73. Buen provecho

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Tiempo después.

—Hablé con la señorita Shay ayer y me dijo que ya está todo listo. El departamento es pequeño, pero considera que tiene el espacio suficiente para los dos.

—Por mí está bien. No tengo problema con eso —responde Chris con indiferencia mientras revisa su móvil.

Esta semana lo he visto algo retraído. No parece feliz con nuestro viaje a parís.

Me asomo al balcón. 

Y por lo visto no es el único. 

Ha comenzado a llover y el viento está helado.

—Max, entra ya o te dará un resfriado —llamo a mi novio, pero se niega a entrar.

—Maky… —me llama Chris que cuando volteo menea la cabeza—. Déjalo —murmura.

—Pero está lloviendo a cantaros.

—No se está mojando. Dale un tiempo a solas, no le pasará nada —deja el teléfono en su mochila.

Tuerzo la boca. Ambos andan de un humor pésimo hoy. Digo, no es que yo esté brincando entre nubes, aunque sí me emociona ir a París.

Paso a la sala para sentarme junto a mi amigo.

—¿Y tú por qué estás así?

—Melancolía, supongo —su tono me hace abrazarlo; al menos nos tendremos el uno al otro.

Las luces parpadean cuando un rayo cae cerca de aquí y me estremezco por el sonido tan fuerte que produce.

—Tranquila, solo fue un rayo —Chris se ríe al ver mi cara de espanto, pero antes de que le diga algo, otro rayo cae provocando un apagón—. Ahora sí tiembla, Maky.

—No seas payaso, Christopher —me aferro a su camisa; en verdad está muy oscuro.

—Creo que se fue en toda la manzana —mi amigo se remueve un poco.

—Makena, ven por favor —me llama Max desde la terraza, pero ni loca bajo los pies del sillón.

—Está muy oscuro. No veo nada.

Entrecierro los ojos cuando una luz blanca y brillante me apunta justo en la cara.

—¿Vienes o voy? —Max aparta un poco la luz de su linterna.

—Ve, no quiero que me fulmine con la mirada después —murmura Chris soltándome.

Me levanto con cuidado mientras mi novio ilumina el suelo para mí desde donde está. Meto los pies en las pantuflas y avanzo hasta la puerta deslizable. 

Los rayos no cesan. Las únicas luces que se ven, son los relámpagos cruzando el cielo oscuro.

Max me pone su chaqueta cuando ve que sufro un escalofrío y me rodea con su brazo invitándome a salir.

—Tú eres como esos rayos —dice con la voz más grave.

Apenas logro ver su rostro cuando otros rayos nos iluminan; está tan serio, como el día en que lo conocí como jefe y no como ayudante.

»Llegaste a mi vida e iluminaste mis días con breves ráfagas de luz —baja la mirada para encontrarse con la mía y sus labios se curvan solo un poco—. Nunca imaginé que aquella chica berrinchuda llegaría tan lejos en tan poco tiempo.

Lo abrazo con fuerza.

—Gracias a ti es que podré vivir mi sueño —pego la cara contra su cálido pecho—. Te amo tanto…

Me ganan las lágrimas al instante en que su colonia se impregna en mi nariz. Voy a extrañar lo bien que se siente estar entre sus brazos.

Son tantos los recuerdo que llegan a mi mente con tan solo olerlo. Es como revivir cada momento a su lado. El día que me consoló, nuestro primer beso, las pláticas en su auto, nuestra primera vez juntos. Ah… extrañaré todo de él.

Una Pizca De Mak'x 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora