lo vi.
  Iván apareció a mi lado y me sonrió. Lucia nervioso y preocupado, pero se esforzó por lucir sereno y así tranquilizarme.
-Solo un poco más, Gretta. Solo un poco más, mi amor.
   La energía que me transmitieron sus ojos marrones me dieron la fortaleza que necesitaba. Hice fuerza una ultima vez y el alivio que sentí cuando acabó es indescriptible. Su llanto se mezclaba con el mío mientras esperaba para poder tenerlo junto a mi.
  Lágrimas de alegría me recorrieron el rostro cuando tomé a Enzo en mis brazos por primera vez. Estaba eufórica y no podía parar de sonreír. Era perfecto, tan pequeño y hermoso. Me iba a explotar el corazón del amor que sentía por él. Este era el cariño más incondicional que existía y no lo cambiaría por nada.
  Busqué a Iván con la mirada, él observaba a nuestra familia con una mezcla de orgullo, amor y dolor que logró transformar mis lágrimas de felicidad en unas de tristeza.
  Lo había extrañado cada día que había estado alejado de mí y no me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba un abrazo suyo.

El Legado De Los Muertos {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora