-Y… ¿Por qué estás aquí?
Esa. Esa era la preguntita.
-Bueno… Es complicado. Digamos que tengo un “Don”
-¿Don?
-Sí… Podemos ir a otro sitio a hablar… No quiero que nos escuche.
Y señalé a la joven.
-Claro.
Nos levantemos y fuimos al pasillo. Entonces nos sentamos.
-Bueno, cuéntame eso de tu don.
-Vale… ¿Tú sabes que las personas solo usan un 10% de su capacidad metal?
-Eh… No, no lo sabía.
-Bueno, pues de todas formas. Yo uso el 30% de mi mente.
-Guau. Debes de ser muy lista.
-Ya… También puedo mover objetos y leer mentes. Sé que no me vas a creer.
-Si no lo veo no lo creo. Demuéstramelo.
-Bueno…
Me esforcé y tiré una de las sillas al suelo con mi mente.
-¿Y cómo sé yo que esto no es una broma?
-Dame tu mano.
Él me dio su mano. La sujeté con fuerza entre mis dos manos y cerré los ojos. No podía creer lo que estaba pensando. Estaba pensando en mí. Todo era tan extraño…
-Dime en que estoy pensando.
-En mí. En tú y yo. En nosotros juntos.
Rápidamente solté las manos del chico porque mi cabeza se estaba volviendo loca y me dolía una barbaridad. Me apreté los dedos sobre la sien. Y el chico me miró.
-¿Estás bien?
-Sí bueno, es que esto duele. Por eso intento no hacerlo mucho. A veces mi mente me controla y acabo desmayándome. Una vez estuve en coma durante unas semanas por eso.
-Dios… Siento mucho haberte forzado…
-No, no. Tranquilo… Paro porque tengo miedo de hacerte daño, mi dolor de cabeza me da igual.
-Pero… ¿Por qué me tendrías que hacer daño?
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El don de la luna.
Romance¿Un don o una maldición? Nunca llegué a saber de que se trataba. Viví encerrada en esa clase de manicomio la mayor parte de mi vida, y ahora, ahora he decidido explicar al mundo lo terrible que era ese lugar. Y Brent... Brent, fue realmente lo único...