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La noche de la fiesta de Sam había al fin llegado.
Me había prestado un vestido rojo, demasiado corto y ajustado para mi gusto, pero me había insistido tanto aue no pude rechazarlo.

Terminé de arreglar mi maquillaje mientras escuchaba la música sonar en el piso de abajo.

Habría unas 30 personas, todas amigas de Sam, sumado a las personas que trabajan para Thomas.

Inspiré profundo y me decidí a bajar.

Mientras descendía los escalones intentaba buscar a alguien conocido pero no encontraba a nadie.

Las luces estaban apagadas, solo unas pocas de colores iluminaban el salón. Había muchos jóvenes bebiendo y bailando pero por ningún lado veía a Sam.

De pronto una mano se posó en mi hombro, voltee y la ví, preciosa y radiante con un vestido azul.

-¡Al fin bajas!- me gritó sobre la música.

-No te encontraba- me acerqué un poco más para que me escuche.

-Aquí tengo para que bebas- me tendió un vaso con un trago.

-¿Qué es?-

-Menos averigua Dios y más perdona- sonrió pícara -¡Vamos, te presento a mis amigos!-

Nos dirigimos a una esquina donde había un grupo de chicos y chicas charlando y riendo.

Sam se encargó de presentarme a uno por uno, y aunque se veían  muy simpáticos no me sentía tan cómoda. Tendrían todos 20 años y yo en cambio 28...

Me quedé de pie junto al grupo un largo rato, bebiendo y escuchando las anéctodas que contaban. Sam estaba increíblemente feliz y eso me alegraba mucho, era una chica fantástica, se lo merecía.

Iba por el tercer vaso cuando sentí que alguien me miraba fijo. Volteé lentamente buscando entre la multitud al culpable hasta que lo encontré.

Thomas estaba vestido con un pantalón negro y una camisa blanca que resaltaba todos sus músculos y hacía lucir sus tatuajes.

Estaba más increíble de lo que había imaginado.
Su pelo estaba un poco despeinado, y en su mano derecha tenía una botella de cerveza.

Sus ojos, al fin, después de ignorarme tantos días, parecían atravesarme.

Me sentí molesta.
Todo éste tiempo había fingido que yo no existía y ahora me miraba como si fuera lo más preciado que tenía.

Y así, molesta y borracha, hice lo más estúpido que podía hacer.

Me alejé del grupo, fui hacia el medio de la pista y comencé a bailar sola.

Movía cada parte de mi cuerpo de la manera más sexy que podía... Despeinaba un poco mi cabello y fingía que no sabía que él me miraba.

Observé de reojo que una muchacha trataba de hablarle. La reconocí enseguida, era aquella que me había agredido en la cocina cuando arruiné ese negocio del jefe.

Thomas parecía no prestar atención a lo que ella le decía. Simplemente me miraba. De arriba a abajo, lentamente.

Y me sentía victoriosa, poderosa. Sentía que lo tenía comiendo de la palma de mi mano.

Me encantaba saber que me miraba con tanto anhelo como yo a él.

Sabía que estaba ebria pero quería disfrutar éste momento.

Seguí moviendo mis caderas al compás de la música y volví a mirar hacia el lado que él estaba. Para mi sorpresa ya no estaba allí. No había nadie.

Me pregunté si podía estar tan borracha como para imaginarlo sin que fuera real.

Pero unas manos en la cintura me distrajeron.

-Anne, creo que ya has tomado suficiente...- susurró en mi oído el jefe.

-¿Yyyo?-murmuré arrastrando un poco las letras -Para nada-

Sonrió con ternura y me quitó suavemente el cuarto vaso que llevaba en mis manos.

-Ven- me indicó tomándome de la mano y atravesamos toda la multitud hasta llegar a las escaleras y subir.

🌼🌼🌼🌼🌼

POV THOMAS

Él estúpido de Christopher no dejaba de hablar de trabajo. No entendía el concepto de una fiesta, ni de disfrutar.

Había tenido una semana de mierda y solo quería distraerme.

Intentaba no pensar en ella, pero la había buscado todo el tiempo entre la gente, sin encontrarla.

Toda la semana intenté ignorarla. No por ella, sino porque sabía que era lo mejor. Lo nuestro jamás podría funcionar, no tenía nada bueno que ofrecerle, nada que se mereciera.

Y entonces algo llamó mi atención. Una hermosa muchacha bajaba por las escaleras con un vestido rojo, infartante.

Y para mi mala suerte, era Anne. Le dí un trago largo a mi cerveza mientras la miraba disimuladamente. Parecía que buscaba a alguien y de pronto la perdí entre la gente.

Suspiré. Tenía que ponerme firme, o iba a enloquecer.
Aunque ese maldito vestido no ayudaba...

El resto de la noche estuvo tranquila, estuvimos con Martin y Christopher bebiendo y charlando de la vida.

De pronto ellos fueron a buscar mas bebidas, y no pude hacer más que dejarme llevar por mi tentación: buscar a Anne.

Escaneé todo el lugar, hasta que di con su figura. Allí se encontraba muy sexy, de pie, junto a un par de niños, bebiendo un trago.

Estaba tan hermosa.
Deseaba más que nunca estrecharla entre mis brazos y besarla, demostrarle que quizá conmigo podría ser feliz...

De pronto comenzó a darse vuelta, lentamente, como si buscara algo o alguien, hasta que nuestras miradas se encontraron.

Quise al instante pedirle perdón por ignorarla toda la semana, contarle qye había sido un calvario para mí, y que sólo quería volver a besarla.

-¡La fiesta está increíble!- gritó Stephanie a mi lado.

La miré de reojo y sonreí falsamente. No quería ser descortés pero nada me importaba más que observar a Anne.

Comenzó a moverse al centro de la pista y de pronto sus caderas se contorneaban al ritmo de la música.

El corazón me dió un vuelco. Bailaba tan sexy que no podía imaginar otra cosa que no sea acercarme a ella.

De fondo escuchaba que mi compañera seguía hablandome, algo de un trago... Pero no tenía ganas de escucharla.

Estaba embelesado en ver a esa hermosa mujer bailar.

Ví que se llevaba un trago de su vaso a la boca y comprendí, por sus movimientos ya un poco torpes, que estaba borracha.

-Discúlpame- le respondí a Stephanie y me fui de allí.

Rodeé a Anne por entre la gente mientras veía sus movimientos enloquecerme cada vez más.

Me puse de pie detrás de ella y tomé con suavidad su cintura.

-Anne, creo que ya has tomado suficiente...- murmuré en su oído en cuanto se volteó a verme.

-¿Yyyo?- respondió claramente ebria -Para nada-

Una sonrisa se me escapó inevitablemente. Adoraba su inocencia, su belleza natural.

Con cuidado aparté el vaso de su mano, lo dejé en una mesa que estaba cercana a nosotros y la tomé de la mano.

-Ven-.

¿Qué quieres de mí? (1° Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora