Parte 20

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Tae Ra sabía que estaba histérica y no podía importarle menos, desde el momento en que llegaron los paramédicos y empezaron a practicar reanimación en el rey, llenándolo de cables y poniendo un tubo especial en su garganta el histerismo mezclado con el terror se apoderó de ella. No podía estar muerto, sus destinos no podían acabar así, ella tenía el sentimiento en su pecho de que las cosas iban a mejorar y después se desencadenó todo lo que ahora vivían, su propio instinto no pudo equivocarse más pero aun así era difícil aceptarlo, especialmente cuando fue separada de él para no entorpecer las labores del equipo de salud.

Los paramédicos debían provenir de la clínica especial real. Segundos antes el capitán Jo entró a la estancia con el arma en ristre, tenía toda la apariencia de haber tenido una lucha con la muerte y probablemente era así, su estado de alerta cambió rápidamente a la cautela y también al pánico, aunque no al histerismo de la reina que hacía lo que estaba en manos de su pobre fuerza para que la soltaran y poder quedarse con Gon en lo que parecían ser sus últimos momentos. Aun así, el guardia real que la mantenia apartada no soltaba prenda y ella que ya le dolía todo el cuerpo comenzaba a caer sin fuerzas a los pies de ese hombre llorando como una posesa.

En ese lapso de tiempo, mientras metían un tubo por la garganta del rey y las compresiones no cesaban Shi Hyun coordinó la evacuación de su majestad a la clinica real por aire, ya que no había manera de trasladarlo con esas heridas por tierra hasta el claro. El helicóptero hospitalario venía en camino y lo que tenían que hacer durante esos minutos era conservar la vida del rey. Tae Ra gritaba su nombre rogando porque la escuchara, le decía que lo amaba y que no podía morir. En realidad, no sabía si sus deseos estaban penetrando por la conciencia del rey, pero el monitor de signos que le pusieron aún no marcaba una línea recta, aunque las palpitaciones eran demasiado espaciadas, debía ser rápidamente transfundido y por lo que alcanzaba a escuchar que le decían al capitán, debían cerrar la herida del abdomen rápidamente o moriría desangrado.

Sobre sus cabezas comenzó a escucharse un estruendo que seguramente eran las aspas del helicóptero sobrevolándo la zona. Como no tendría donde aterrizar los paramédicos aseguraron el cuerpo de Gon a la camilla y lo levantaron entre cuatro para salir de lugar. Habían logrado estabilizarlo un poco pero el reto era hacer que se mantuviera así. Tae Ra se puso de pie y caminó tras ellos apretándose entre sí los dedos de las manos, su mente agotada de pedir ayuda al dios que fuera y su preocupación a flor de piel. Podía imaginarse con terrorífica claridad lo que sería de ella si Gon moría y casi trastabilló de lo real que se sentía esa posibilidad. Deseaba ir con él porque si moría en el camino no podría permanecer a su lado, pero no podían evacuarlos al tiempo.

Cuando estuvieron afuera las hojas de los árboles se movían agitadamente mientras una serie de arneses especiales de rescate se dejaron caer de las alturas, el ventilador (respirador artificial conectado a la vía respiratoria de Gon) y el monitor de signos vitales fueron puestos a buen recaudo a los lados de la camilla donde estaba asegurado y los arneses fueron puestos en esta de la manera estratégica que se requería para ser elevado como en una situación de rescate que casi lo era.

Una vez asegurado Gon uno de los paramédicos se ató a los arneses y a la camilla para vigilar el ascenso, al igual que el capitan, que dejó encargado de la seguridad de la reina al subcapitan Seok, y ante la señal el helicóptero especializado comenzó el ascenso con extremo cuidado. Ella lo vio irse como si fuera la última vez que lo tendría cerca, el subcapitán Seok monitorizaba todo el ascenso mientras ella lo miraba expectante esperando que le dijera que llegó bien al aparato o al menos vivo.

Una vez arriba la camilla fue asegurada y el cuerpo trasladado a una unidad especial que haría su desenso más fácil cuando llegara al hospital.

–Está asegurado, aún vivo, el helicóptero se marchará ahora – comunicó el capitan mediante el radio  y las rodillas de Tae Ra perdieron la fuerza. Aún en su estado herido el subcapitan la sostuvo mientras finalmente ella se desmoronaba del todo. El resto de los guardias reales ya habían neutralizado la zona dando de baja a los remanentes. El príncipe bastardo estaba muerto y él y sus hombres serían retornados a palacio para una ceremonia funebre a pesar de los pecados cometidos.

El Rey Tirano y la Actriz NarcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora