Capítulo 5. La pregunta.

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-Y… ¿Por qué estás aquí?

Esa. Esa era la preguntita.

-Bueno… Es complicado. Digamos que tengo un “Don”

-¿Don?

-Sí… Podemos ir a otro sitio a hablar… No quiero que nos escuche.

Y señalé a la joven.

-Claro.

Nos levantemos y fuimos al pasillo. Entonces nos sentamos.

-Bueno, cuéntame eso de tu don.

-Vale… ¿Tú sabes que las personas solo usan un 10% de su capacidad metal?

-Eh… No, no lo sabía.

-Bueno, pues de todas formas. Yo uso el 30% de mi mente.

-Guau. Debes de ser muy lista.

-Ya… También puedo mover objetos y leer mentes. Sé que no me vas a creer.

-Si no lo veo no lo creo. Demuéstramelo.

-Bueno…

Me esforcé y tiré una de las sillas al suelo con mi mente.

-¿Y cómo sé yo que esto no es una broma?

-Dame tu mano.

Él me dio su mano. La sujeté con fuerza entre mis dos manos y cerré los ojos. No podía creer lo que estaba pensando. Estaba pensando en mí. Todo era tan extraño…

-Dime en que estoy pensando.

-En mí. En tú y yo. En nosotros juntos.

Rápidamente solté las manos del chico porque mi cabeza se estaba volviendo loca y me dolía una barbaridad. Me apreté los dedos sobre la sien. Y el chico me miró.

-¿Estás bien?

-Sí bueno, es que esto duele. Por eso intento no hacerlo mucho. A veces mi mente me controla y acabo desmayándome. Una vez estuve en coma durante unas semanas por eso.

-Dios… Siento mucho haberte forzado…

-No, no. Tranquilo… Paro porque tengo miedo de hacerte daño, mi dolor de cabeza me da igual.

-Pero… ¿Por qué me tendrías que hacer daño?

El don de la luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora