¿Qué quieres de mí? (1° Libro)

21

POV ANNE

Abrí mis ojos al día siguiente y recordé al instante la noche anterior.
Había sido increíble estar juntos en la playa, por fin sentía que conocía un poco más a Thomas.
Aunque todavía me quedaba esa sensación extraña... Había mirado mis labios como si realmente quisiera besarme. Es más, creí que lo haría... Pero en ese momento decidió que era tarde.
¿Qué habría hecho si el jefe me besaba? Prefería no pensarlo.

Me puse de pie y comencé mi rutina.

🌼🌼🌼🌼🌼

El día acontecía en calma.
En éste momento me encontraba curando a Christopher, uno de los "mafiosos" que trabajaba con Thomas.
Había recibido un par de cortes por un cuchillo y estaba a punto de hacerle las curaciones cuando escuché unos gritos que venían del comedor central.

-¿Qué pasó?- el muchacho al que estaba curando intentó levantarse.

-No- lo frené, ya que se iba a lastimar más -Iré yo, sostén aquí- le indiqué apoyando una gasa sobre su herida.
Se mostró rehacio a hacer lo que le decía pero en cuanto me di media vuelta no le dí otra opción.

Me dirigí de prisa al sitio de donde provenían los gritos y la imagen que ví me impactó.

-¡¡Déjenme en paz!!- gritaba descontrolado el jefe, mientras otros dos intentaban agarrarlo.

-¿Qué sucedió?- murmuré.

Su hermana estaba a unos pasos míos, igual de atónita que yo.

-¡Que nadie me moleste!- ordenó de nuevo Thomas mientras lograba zafarse de los brazos de sus dos compañeros.
Hecho una furia, como un tornado que podría destrozar lo que se le acercara, subió por las escaleras.

Impresionada al verlo tan descolocado, volví a insistir
-¿Qué le pasó?-

-Algo salió mal...- me respondió uno de los muchachos.

-Mataron a una persona- susurró Sam a mi lado.

-Trabajan de eso...- respondí casi obvia.

-Mataron a alguien inocente Anne- me quedé helada - Por error... -

-¿Thomas?- me animé a indagar más.

-No, Louis. Entendió mal una orden  y ejecutó a alguien inocente. Thomas ya lo echó, pero se siente responsable...-

No seguí escuchando. Sin dudarlo corrí hacia la habitación del jefe.

Sabía que yo no tenía derecho alguno a hacer lo que iba a hacer. Que incluso, por mi bienestar, debería no hacerlo. Pero no pude.

En cuanto estaba cerca de la puerta de su cuarto comencé a escuchar gritos y objetos que se caían.

Sin dudarlo entré y ví a Thomas descontrolado, tirando todo a su alrededor. La silla, un jarrón, los almohadones... Todo volaba por el aire. Incluso se había sacado su remera. Y en su mano derecha, sostenía una botella de whisky.

-Thomas, detente- le ordené con miedo. No sabía como iba a reaccionar, nunca lo había visto así.

-Tú no me vas a dar órdenes, vete- respondió con enojo, sin siquiera mirarme. Estaba de pie, con la respiración agitada y su pecho descubierto que se movía a gran velocidad.

Le dió un sorbo a la botella y enseguida  noté lo ebrio que estaba. Incluso se tambaleaba un poco.

-Por favor Thomas, hablemos- me acerqué un poco.

-No tengo nada que hablar contigo-

Tenía razón, pero yo quería ayudarlo. Me destruía verlo así.

-Thomas...- me acerqué a unos centímetros de su rostro, dispuesta a tomar el riesgo de que se enfureciera

-¿No entiendes verdad?- susurró cerca de mi rostro. Con cuidado dejo la botella sobre el piso y volvió a acercarse a mí.

Entonces se me ocurrió una idea que podría ayudarlo, ayudarnos.

-Estás borracho...- murmuré mientras retrocedía hacia el baño.

-¿Te doy miedo?- se burló siguiéndome.

-Quiero ayudarte- continué caminando.

Me metí dentro de la bañera mientras él me seguía. Mi  plan estaba funcionando.

-Nadie puede hacerlo preciosa, nadie puede ayudarme- susurraba mirándome fijo a los ojos.

Entonces, logré que el jefe quedara bajo la ducha, y sin dudarlo ni un instante abrí el grifo del agua helada.

Se quedó paralizado, con los ojos cerrados mientras el agua corría por su cuerpo.
Por mi parte, me quedé quieta, esperando su reacción.

-Carajo Anne- respondió.

Realmente debía estar fría, pero era lo único que lo iba a calmar y ayudar con el alcohol.

-Lo siento Thomas, quiero ayudarte- respondí mientras me daba vuelta para irme. Planeaba dejarlo solo, que reflexionara un poco, pero entonces...

-¿Dónde crees que vas?- el jefe me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo.

El agua congelada comenzó a caer por mi cabeza, mi espalda, mis piernas.

-¿¡Qué mierda haces?!- grité enfurecida intentando mirarlo a los ojos.

-No voy a congelarme solo...- respondió con una sonrisa burlona. Nuestros pechos estaban pegados, podía sentir un poco de calor en esa parte del cuerpo, gracias al contacto físico.

-¡Estás ebrio!- me excusé

-Ya no...- susurró. Y entonces lo ví.

Ví su rostro húmedo acercarse a mí. Las gotas resbalaban por su bronceada piel, pero no parecía ya importarle.

Con firmeza pero con suavidad, acercó sus labios a los míos.
Primero fue un toque tímido... Sus labios gruesos y mojados probaron mi boca por primera vez...

Pero luego el beso se volvió feroz. Comenzó a besarme como si el mundo terminara en este instante. Con  pasión, con deseo, con... Amor.

Nuestras lenguas danzaban desesperadas, ansiando sentir calor.

Nos separamos un poco de la fría agua que aún caía, Thomas me apoyó con suavidad sobre una de las paredes y siguió besándome sin prisas, como si disfrutara cada segundo.

Con una de sus manos recorría mi cuello y con la otra me aprisionaba por la cintura.
Por mi parte sólo acariciaba su nuca. Me sentía hipnotizada, como si flotara en el aire.

Besar a Thomas era más increíble de lo que imaginaba.
Era una mezcla de dulzura y pasión, que hacía volver loco a mi corazón.
No quería separarme de él, no podía pensar en nada más que en lo bien que se sentía estar entre sus brazos...

Pero de pronto la magia se rompió.
El jefe se alejó de mis labios y me miró directo a los ojos.

-Lo siento Anne-

Y entonces comprendí el error que habíamos cometido.

De prisa me eché a correr, huyendo de ese lugar, de su presencia que me encandilaba.

Y me encerré en el cuarto. Así, empapada por la ducha, con el corazón feliz, la mente confundida y mis labios todavía sintiendo sus suaves besos.