Capítulo 3.

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Alexia.

Otro mediodía más que me levantaba frustrada con mi vida, años atrás no imaginaba algo así, tan rutinario que me hace sentir la persona más amargada en todo el mundo. Me siento tan insulsa y aburrida que hasta siento odio de la mujer que veo en es espejo, se que fue mi decisión quedarme en esta ciudad y no puedo culpar a mi padre de ello, después de todo accedí a ser su sucesora en el negocio aunque él se negaba a qué lo sea, sus años de experiencia en la noche lo habían convertido un poco en lo que tanto odiaba también. Los Soul por naturaleza divina solo sirven para sexo y después estar solos, nadie quiere compartir una vida con una persona que lleva un ritmo diferente a lo normal.

No es normal, vivir de noche y dormir de día.

Esto me hace más vieja, amargada y frustrada conmigo mismo, pero no podía darle el beneficio a mi mamá para que diga el famoso te lo dije, ella nunca estuvo feliz con todo esto y al verme cometer supuestamente los mismos errores que mi padre le molestaba a grandes medidas, la última vez que hablé con ella me afirmó que terminaría siendo una alcohólica que folla con lo primero que encuentra y bueno no estoy lejos de cumplir con su expectativas.

- Buenas tardes - me saluda Nello, nuestro cocinero. - Un poco de fruta, un café cargado y unos huevos revueltos - dice apoyar todo eso delante de mis ojos.

- Gracias, Ne - contesto suspirando mientras bebo un sorbo de mi café.

- Tienes clases de pilates en dos horas - comenta mirando la agenda en su celular. No solo es mi cocinero si no que un excelente organizador de mi vida, tratando de que se amolde a la normalidad esperada.

-No tengo ganas de ir - mascullo observando el enorme ramo de orquídeas en la entrada de la cocina. Ese idiota no entendía las indirectas.

- Recuerda que hacer pilates deja todo en su lugar, sobre todo este trasero - acota dadose una palmada en su trasero.

Ruedo los ojos, hago pilates porque es mi cable a tierra, tomarme ese tiempo para relajarme y concentrarme en esas clases es mi catarsis a mi maldita vida, no voy a negar que deja el cuerpo más flexible y tonificado, pero eso no es el porque llevo años haciendo esa rutinas.

- ¿Otra vez mando cosas? - gruño al acercarme a la mesada dónde está el ramo de orquídeas, una caja de bombones de chocolate y hay una caja negra con un lazo rojo que llama mi atención.

- Ese hombre debe estar minado de dinero, todos los días gastar en esto para que tú lo regales es absurdo - comenta Nello chasquendo la lengua.

- No quiero nada de ese idiota - siseo cabreada.

- ¿Ni siquiera abrirás la otra caja? - me pregunta curioso.

- ¿Para qué? Seguro es alguna joya innecesaria que iré a vender y donar ese dinero a la caridad - acoto bufando.

Desde el momento que llegó a mi vida puso todo pata para arriba, siete años pasaron de la última vez que nos vimos y ahora venía de la nada diciendo que sería su esposa y debía acostumbrarme al hecho de ser su reina, sin dudas ese ruso no está nada bien de la cabeza, estoy a esto de ponerle una orden de alejamiento si sigue jodiendo mi paz como lo hace.

¡Maldito idiota!

- ¡Carajo, Lexie! - chilla Nello al abrir la famosa caja negra.

Frunciendo el ceño me acerco a mirar y un jadeo sale de mi boca al ver lo que ese maldito ruso había mandado, definitivamente estaba más loco de lo que imaginaba, esto superaba todos los límites.

- Para tu descubriendo - leo la tarjeta apretando con fuerza la mandíbula.

¡Lo mato!

- ¿Qué es eso? - pregunta mi padre llegando detrás nuestro.

Imposible Olvidarte (1° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora