Dia 4 (Noche): El niño de la curva.

71 5 47
                                    

En el capítulo anterior nuestros queridos inútiles se habían separado. José María se fue por su cuenta al Mulhacén y el resto se dirigió de vuelta a la caravana. Lugar donde pondrían a salvo a Mireia y podrían descansar en paz. Nuestros protagonistas, tras un largo viaje consiguieron llegar a la caravana pero... ¿qué pasó con José María? Lo veremos en este episodio

***

José María salió del agua bastante aturdido, mirando a su alrededor confundido y observando a un grupo de jóvenes que se plantaban enfrente suya. Eran tres chavales. Uno con mechas rubias mirando fijamente al lago. 

–¡¡¡Hala, ha venido volando del acantilado!!!

Otro chaval, que se encontraba con unas ojeras extremadamente marcadas, ojos semicerrados y con varios porros en mano, se incorporó mirando también fijamente. 

–Joder hermano, no sé si es por los porros o qué pero jjjuraría que ha venido del cielo en triciclo.

–Joder hermano ¡¡Es el mesías!! –comentaba el último de ellos al cual se le cayó el porro de las manos. 

–No, hermano ¿y si es Papá Noel del verano? –dijo el chico de las mechas. 

–¿¡Pero qué dise tú, anormal!? 

–Joder hermano, no me calientes. 

–Illo yo creo que es er Samu que ha resusitao del piñaso que se pegó en la Berlingo la semana pasá. 

José María salió del agua, y uno de ellos lo recibió con un porro y un saludo hippie. Él aceptó el porro. 

–Hermano, eres mi padre. –dijo tendiéndole mecha. José María dio una calada like a boss. 

–Ya ves, illo. ¿De donde vieneh? Güer ar yu from –comentó con una extenuante prolongación de la f. 

–Del coño de tu hermana– respondió José María dando una calada al porro. 

El chico de las mechas lo miró con los ojos bastante abiertos y con bastante sorpresa. 

–¡Ejé! –tosió–. Explicao –dijo su compañero. 

–Ohtia. –miró a su compañero con sorpresa y luego volvió a mirar a José María–. Pero un momento tío ¿De cual de lah dos? La toxicómana o la politoxicómana –dijo pestañeando bastante rápido. 

Su compañero le dio una colleja. 

–¡¡Que no gilipollas!! Que te la ha colao.

–Joder hermano, vas a vacilar a tu reputísima madre –le respondió con otra colleja. 

–¿¡Tu a mí!? ¿¡Tu a mí!?– se levantó y comenzó a darse golpes en el pecho –. ¡¡Gilipollas!! –le dio una ostia al otro. 

–Joooooder hermano –se levantó el chico de las mechas bastante enfadado–. Me estas calentando y cuando me calientas soy mu peligroso. 

–Pos toma –otra colleja. Seguido de varios insultos incomprensibles entre ellos y más ostias

José María se los quedó viendo mientras el otro que faltaba se acercó a él y comenzaron a hablar. 

–Vaya, pues se han vuelto a dar de ostias –dijo dando calada al porro.

–¿Nos unimos? –dijo José María mirándolo con cierta sonrisa. 

–Nah, que luego se cabrean mas. 

–Genial 

***

La Acampada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora