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Raihan acabó el año con honores.

Cayden fue llevado a la enfermería, y Draco fue a por Selene esa misma mañana. Al día siguiente, estaban tomando un avión hacia Francia, para que Selene pudiera terminar sus estudios en Beauxbatons.

Ninguno de los tres recordaba qué había pasado en el bosque. Los profesores los habían encontrado inconscientes alrededor de un árbol talado, y los habían llevado de vuelta al castillo.

Una cuadrilla de aurores buscó a Hope por todo el perímetro pero cuando fueron a su casa a comunicarle su desaparición a sus padres, los encontraron muertos por emparedamiento.

Después de recuperarse, Cayden se fue a vivir con Raihan, mientras él estudiaba en la Universidad. En último año le ofrecieron ser el buscador de un equipo de Londres, tres años después volaba con la selección. Encontró una pareja y una casa en Bournemouth, con vistas al mar. A veces se quedaba días enteros mirando el agua, esperando que unos enormes ojos verdes le devolvieran la mirada.

Selene se graduó en Francia, y decidió irse a viajar por Asia, buscando nuevos ingredientes para sus pociones. Después de dos años de publicar exitosos estudios sobre las propiedades de las plantas orientales, decidió volver con Draco a Inglaterra. Abandonaron la mansión y se fueron a Mánchester. Tiempo después, Draco volvería a su casa familiar solo.

Selene se aseguró de instalar en su nueva casa una chimenea, y cuando encendía el fuego se quedaba horas mirándolo, esperando encontrar unos ojos rojos.

El espíritu de Tom se mudó a la casa de Selene, y vivía con ella y sus Dobermans.

-¿Estás segura de que tienes que ir?- preguntó Tom.- Londres está muy lejos.-

-No todos los días se recibe una medalla al valor, y menos cuando se trata de una Slytherin.- le sonrió. -¿Necesitas más poder para cuidar de los niños?-

-Me las apañaré, pero tienes que sacarlos a pasear en cuanto llegues.-

-Claro que sí.- cerró la puerta tras de sí. Se aseguró de que lo llevaba todo. Cartera, llaves, la invitación del Ministerio de Magia... Y aquella extraña pulsera violeta que se había comprado en Francia, no sabía porque, pero no podía separarse de ella, es como si le recordase algo muy importante que había olvidado.

Cayden se cagó en todo. No quería ir a Londres, y menos para recibir una medalla a la astucia.

Un descendiente de Gryffindor recibiendo algo que sonaba a premio para un Slytherin.

No tenía lógica.

Aún así, cogió el coche y tomó rumbo a la capital. Durante el trayecto, se quedaba embobado mirando su pulsera morada. La había comprado cuando entró en el equipo de Quidditch, y no se la quitaba por nada, incluso su novia le había comprado otras, pero no. Tenía que ser esa.

Llegó al Ministerio, y bajó hasta el Salón de actos, se sentó en la última fila.

Después de un soporífero y monótono discurso, llegó la entrega de medallas.

-Y la medalla al valor de este año, va para pa señorita Selene Slytherin Malfoy.- aquel nombre le martilleó.

Una mujer de pelo negro subió al escenario, y recibió su medalla.

-Muchas gracias, de no haber sido por la colaboración de este Ministerio, no me hubiera sido posible llevar a cabo mi estudio sobre la recuperación de la memoria mediante el uso de nuevos ingredientes que no suelen ser comunes en Inglaterra.- todos aplaudieron.

-Ahora, procedemos a entregar el premio por la astucia al buscador de la selección nacional de Quidditch. Cayden Caín Gryffindor.-

Cayden intentó llamar la atención de aquella tal Selene antes de que se sentara, pero al rozarla, ambos se transportaron.

Estaban en el bosque prohibido, y llevaban otra ropa muy diferente. Parecía un gladiador y una ninja.

-¿Te conozco?- preguntó Selene.

-Estudiabamos juntos en Hogwarts.- se empezaba a acordar de ella.

-¿Eres el que se sentó conmigo en el tren en sexto?- ella parecía que también se empezaba a acordar él.

-Sí, y tu eres aquella chica que era tan buena en Pociones.-

-Me halagas, pero el mejor buscador desde Harry Potter es un título mejor que La Nueva Snape.-

Los dos se sonrieron con complicidad, como si se conocieran de toda la vida.

-Durante ese año solíamos venir mucho aquí, ¿recuerdas?- le dijo Selene.

-Es verdad, ¿por qué dejamos de encontrarnos?-

Y entonces los recuerdos los golpearon, las heridas, el hielo en el lago, un compañero muerto, el cautiverio...

-Eres un heredero.- dijeron al unísono.

Cayden lanzó una bola de fuego contra ella, que respondió lanzando gotas de agua a tal velocidad que le cortaba piel y tela a Cayden.

Gryffindor cruzó veloz entre las gotas hasta derribar a Selene. Rodaron entre las hojas, Cayden la entrecerró en sus brazos.

Ya habían estado antes así.

Tomaron aliento sin dejar de mirarse por un momento, y Cayden con cuidado fue bajando hasta encontrar los labios de Selene.

Todavía los recordaba, fríos y salados como el agua del mar.

Ella la miró con los ojos verdes que había estado buscando en el mar durante tres años.

-¿Dónde has estado?- le preguntó Selene.

-Siempre he estado aquí.-

Selene se acordaba de todo lo que había sucedido la noche de la última prueba. Todo, menos la visión sobre la maldición de Hufflepuff.

Heirs of HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora