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Gon miraba hacia el bosque de bambú ajeno al despliegue que se desataba a su alrededor. Había tomado menos tiempo del que esperó el hecho de que ella intentara escapar, pero por lo que dijeron los guardias el bosque fue la ruta de escape.
Era una tonta, pero al menos una tonta persistente. El bosque era la peor ruta que había para escapar ya que estaba fuertemente custodiado en los límites por una valla eléctrica que siempre permanecía encendida y que podía electrocutar al que fuera en menos de diez segundos.
La preocupación mezclada con ira lo hicieron un ser humano peligroso, pero no podía pararse a esperar que ellos intentaran encontrarla. Cuando era pequeño se le había obligado a conocer cada plano del bosque y estaba bastante familiarizado con este. La encontraría y cuando lo hiciera más le valía obedecerlo porque planeaba un castigo ejemplar.
– Trae a Maxime, y pon a dos guardias reales para custodiar la salida oeste del bosque, donde está el límite de la valla eléctrica.
Obedeciendo sus órdenes la yegua blanca llegó y la montó enfilando hacia el bosque detras de su esquiva futura reina.
Cabalgó durante un tiempo prudencial silbando de vez en cuando para atraer la atención del caballo que la actriz había hurtado. Dudaba mucho que ella aún estuviera sobre la espalda de Faraón, como era que se llamaba el ejemplar que robó, pero el caballo tenía un sentido de la orientación bastante bueno así que si no volvía con los silbidos volvería solo al establo. Su montura por otro lado seguía caminando por ahí, de manera inconsciente o quizá... muerta.
Pensar en la muerte de Jeong Tae Ra le hizo querer matar a algo a cambio, especialmente porque aunque sabía que ella intentaría huir había querido que siguiera con la ilusión de que podía tener exito escapando. Pero en ese momento se daba cuenta de lo arriesgado que esa ilusión podía ser para una mujer como ella, amante de la libertad y renuente al matrimonio.
Azuzó a Maxime para ir hacia el oeste por los caminos enrevesados del bosque que ella conocía tan poco como bien él. Cuando le permitió el escape creyendo que lo lograría no pensó que estaría realmente en peligro, juicio erróneo por parte de él. Fue cuando cayó en cuenta de todo lo que podía pasar que se llenó de preocupación sintiendo que esa incómoda sensación lo invadía. Preocuparse por alguien más definitivamente no estaba entre sus cosas favoritas de hacer, y más le valía suprimir ello, ya que le traería consecuencias nefastas.
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Tae Ra bebió agua dándose cuenta de que parecía haber estado caminando en círculos y sintiéndose ligeramente mareada. No estaba consiguiendo nada porque la valla seguía siendo su límite y no había encontrado un solo sitio vulnerable en toda la estructura. Ya había pasado hacía una hora de la fase de negación y desesperación, pero no de la rendición. Aun no podía darse por vencida.
Un sonido llamó su atención y se apresuró a apagar la linterna escondiéndose detrás del tronco de un sauce e intentando recuperar la respiración. Era un sonido constante, casi como... los cascos de un caballo. El miedo se apoderó de ella porque sabía que estaba a punto de ser encontrada y todos los planes del escape se estaban viniendo abajo sin poder detenerlo.
– Sé que estas aquí, así que no tiene sentido que te escondas – dijo Gon cabalgando lentamente sobre la espalda de su yegua no muy seguro de si lo escuchaba. No sabía de donde llegaba la convicción de que ella se encontraba cerca, como si su cuerpo pudiera percibirla.
El instinto de caza era otro plus ya que no era la primera presa que intentaba escapar, aunque esta presa era humana. Lo único que podía escuchar era el sonido de las hojas de los árboles moviéndose por efecto del viento sin ninguna hoja seca así que debía estar escondida en algún tronco. Con lo menuda que era eso era lo más fácil. Comenzó la cacería a pie dejando a Max en el medio, pero ella no se movería hasta que él se lo indicara.
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El Rey Tirano y la Actriz Narcisista
Roman d'amourEn algúno de tantos mundos existe el rey tirano Lee Gon, su palabra es ley. En el mismo mundo existe Jeong Tae Ra. El duelo de voluntades comienza...