1. Entrevista Laboral

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[Un mes después].

Se solicita ayudante de cocina

Justo lo que buscaba.

Entro al bonito restaurante que tiene el letrero para pedir informes sobre la vacante. El amable recepcionista me explica que el gerente no se encuentra en este momento, pero que puedo dejar mi solicitud de empleo para que la tomen en cuenta. Se la dejo con la esperanza de que me llamen después y salgo para tomar el transporte público en la esquina. 

Mi escuela está a veinte minutos de aquí y mi casa se encuentra a solo dos calles, así que sería el lugar perfecto para trabajar.

Mi nombre es Makena O´donnell. Estoy estudiando el último año de la licenciatura en gastronomía.

Mis padres son divorciados. Vivo sola en un departamento que mi padre renta para mí, ya que él rehízo su vida hace más de un año y, como toda pareja, necesitaban privacidad. 

Mi madre vive al norte de México; es originaria de allá, pero me dejó aquí en Ottawa, porque no tenía los medios suficientes para pagarme la carrera en ese país.

A cualquiera le parecería genial mi situación, pero en realidad es más difícil de lo que creen. La soledad es una de las primeras cosas a las que te enfrentas cuando te independizas y los gastos económicos son un tema aún más serio. Entre gas, luz, renta y alimentos, se va el dinero como el agua del grifo.

Papá también paga los servicios básicos de la vivienda mientras yo me hago cargo del resto, incluyendo la mitad de mi colegiatura, pues ahora que su esposa está embarazada, sus gastos han ascendido considerablemente. 

Él habló conmigo desde el principio y llegamos a dicho acuerdo. Más que nada acepté porque lo quiero tomar como experiencia, ya que mi meta a largo plazo es viajar para aprender de los mejores chef reposteros de Francia, y para eso necesito independizarme por completo, así que con suerte, este será mi primer paso hacia el éxito.

—Buenos días, señorita O´donnell. Pase por favor —me saluda el gerente del restaurante al abrir la puerta de su oficina, la cual está impecable y bien iluminada —. Tome asiento —dice antes de sentarse al otro lado de su escritorio.

—Gracias —me ubico en una de las sillas tubulares manteniendo los nervios al margen; aún no me acostumbro a las entrevistas laborales.

—El día de ayer revisé la solicitud que nos dejó y noté que tiene experiencia en ventas —toma uno de los folder que tiene sobre su escritorio y asiento con la cabeza.

—Trabajé seis meses en una pastelería esperando tener una oportunidad para unirme al equipo de repostería.

—¿Y qué sucedió? —me mira a los ojos.

—Me dijeron que no podía integrarme porque no tengo la experiencia necesaria —confieso con la mirada baja.

—Entonces ¿esta sería su primera vez laborando dentro de una cocina profesional?

—Sí.

—Está a pocos meses de graduarse, por lo que veo —agrega revisando el documento que saca del folder amarillo; es mi solicitud.

Asiento y levanta la vista para encontrarse con la mía. Una sonrisa amable se dibuja en sus labios.

—Muy bien, señorita O’donnell —deja el documento sobre su escritorio—. Es obvio que cuenta con la mínima experiencia en el rubro. Sus clases a estas alturas de la carrera deben ser prácticas —vuelve la mirada a mi solicitud—. La experiencia en cocina solo se obtiene practicando, ¿no es así? —sonríe con ironía—. Por lo regular, mi socio es quien hace las entrevistas al personal de cocina, pero estos días ha estado muy ocupado…

No puede ser, ya sé para donde va esto.

—Señor Newman, en verdad necesito el empleo. Yo vivo a solo dos calles de aquí, soy muy puntual y mi fuerte es la repostería —comienzo hablar con desesperación. Esta es la cuarta entrevista laboral que tengo desde que dejé el empleo de mostrador—. Mis clases son por la tarde y puedo trabajar fines de semana completos. Por favor, deme la oportunidad. Le prometo que no se arrepentirá —entrelazo mis manos y vuelve a sonreír.

—Tranquila, si la llamamos es porque hasta ahora, usted es la mejor candidata para el puesto.

Pongo una mano en mi pecho mientras sonrío de felicidad. Esto suena mucho mejor que lo anterior.

Yes!

—Le explico. La vacante es para cubrir otra sucursal. El contrato es solo por tres meses… —hace que mi sonrisa se borre poco a poco—. ¿Tiene algún inconveniente para trasladarse de su casa o escuela al centro de la ciudad?

Sí, me queda más lejos del campus, pienso más no lo digo.

—No.

El señor Newman arquea una ceja mientras me observa con más atención que antes.

—¿Está segura?

Asiento con la cabeza; no me puedo dar el lujo de rechazar esta oportunidad.

—Estoy segura, señor —intento sonar lo más convincente posible.

—Bien, entonces le haremos una pequeña prueba para luego enviarle los resultados al chef ejecutivo —se pone de pie—. Venga conmigo por favor.

El gerente me cede el paso para salir de su oficina. Ambos nos dirigimos a la gran cocina del restaurante, en donde me presenta al chef, quien me hace una serie de preguntas antes de ponerme a cocinar un postre rápido.

Elijo preparar un flan napolitano y en cuanto termino me mira complacido. Me hace más preguntas sobre la escuela a la que asisto, para luego decirme que soy buena en lo que hago, pero que aún me faltan algunas cosillas por aprender. Sus palabras me levantan el ánimo de nuevo.

Amo la repostería, y en el futuro quiero abrir una gran pastelería gourmet. Sé muy bien que debo trabar muy duro para lograr mi sueño, así que voy hacer todo lo posible para realizarlo. No importa cuántos sacrificios deba hacer o cuánto tiempo me lleve, en el fondo sé que lo lograré.

El señor Newman vuelve en cuanto el chef Daniel lo manda llamar y prueba también el postre que hice.

—¡Guau, esto está delicioso! —exclama con una gran sonrisa—. Excelente, señorita O’donnell —me felicita extendiendo su mano—. Será un gran elemento para nuestro negocio.

Mi frente se arruga por la emoción.

—¿En serio? —pregunto incrédula.

—¡Por supuesto! —mantiene la sonrisa—. Hablaré con el chef Slora para que la tomemos en cuenta el día que se abra alguna vacante fija.

Sus palabras me llenan de alegría.

—¡Guau! Muchas gracias, señor Newman—sonrío conteniendo las lágrimas—. Daré mi mejor esfuerzo, se lo prometo.

Ambos sonríen con amabilidad para después estrechar mi mano.

—Preséntese el lunes —dice al salir de la cocina—. Le daré un uniforme y un pase para que se presente en la sucursal del centro. Recuerde ser puntual —volvemos a su oficina en donde me entrega una filipina blanca con el logo del restaurante y una tarjeta firmada por él—. El chef Slora es un hombre bastante estricto, así que espero que esté acostumbrada a trabajar bajo presión.

Si es tan estricto como mi papá, no hay problema, contengo una risita y noto que también sonríe.

—Mientras cumpla con su trabajo y demuestre el mismo potencial que acabo de ver allá adentro, todo irá muy bien, tanto para usted como para el equipo.

—Entendido, señor.

—Le deseo mucho éxito, señorita O’donnell —estrecha mi mano por segunda ocasión, pero ahora para despedirse.

—Muchas gracias por la oportunidad. Con permiso.

Salgo del restaurante y me voy a casa para cambiarme de ropa.

¡Sí, ya tengo trabajo! Oh, yeah!

Jess Q'

Una Pizca De Mak'x 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora