Parte 22

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Bueno, me escapo otra vez de mi trabajo para traerles esta publicación, de antemano les agradezco tod@s su paciencia y espera y debo aclarar con dolor que se acerca el final.
Agradezco infinitamente la oportunidad que le dieron a la historia y espero que siga siendo de su agrado. L@s amo y aprecio demasiado.

Tae Ra pasaba la toalla suavemente por el cabello de Lee Gon mientras este, como si fuera un niño, se abrazaba a su cintura de una manera tan delicada que parecía que no se tratara de la misma persona. Seguramente se volvió su posición favorita, excepto encima y dentro de ella. Saber que su hijo estaba ahí era algo incluso más apasionante para él.
Ella le secó el cabello con parsimonia hasta que estuvo listo para peinarlo y se desentendió de sus brazos lentamente mientras iba por el cepillo. Tae Ra hacía estas actividades en silencio, con cariño, pero ese día era más movimientos repetitivos que otra cosa, no era un día feliz, a pesar de la felicidad que sentía por estar al lado de Gon.  La situación en la que se encontraban y hacia dónde se dirigirían a medida que el día avanzaba  hacía que ese abrazo fuera algo amargo. El juicio de las disidencias y del jefe Kang tenía esa fecha y Gon ya había tomado la decisión sobre ese hombre. Aunque no se lo había dicho a ella ni a nadie y Tae Ra no le había preguntado. Parecía ser un tema tabú entre ellos y ella pidió verlo nuevamente pero la petición fue negada. No insistió, no valía la pena y ahora sólo restaba esperar a que el juicio sucediera y escuchar la desicion del rey. Y si, estaba dispuesta a saltar sobre la garganta de quien fuera si la desicion comprometía la vida de ese hombre. Estaba dispuesta a salvarlo y que viviera, era una deuda personal.

Terminó de peinar el cabello de Gon y luego lo ayudó a vestir. No era que realmente lo necesitara pero le gustaba sobremanera que ella tuviera la voluntad de atenderlo así y no se negaba, seguían profesandose su amor de esa manera. Luego se vistieron en silencio con las ropas seleccionadas para el juicio y ambos de la mano salieron caminando pasando por en medio de la calle de honor de los miembros de la corte. Llegaron al estacionamiento subterráneo donde los esperaba un séquito de seguridad.
–Confía en mi –dijo Gon cuando cerraron las puertas de la camioneta blindada y ella se volvió a mirarlo, sin saber realmente qué responder a su afirmación. Si, confiaba en él, pero en ese asunto el juicio de Gon podía verse cegado. Mirando la mano de él sobre la suya y luego a él, asintió lentamente con la cabeza y entregó por completo sus preocupaciones a la confianza que mencionaba consciente del gran esfuerzo que le costaba hacerlo. No podía dejar de pensar en el jefe como algún tipo de hermano o persona a la que debia cuidar a pesar de que no era una realidad.

La sede legal de los asuntos del reino y los tribunales se hallaba a unos cuantos kilómetros del Palacio. Los que iban a ser juzgados fueron trasladados desde la prisión. El jefe Kang había sido remitido allí después de completar su recuperación que le había llevado buen tiempo aún teniendo en cuenta su formidable forma física. Había tenido sesiones de fisioterapia y recuperó la movilidad de su pierna para...

Ir a prisión.

Aunque su implicación en lo sucedido seguía permaneciendo en secreto estaba lejos de volver a ser quien era en el reino. De hecho, pensaba él mismo mientras, esposado, era conducido en el auto especial para transportar presos, seguramente sería condenado a muerte y no había nada peor que eso en ese reino. Aún así seguía sintiéndose tranquilo con la aceptación de su propio destino, de algún lado siempre le llegó la convicción de que terminaría así pero estaba a gusto con lo logrado y  su vida.

Supo nuevamente por bocas en la prisión las que podía escuchar ya que durante el tiempo que permaneció ahí fue aislado de los demás presos para evitar que fuera asesinado por las disidencias de Lee Rim por alta traición, que fue la reina quien mató al príncipe bastardo, robándole de alguna manera el crédito por la venganza a su familia. La percepción sobre la reina seguía siendo la misma, su salvadora, su vengadora, no podía ni deseaba amarla menos.
Si, era amor, y no correspondido, segun también escuchó. Ella, contra todo pronóstico , se enamoró del rey y este a su vez debía amarla demasiado también.

El Rey Tirano y la Actriz NarcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora