Parte 21

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Lee Gon miraba hacia todas las personas que estaban frente a él , la mayoría estaban vestidos como personal de la salud, y se afanaban por atenderlo, algunos valoraban los reflejos de sus pupilas mientras otros evaluaban la parte inferior de su cuerpo y anotaban cosas en tablas.
Nunca le habían gustado los hospitales,  no desde la muerte de sus padres pero si estaba ahí era por que... estaba vivo.
Cerró los ojos mientras respiraba lentamente sintiendo su garganta en llamas como si algo hubiera intentado colarse por ahí a la fuerza. Intentó tragar saliva pero no lo logró , como si de repente no tuviera reflejos en su garganta para hacerlo. Se asustó un poco al no tener ese dominio pero un enmascarado se acercó y le dijo algo así como que se tranquilizara, no podía estar seguro.
Solo podía verle los ojos. Apenas estaba comenzando a escuchar su entorno como si estuviera despertando a un mundo nuevo, o peor aún, naciendo otra vez.

Todas las voces diferidas se filtraban por su conciencia trayéndolo lentamente a esa realidad. No recordaba realmente qué había estado viendo momentos antes pero intentaba despejar su cerebro de lo que seguramente era un muy poderoso sedante. Cerró los ojos unos segundos y después parpadeó rápidamente para finalmente tener clara su visión. Un sitio aséptico le devolvió la mirada, tan blanco y limpio que efectivamente no debía tratase sino de un centro de salud.
Miró hacia la persona a su lado, aún no podía articular ninguna palabra medianamente coherente. Parecía que estaba anestesiado y de repente todo el aluvión de recuerdos invadió su mente con las últimas cosas que vio antes de caer en la inconsciencia. Su pelea con Lee Rim y su herida, aquella mortal cortada que drenó su vida lentamente mientras hacía el esfuerzo de permanecer vivo el tiempo suficiente como para matarlo. Recordaba los pasos silenciosos, la visión borrosa que a pesar de su estado moribundo pudo reconocer como a su esposa, horrorizándose al ver entre su propia bruma lo que tenía entre los dedos y que dirigía a la espalda de su primo que se disponía a decapitarlo. El sonido del disparo y su eco resonando en sus oídos y en el techo y estructura que los rodeaba. Lee Rim moviéndose hacia ella, dispuesto a matarla sin que Gon pudiera hacer nada por ayudarla, pero cayendo de rodillas momentos después como... como si también tuviera una herida que le impidiera seguirse moviendo y caía sin fuerzas mientras ella corría hacia él con su hermoso rostro contraído por... ¿la desesperación?
Cuando lo acunó en sus brazos y su cabeza fue a parar a sus piernas supo que no hubiera escogido otra manera de morir que no fuera esa...

Luego volvió a esta, su realidad, en un movimiento instintivo, quizá algo que arraigó en su conciencia y cuerpo pero lo único en lo que deseaban enfocarse sus ojos era en... Lee Tae Ra para asegurarse de que no le había pasado nada.
Comenzó a desesperarse cuando no la vio cerca poniéndose peor y en su estado semi anestesiado esa desesperación se convirtió en ansiedad lo cual podía ser bastante mal interpretado, en términos de salud, por los médicos a su alrededor quienes se apresuraron a aplicarle un tranquilizante para que durmiera y así poder saber el origen de su agitación.
De todas maneras no fue necesario ya que el capitán Jo estaba ahí y sabía perfectamente qué era lo que le hacia falta al rey.
Recordando vivídamente lo que pasó entre ellos la última vez que se vieron, Shi Hyun envío un aviso a la reina por medio de su dama de la corte Myung .
Era muy entrada la noche pero él hizo una promesa y debía cumplirla. No recibió respuesta a la información que estaba enviando pero eso podía obedecer a que ella se apresuraba a avisar a la reina las novedades. En breve la soberana querría hacer acto de presencia y seguramente el sub capitán Seok lo contactaría para los pormenores. No lo demostraba pero se sentía bastante aliviado de que Lee Gon hubiera despertado al fin. Aunque su pronóstico inmunitario era reservado ahora podía pasar sin el respirador y eso era un avance, aún debían cuidarlo por mucho tiempo y él mismo sabía que el rey no iba a tolerar su estancia hospitalaria por una temporada larga. Así que lo más probable era que sacara fuerzas de donde no tenía para mejorar y volver al sitio familiar que era el palacio.
El rostro del rey estaba pálido y algo demacrado y seguramente para la reina no sería algo muy tranquilizante verlo de esa manera pero agradecería que aún estuviera vivo, tal como él mismo. Observó impasible como el rey era sostenido el tiempo suficiente para ser sedado y controlar su agitación.

El Rey Tirano y la Actriz NarcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora