-La señorita Selene Slytherin Malfoy ha desaparecido.- Cayden se había vestido con lo primero que había encontrado, y había ido al despacho de McGonagall.
Todavía tenía ojeras y los ojos rojos por haber llorado.
-¿Habéis buscado en la Cámara de los Secretos?- Cayden se rió por dentro de aquel chiste tan malo.
-Señor Gryffindor, este asunto es de máxima prioridad.- McGonagall gritaba hasta que alguien entró de un portazo.
-¿DÓNDE ESTÁ?- Malfoy entró hecho una bestia, y cogió a Cayden de la camiseta levantándolo en el aire. -¿DÓNDE ESTÁ SELENE?-
-Señor Malfoy.- Minerva llamó al hombre del pelo blanco a la tranquilidad. -Dinos Cayden, ¿dónde puede estar Selene?-
Cayden se encogió de hombros.
-Tampoco me importa.- y lo siguiente que sintió fue el puño de Malfoy. Se masajeó el mentón, pero le había dolido menos que decir aquellas palabras. Claro que le importaba donde estuviese Selene.
Selene era todo lo que le importaba.
La puerta se abrió otra vez, el profesor de defensa contra las artes oscuras entró.
-Profesora hemos encontrado al alumno que ha conjurado la maldición Imperdonable. Pero sucede algo.- el profesor estaba pálido y sudando.
-Cuéntenos.-
-Cien alumnos estaban bajo la maldición Imperio, entre ellos el que lanzó la maldición.-
-¿Y quién lanzó la maldición Imperio?- preguntó Draco.
-No lo sabemos, todos los alumnos que estaban en la Cámara de los Secretos han roto sus varitas, e incluso algunos de los que todavía permanecían en el Gran Comedor las rompieron también, excepto...- el profesor parecía no querer decirlo.
-¿Excepto quién?- McGonagall reiteró.
-Ningún Slytherin ha roto su varita.-
Malfoy se rió.
-¿Insinúas que un Slytherin ha hecho todo esto?-
-No.- el profesor tragó saliva.
-Eso pensaba. Porque ningún Slytherin atacaría a otro de su misma casa.-
-Debemos llamar a un Auror.- pidió la directora.
-Solo confío de uno para llevar a cabo la misión de encontrar a mi hija.-
-Señor Malfoy, cualquier otro Auror puede encontrar a Selene.-
-¿Y qué hará cualquier otro Auror con la sobrina de Voldemort?-
Cayden se quedó pálido.
Era imposible que Selene y el Señor Tenebroso fueran ni parientes lejanos. ¿Pero su tío? Parecía más una broma.
McGonagall inspiró profundamente.
-Llámelo.-
Draco sacó un teléfono móvil y marcó a alguien.
El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras se había escabullido.
En cuanto Draco apagó el teléfono, se oyó un enorme estruendo en la chimenea, acompañado de una luz verde.
-¿Qué es tan urgente, Malfoy?- Potter apareció, sacudiéndose las cenizas de la capa.
-Mi hija ha desaparecido.-
-¿Habéis buscado en la Cámara?- insistió el recién llegado.
-Alguien la encontró antes que nosotros.-
-Alguno de los alumnos habrá visto algo.-
-Estaban bajo la maldición Imperio, han roto todos las varitas.-
-¿Le hicieron algo a Selene? ¿Hay restos de alguna otra maldición?-
-Dos Crucio, hechas por la misma varita.-
Harry se puso serio en ese instante.
-Quien lanzara la maldición Imperio irá a Azkaban.- se giró hacia Cayden. -¿Tú sabes quién podría haber hecho esto?-
Cayden asustado negó.
Otro profesor volvió a entrar corriendo.
-¡La Sala Común de Slytherin está en llamas!-
McGonagall se levantó de su silla golpeando el escritorio.
-Evacuen el castillo entero.- gritó. Levantó la varita y sonó una alarma ensordecedora por todos lados.
-¿Qué hacemos con los Slytherin?- preguntó el profesor.
-Aisladlos, que no tengan contacto con ninguna otra casa.- pregonó la directora.
-Pero el culpable podría escapar de Hogwarts usando el tumúlto.- dijo Harry.
-Aun así, no voy a poner a los alumnos en peligro.-
-¿Y quién dice que no es alumno el que haya secuestrado a Selene?- Malfoy estaba fuera de sus casillas.
-Estás desesperado, Draco. Lo entiendo. Pero es imposible que haya un alumno en Hogwarts capaz de conjurar dos maldiciones imperdonables a tal escala.-
-A parte de Selene hay otras tres personas con el suficiente poder como para hacerlo.-
Raihan, Hope y el propio Cayden.
-Cayden, ¿dónde fuiste después de estar en el Gran Comedor?- McGonagall lo preguntó con miedo.
-Estuve en el bosque prohibido toda la noche.- se defendió.
-¿Tienes pruebas?- preguntó Harry muy serio.
-Yo nunca le haría daño a Selene.-
-Cayden, no eres el primero de los Herederos de Gryffindor que tiene un ataque de ira durante el Eclipse de Luna. Pero si has sido tú quien ha conjurado las maldiciones, debemos tomar responsabilidades.-
Cayden sudó frío.
-Yo no le he hecho nada, lo juro.-
-¿TIENES PRUEBAS O NO?- Malfoy estaba al borde de las lágrimas.
-Le prendí fuego a todo un claro, eso me llevó toda la noche.- Cayden se defendió.
-Llévanos hasta allí.- pidió McGonagall.
Los cuatro se dieron las manos, y Cayden los transportó hasta el claro del Bosque Prohibido donde Selene y él habían pasado gran parte del tiempo juntos.
Los pies descalzos de Cayden tocaron el mullido césped. El olor de las flores le provocó ganas de vomitar.
Estaba jodido.
Cayden se cayó de rodillas, todo estaba verde y como si no hubiera pasado nada. Lo único diferente era un árbol en medio, de ramas secas.
-¿DÓNDE ESTÁ?- Malfoy le apuntó con la varita. -¿DÓNDE ESTÁ, SELENE? ¡LA HAS MATADO!-
-Yo no le he hecho nada, nunca le haría nada.- Cayden lloró, aunque pensaba que ya no le quedaban lágrimas.
-Cayden, debemos llevarte a un lugar seguro.- Harry le colocó la mano en el hombro.
-¿Voy a ir a Azkaban?-
-No, con tus poderes puedes escapar de allí. El único lugar en el que podemos encerrar al heredero de Godric es ahí.- McGonagall señaló con la barbilla detrás de Cayden.
El Lago Negro.
-No. No. Por favor, no.- Harry le apuntó con la varita, y dijo algo. Algo viscoso se le metió por la nariz y la boca. La sensación era asfixiante. -¡NO!-
-Lo sentimos, Cayden. Pero hasta que la última prueba no tenga lugar, no podemos dejarte libre.- dijo McGonagall.
Cayden levitó hasta el lago, viendo como Malfoy lloraba en el hombro de Harry, hasta que se hundió en el agua, y unas cadenas lo atraparon de pies, cuello y manos, todavía consciente.
Al final había acabado como su hermano.
ESTÁS LEYENDO
Heirs of Hogwarts
FanfictionSon diferentes, lo saben y no les importa. Y no solo por ser magos, si no por la sangre que llevan en sus venas. Ellos respiran los hechizos y emanan poder, y por primera vez en centenarios, la magia de los cuatro fundadores volverá a correr por los...