35

35.3K 1.8K 66
                                    

-¿Qué pasa?- volví a preguntarle.

-Siéntate- ordenó frío. Su mirada era dura. Apenas me miraba en realidad, pero cuando lo hacía por unos instantes, sentía como un si un puñal me atravesara.

-Me estas asustando...-

-Ya cumpliste con el contrato, puedes irte- soltó de pronto.

¿Qué?

Me quedé en silencio intentando procesar sus palabras.

-¿Qué?-

-Que ya cumpliste tu parte, Sam está curada y a salvo. Sé que no nos vas a denunciar. No necesitamos más tus servicios, puedes irte. -

Mi rostro se invadió de un color bordo.

-¿Es un chiste? ¿¡No necesitamos más de tus servicios?!- me puse de pie.

Él por su parte parecía que nada le sucedía. Estaba imperturbable. Seguía allí sentado mirándome serio y en silencio. ¿No le dolía?

-Thomas estamos juntos, somos una pareja...-

-Ya no. Quiero que te vayas-

No entendía nada. Hacía unas horas estábamos durmiendo abrazados, felices por seguir juntos y a salvo... Y ahora... Mis ojos se llenaron de lágrimas.
¿Había hecho algo mal?

-Dime que pasó- insistí

-Joder Anne- golpeó la mesa y se puso de pie -Nada pasó. Quiero que te vayas-

Sus ojos eran impenetrables. No podía saber que era cierto y que no. No sabía que quería en verdad. Estaba segura que era algo muy grande porque nunca lo había visto así... Era como si no tuviera alma.

Limpié mis lágrimas con los dedos y mirándolo a los ojos le respondí:

-Bien, ya mismo me voy-

Me dí media vuelta y abandoné la habitación. Si así quería que fueran las cosas pues, así serían. Al fin y al cabo era el jefe y daba las órdenes.

Armé un bolso rápido con pocas cosas del armario y sin despedirme de nadie, en cuestión de minutos salí de la mansión. Por suerte no me crucé a nadie mientras escapaba... Aunque una parte de mí deseaba que Thomas viniera a decirme que era un chiste o que estaba arrepentido.

Caminé un par de cuadras con la mochila colgando de mi hombro derecho y marqué el número de un taxi mientras lloraba. Hacía mucho calor y no había desayunado, pero ¿Qué más iba a lograr si me quedaba en esa casa? Nada, debía irme porque ya no era bienvenida allí.

Una hora después estaba entrando a mi antiguo departamento.

Todo había sucedido muy rápido. Se sentía tan raro regresar después de tantos meses.

Thomas había estado pagando los gastos porque deseaba que yo tuviera mi consultorio aquí algún día.

¿A dónde habían ido todos esos sueños que teníamos juntos? Me pregunté, una vez más.

Cerré la puerta, la oscura casa me recibió y un silencio desolador me golpeó. Y lentamente, me senté en el piso y me permití llorar.

Lloré por él, porque sabía que nunca más lo iba a ver.
Lloré por Sam porque tampoco había podido despedirme de ella.
Lloré por mí porque tenía el corazón roto.
Y lloré por nuestro bebé, porque nunca conocería la verdad.

🌼🌼🌼🌼🌼

Luego de llorar por horas sentada en el piso, junto a mi mochila, me di una larga ducha y hablé con mis padres.
No les conté nada, ni que estaba embarazada ni que había vuelto a casa. Solo hablamos, como si todo estuviera bien. Era lindo fingir por un rato que las cosas no habían cambiado.

Pero eso duró poco. A la noche, luego de ordenar lo poco que tenía, me senté a cenar sola, en silencio.
No tenía televisión porque no había pagado el cable, así que puse un video cualquiera de youtube en mi celular.

En verdad no estaba prestándole mucha atención, nada me interesaba en ese momento, más que mi bebé.

¿Tenía que ir a contarle a Thomas, a pesar de todo?

¿Sam le contaría? Esperaba que no, porque iba a estar más furioso aún si se enteraba por otra persona.

Suspiré y decidí seguir quedándome callada. Llevaba poco tiempo de embarazo, la panza no se iba a notar aún.

Apagué el video de youtube, y entré a una página de empleos. Envié varias solicitudes y me fui a acostar.
Tenía que conseguir un trabajo porque mis ahorros se habían acabado, y pronto seríamos dos.

Me acosté en el colchón que tenía puesta la última sábana donde dormí hace meses.

¿Estaría él pensando en mi? ¿Qué habría dicho Sam cuando se enteró que me fui?
¿Me extrañarían? Yo a ellos sí, y mucho. Eran una familia para mí al fin y al cabo.

Me hice un bollito, y en silencio, lloré hasta quedarme dormida.

¿Qué quieres de mí? (1° Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora