7. Momentos felices

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Era Domingo por la tarde.

La lluvia era lo único que escuchaba Javier en su casa y para él eso era normal.

Desde que su hermano mayor se había mudado se sentía realmente solo en su casa. Sus padres trabajaban hasta tarde y cuando llegaban era mejor no estar ahí, ambos llegaban a casa no para desquitarse entre ellos, sino, para hacerlo con sus propios hijos, no era con golpes, sino, con insultos y palabras hirientes.

Siempre trató de ser mejor, pensando que así pararían pero ese día nunca llegó.

Desde que su hermano se mudó, sus padres sólo lo tenían a él y por ende todo estaba de mal en peor.

Pero algo bueno salia de su nido de tormentos, podía salir con Mike a la hora que quisiera y podría darse el tiempo de curar aquello que había acumulado durante años.

Se sentía bien pensar que era correspondido, lo pensaba así por las innumerables veces que vio novelas románticas con su hermano mayor para matar el rato un domingo por la tarde, gracias a eso aprendió unas pocas señales para poder pensar que estaba siendo correspondido.
Lo pensaba así porque podía notar como sus ojos brillaban al verlo, por sus discretas, pero no tanto, miradas curiosas y por sobre todo sus leves sonrojos.

Lo hacía feliz pensar que era correspondido, porque, quizás aquello era la solución a los problemas que había cargado por años. Quizás por alguien más que no sea él, podría permitirse arreglar las pocas cosas que pensaba que estaban mal en su vida.

Y quería pensar que Miguel creía lo mismo.

Quería pensar que Miguel creía que él era la persona que lo ayudaría a arreglar lo que sabe que estaba mal en su vida.

Quería pensar que él creía que era tiempo de sanar a pesar de que todo iba a seguir igual.

Javier siempre pensaba en el día en el que aquella linda estrella vuelva a brillar como lo solía hacer.

Tras pensar eso el chico buscó en su mesita de noche su teléfono y en el comenzó a ver las fotos que se habían tomado juntos en el verano.

Una de sus favoritas era en la que Miguel estaba comiendo pastel y tenía la nariz manchada de chocolate, ese día fue el día de su cumpleaños.

Otra era el día en el que fueron a ver las nubes en el parque, antes de tomar la foto todo transcurría como un día normal-especial. Él junto al chico y nada fuera de lo normal, una charla amena bajo la sombra de un árbol y malteadas.
Con él acostado en las piernas del castaño se dispuso a tomar la foto, pero su móvil resbaló haciendo que este caiga en su cara, Miguel de la risa y el impacto  del momento sacó la malteada por la nariz. Ambos reían después de lo ocurrido.

En sus 16 y 17 no había ni un sólo momento feliz en dónde el castaño no participara.
Desde que él llegó a su vida, definitivamente todo fue mejor.

Que más da... "Mis 17" [Mikellino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora