Parte 17

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–Tiene que comer algo – susurró Hye Mi mientras miraba a los dos matones que estaban al frente de la celda en espera de que comieran lo que les trajeron, que fue el primer alimento recibido en tres días, de resto sólo habían tomado agua de la pileta de piedra que se veía lo suficientemente potable. Tae Ra no sabía porque se tomaban esas consideraciones con ellas cuando el objetivo era asustarlas hasta el punto de la locura. Hye Mi no se veía tampoco con ganas de desear comer lo que les traían, ya que seguramente podía estar envenenado pero ella tenía órdenes de probar los alimentos que tomaba la reina antes de que ella misma los comiera, Tae Ra deseaba impedírselo pero para ambas era claro que si deseaban tener un ápice de supervivencia alimentarse era lo más adecuado.

Hye Mi probó el udon y la salmuera esperando comenzar a sentir el dolor en el estómago y todo aquello que una vez leyó sobre los efectos del envenenamiento, más nada sucedió después de cinco minutos con lo que asumieron que era una desicion segura.

Ambas comenzaron a comer con lentitud porque conocían los efectos de comer rápidamente cuando se estuvo ayunando por tantos días, sus vigilias esperaron y cuando terminaron se lo llevaron todo.

Hye Mi se volvió a mirar a la reina y la notó tan verde como los demás días, pero sabía que su solicitud de ayuda con algún médico no tendría efecto, teniendo en cuenta que ninguno de los que las vigilaba escuchaba nada de lo que decían, apretó las manos de la reina en silencio mientras esta hacía un enorme esfuerzo en retener la comida consumida. Gemía silenciosamente mientras su estómago se revolvía y la comida intentaba abrirse paso por sus vías digestivas hacia la boca. Miró a Hye Mi impotente mientras esta la ayudaba a llegar al lavabo y trasbocaba ahí, con bastante violencia, lo que acababa de consumir.

Con la frente empapada de sudor el malestar remitió una vez vomitó todo. Con piernas débiles Hye Mi la condujo al sitio donde estaban antes acariciandole la espalda en un gesto tranquilizador. Tae Ra asumía que se trataba del malestar de estar encerrada, cosa que no soportó nunca, aunado al hecho de saberse indefensa y que hasta el momento no tenía un plan para escapar.

Ambas escucharon unos pasos pesados seguidos del clic de un bastón y el loco que vio su primer día ahí hizo la aparición momentos después, desde las rejas las miraba mientras una sonrisa sardónica cruzaba sus facciones.

– Esperó que la estancia esté siendo de su agrado, alteza. –

– Odiaría tener que decirle lo que pienso de todo esto – dijo ella lamiéndose los labios pálidos y resecos. – ¿cual es el punto de mantenernos aquí? – esa incertidumbre seguía carcomiéndola especialmente  desde el silencio y la cantidad de tiempo que ella misma creía qué pasó desde que llegaron ahí. Deseaba que no fuera notorio que lo que realmente deseaba era información sobre Lee Gon y esperaba que ese loco no se diera cuenta de sus funestas intenciones. Pero debió saber que ese tipo al igual que su propio marido y por qué eran familia, debía tener las mismas habilidades pseudo psíquicas del rey para leer el pensamiento.

–En estos momentos mi querido primo se encuentra bajo la presión de los medios de comunicación sobre si hacer pública su desaparición. Se debate entre decir que usted escapó de él con su escolta personal lo cual haría aún más dramática la situación de por sí bastante rocambolesca, o se debate entre decirle a todo el reino que usted murió el día de  los atentados. Cualquier de las dos opciones minará la fidelidad de sus seguidores.–

–¿Cómo pudo él haber llegado a esa descabellada conclusión? Seguramente si esta enamorado de mi como usted dice sabe que eso es lo último que haría– comentó llena de rencor.

El Rey Tirano y la Actriz NarcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora