50. Almacén

343 24 2
                                    

En momentos así recuerdo cómo es que Max me fue conquistando con su gran sentido del humor. Él es de las pocas personas que aún conservan a su niño interior, aunque en su caso es un niño muy, muuuy travieso.

—Mak, ¿si has pensado en lo que te dije? —pregunta deslizando su pulgar por mi mejilla. Es tan lindo cuando se lo propone.

Sí, y por eso hay veces que no puedo ni dormir, aprieto los labios para no confesar.

—Pues he estado muy concentrada en hacer bien mi trabajo, tanto que cuando llego a casa caigo rendida —improviso a medias—. Ya sabes cómo es esto.

Por un instante baja la mirada.

—Entonces ¿no has tenido tiempo para pensar en mí? —con un movimiento delicado levanta mi barbilla—. Yo sí he pensado mucho en ti.

Y yo en ti.

Pega su frente a la mía.

—Estas dos semanas han sido una verdadera pesadilla —dice con los ojos cerrados—. Te he llamado a todas horas, dejé varios mensajes en tu buzón de voz y nunca recibo respuesta —su tristeza me contagia—. Pensé que me habías bloqueado.

Contengo las lágrimas que amenazan con salir.

—Ese día, la pantalla de mi teléfono terminó estrellada cuando cayó al suelo, pero no me diste la oportunidad de explicar —me separo dándole la espalda—. Dudaste de mí y también de Chris.

Siento sus manos sobre mis hombros.

—¿Tú qué pensarías si me encontraras riendo sobre el regazo de otra chica?

Doy media vuelta.

—Yo vi cuando tu ex novia te besó en la boca, Max —lo enfrento—También he sido testigo de cómo miras a Nichole —callo por el nudo que se va formando en mi garganta—. Christopher es como un hermano. Tal vez te parecemos muy cariñosos, pero nunca ha habido, ni habrá, algo más entre nosotros.

Su máscara de frialdad cae dejándome ver al hombre comprensivo que me conquistó.

—Por favor, Mak, perdóname. Me comporté como un idiota —suena arrepentido—. Los celos y la desesperación que sentí al saber que deseabas terminar con nuestra relación, me sobrepasaron.

Empiezo a sollozar, pero me controlo.

—¿Y qué hay de la confianza? —pregunto decidida—. ¿Hasta cuándo piensas abrir tu libro de vida para mí?

Se queda en silencio sujetando mis manos mientras las acaricia con una lentitud desesperante. Así no puedo continuar.

—¿Ves? ¿Y así me reprochas el por qué supongo cosas? —meneo la cabeza—. No sé si me tomas por una interesada o…

—¿Por qué te intriga tanto ese tema? ¿Qué tiene de interesante saber de dónde vengo? —responde con algo de molestia, causando que me encoja de hombros. Estoy rebasando los límites de nuevo—. Mis padres son licenciados en administración y trabajan juntos. Mi padre nació en Londres y mi madre es canadiense —explica apresurado—. Mi único hermano siguió los pasos de papá. Ambos somos británicos porque…

—No necesitas contarme todo en este momento —lo interrumpo.

—Solo digo lo único que quieres escuchar, mujer —se aleja un poco para ir y venir en el pequeño espacio libre—. No me gusta hablar sobre mi familia por el simple hecho de no querer sobresalir por el apellido. Quiero que me reconozcan por quien soy—declara sin detenerse—. Toda la vida nos han etiquetado a Brandon y a mí por ser descendientes de la “nobleza”. Siempre bajo la sombra de nuestros ancestros.

Una Pizca De Mak'x 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora