XVII

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Cayden no supo cuanto tiempo pasó en el fondo del lago. Pero había pasado tanto, que el agua había corroído la ropa.

Gryffindor pasaba las horas completamente solo con sus pensamientos, nada más que eso, y metros de agua encima de su cuerpo.

Solo pensaba en la última prueba, volver a respirar aire. Ver a Selene, debajo de él.

Entonces, un día las cadenas se soltaron. No hizo falta que nadase hasta la superficie, los pulmones todavía llenos de aire reclamaban su lugar en la superficie.

El agua lo arrastró hasta la orilla, y comenzó a toser como un loco. Todo el agua salió con cada arcada.

-Joder, sigues vivo.- Raihan estaba de pie, frente a él, como en la noche que desapareció Selene. -Y desnudo. Ven, McGonagall te está esperando.-

Raihan le tiró una manta.

-¿Dónde está?- preguntó cuando tuvo otra vez la garganta llena de aire.

-Selene lleva tres meses desaparecida. Pero no es por ella por la que te tienes que preocupar, han encontrado un cadáver en la bahía de Bournemouth, Gianni Gryffindor. Lo mataste tú.- Raihan le dió una patada en la cabeza. -MATASTE A GIANNI, A TU PROPIO HERMANO.-

Raihan se marchó. Estaba a punto de amanecer.

Cayden se levantó, y se cubrió con la manta. El pelo le había crecido, y le tapaba los ojos. Los músculos, sorpresivamente, no se le habían atrofiado, si no que se habían endurecido.

El sol le dió en los ojos. Por fin, libre.

Se tapó con la manta, y caminó hacia el castillo, tanto tiempo sin verlo. Le pareció magnífico.

Todos se giraban hacia él cuando cruzaba los pasillos, mojado y desnudo.

Lo único que verdaderamente le extrañó fue no ver a un Slytherin o a un Gryffindor por el castillo.

Alguien le escupió.

-Asesino.- empezó uno y siguieron coreando hasta que el pasillo entero lo dijo al unísono.

Cayden rugió, quería gritar, pero le salió un rugido. Todos le miraron con miedo.

Se estaba convirtiendo en una bestia.

-Señor Gryffindor, a mi despacho.- Minerva apareció en la otra punta del pasillo.

Caminó hasta el pasillo, arrastrando la manta.

Abrió la pesada puerta de madera, McGonagall no estaba sola.

La palma de la mano de su madre le cruzó la cara.

-Mataste a tu hermano.- le chilló. -Mataste a Gianni. ¿Cómo pudiste?-

-Mamá.- no le salían las palabras.

-Tú no eres mi hijo. Nunca debíamos haberte tenido, naciste porque Gianni dijo que quería un hermano. Y ahora él está muerto.- lloraba y le golpeaba el pecho.- ¿POR QUÉ?-

-Era él o yo.- Cayden llegó a su límite.

Esta vez fue su padre el que le golpeó.

-No consiento que hables así de tu hermano. Él era lo mejor que nos pasó, y tú dejaste que se ahogara. ¿A esa chica le hiciste lo mismo?- su padre cogió a su madre entre sus brazos.

-Yo amaba a Selene.-

-Mientes. Como cuando dijiste que no pudiste hacer nada cuando la corriente se llevó a Gianni.- su madre le escupió también.

-Ya basta.- McGonagall se pronunció por primera vez. -Señores Gryffindor, abandonen mi despacho de inmediato.-

-Profesora McGonagall, no queremos volver a verle, nunca.- se refería a Cayden.

-No digamos nada de lo que podamos arrepentirnos.- advirtió McGonagall.

-No nos arrepentimos. Él no se arrepintió de matar a su hermano.- sus padres se marcharon.

-Has vuelto, Cayden. No deberías estar aquí tan pronto.-

-¿Cuanto ha pasado?- preguntó.

-Tres meses.-

-Me encerrasteis tres meses por algo que no hice. ¿Te perece poco? Ahí abajo, sin nada más que mis pensamientos durante tres meses.- Cayden le habló entre dientes.

-Las pruebas apuntaban a tí, eras el único que no estaba en el castillo de los Herederos.-

-Pero yo no fui, aunque todo el mundo quiera que Selene y yo nos matemos, yo no le toqué un pelo esa noche.-

-¿Por que nadie quedría que os mataseis entre vosotros?-

-¿No es eso lo que hacen en los herederos de Slytherin y Gryffindor entre ellos?-

Minerva no dijo nada.

-¿Dónde están los Slytherin y los Gryffindor?- preguntó al final.

-Diezmados, encerrados, asustados.- la directora respiró con pesadez. -Desde aquella noche, los Slytherin fueron tratados de manipuladores, y los Gryffindor de asesinos. Parece que la Copa de las Casas la va a ganar Hufflepuff después de casi cincuenta años.-

Algo en la parte baja del vientre le nació, le ardía, los ojos también.

-Tengo que irme.- Minerva asintió.

Cayden tiró la manta al salir, y se colocó a cuatro patas. Le nacieron garras, y pelo hasta convertirse en una enorme quimera, mitad león, mitad dragón. Corrió hasta la torre de Gryffindor, y entró rugiendo.

Sed libres.

Y todos los Gryffindor salieron de la habitación.

Sin miedo.

Después, bajó hasta la tercera planta y entró en la Sala del tapiz. Volvió a su forma humana, y arrancó el tapiz del techo. La habitación continuaba.

En el fondo había una vitrina, había unos pantalones rojos con detalles dorados y unas hombreras doradas unidas por tiras de cuero, además de unas botas y unos brazales dorados.

La puerta se cerró. No había más iluminación que un par de antorchas.

-¿Quién es?- ladró Cayden.

-Yo.- la melena negra apareció de entre las sombras.

Cayden no dudó un segundo, y se abalanzó sobre ella.

-¿Eres tú?- le preguntó tras tirarla en el suelo y encerrarla entre sus brazos. Todavía estaba desnudo.

-Sí.- metió la cabeza en el hueco de su cuello, y ella echó la cabeza hacia atrás, gimiendo.

La tocó, la besó. Pero ella la separó poniendo las manos en su pecho.

-Tienes que hacer algo por mí.- le dijo Selene desde el suelo.

-Lo que sea, mi amor.- lloró. Y la volvió a besar. -Lo que sea.

Selene lo llevó hasta el bosque prohibido, al claro. Una vez se hubo vestido con el traje de la vitrina.

-Corta el árbol.- señaló aquella planta muerta, justo en el centro del claro.

Cayden notó un peso en su cadera.

-Espera. ¿Dónde has estado todo este tiempo?-

-¿Qué más da?-

-He estado tres meses bajo el agua porque te creía muerta.-

Los ojos de Selene emitieron un brillo dorado.

-Ya lo hago yo.- le cogió la espada del cinto y la levantó contra el árbol.

Heirs of HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora