El don de la luna.

Capítulo 22. La verdad.

¿Qué era lo que Josh acababa de decir? No, en serio, eso debía de ser una de sus clásicas bromas.

-Josh… No empieces con tus bromitas…

-No es una broma Moon, lo miré en Internet.

-Oh, vaya, porque salga en Internet tiene que ser real…

-Bueno, no me creas, lo leí en un diario muy famoso, lo redactó una gran periodista hace unas semanas hablando de ese tema. Tu “don” se remonta a cuando seguías en la barriga de tu madre. Hay una sustancia que se genera cuando estamos allí dentro llamada CPH4, la cual sirve para que el bebé crezca fuerte. En tu caso, esa sustancia se generó más de lo normal y te hizo llegar a tener esa clase de don. Suena extraño, pero unas pocas personas en el mundo tienen la suerte o la desgracia de nacer con esto, y tu fuiste una de esas personas Moon, eres diferente, eres especial.

-Ya claro, todo lo que tu digas, pero sigo creyendo que esto es mierda pura, me refiero a que… ¿A que se debe esta sobredosis de?… ¿CP4H?

-No, no, no, es CPH4, y eso están intentando descubrir, piden voluntarios para dejarse investigar, podrías presentarte…

-¡Y una patata! Yo no pienso entrar en un laboratorio jamás, ya estuve a punto cuando era un renacuajo y ahora no pienso dejar que me utilicen cómo a una rata, no, no y no, ni de coña.

-Bueno… Tranquila princesa, no hace falta que te pongas así, yo solo quería comentártelo. Así que ya sabes, eres especial.

-Eso… Supongo que mola un poco, no sé, no creo, ¿no?

-Hombre, molar, mola, nadie nace siendo especial todos los días. Pero bueno… Creo que deberías llamar a Brent y contárselo.

-Bueno… No sé yo… Estará muy liado con la universidad, no quiero estorba…

-Calla, no le estorbas, está deseando que le llames, no tiene saldo y no puede llamarte y tampoco saca tiempo para mandarte mensajes, yo creo que le haría feliz escucharte hablar.

-Bueno, si un caso le llamo luego… Sigo flipando, ¿en serio no soy la única? Díos mío…

-Así es Moon… Esa es la verdad sobre todo lo que te sucede.  

“Matadme por favor, demasiada información en un momento.” Eso pensé en ese momento, creía que me iba a dar algo, ¿en serio no era la única? Muy fuerte todo. Miré a los ojos a Josh… Sus brillantes y cantones ojos azules…

-Josh… Echo de menos a Brent… Ni te lo imaginas…

-Lo sé, yo también…

Me miró apenado, sabía que a él también le sentaba mal el hecho de no estar con Brent, el hecho de que su mejor amigo no estuviera para apoyarlo, Josh no estaba pasando por nada malo ni eso, pero simplemente, al igual que yo, necesitaba a alguien que le apoyara, y realmente solo nos teníamos a nosotros dos y a Lauren. Cerré los ojos y me incorporé mirando al techo, la maldita espalda estaba volviendo a doler, maldita seas asquerosa.

-¿Estás bien?

-Sí… T-Tranquilo… Es… Lo de, de siempre, sí… La espalda… Me duele.

-¿Quieres que llame a Rose?

Reflexioné un poco sobre eso, ¿era necesario? Sí, realmente, lo era.

-Sí… Por favor…

Josh se levantó de un brinco y salió corriendo de la sala, flipaba con lo rápido que había reaccionado, Josh era uno de las mejores personas sobre la faz de la tierra, era tierno, bueno y sobre todo, divertido. Tras unos minutos esperando y casi llorando del dolor llegaron Rose, mis padres y Joshua.

-¿Cariño que sucede?

-Me duele… M-mucho…

Intentaba no tartamudear pero era inevitable, ese dolor era insoportable.

-Tranquila, ya viene el médico con las medicinas.

No… Esas asquerosas medicinas que sabían a mierda no… De todo lo que me pasó en ese sitio lo peor, sin lugar a dudas, fueron las medicinas. Tras un rato apareció el doctor y me dio todo ese montón de pastillas que me dejaron medio grogui, en fin, sobada como un tronco. De ese día no recuerdo nada más, solo que me quedé dormida por culpa de las pastillas y que no pude llamar a Brent, a lo mejor eran cosas del destino, quien sabe.