Capítulo 9.

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Alexia.

Un jadeo salió de mis labios cuando abrí mis ojos y me encontré durmiendo en los brazos de Gavriel, no voy a negar que la sensación fue maravillosa, pero eso no quita el hecho que anoche el muy bastardo había ordenado que me dejen encerrada, encontrá de mi voluntad hasta que el rey, noten mi sarcasmo, volviera a casa. Estaba furiosa con esto, quería matarlo, me dije que iba a esperarlo para cantarle las mil y una, como siempre todo sale al revés de lo que digo porque terminé dormida en brazos de este jodido mafioso. No soy de dormir con hombres de esta forma, con el único que había hecho algo parecido fue con Ethan y años atrás, ahora solo buscaba de la especie masculina sexo casual, nada más y luego cada quien a su casa, pero este bastardo no se cómo lo hizo que ahora me desperté en sus brazos haciendo que me cabreé bastante más de lo que ya estaba.

¿Cómo terminé durmiendo abrazada a este idiota?

¡Lo odio!

No quiero nada de su mundo en mi vida.

Saliendo de su agarre, me levanté de la cama y voy directo a la puerta para escapar, pero el muy maldito dejo la puerta con llave haciendo que lo odio mucho más, por creerse un rey no significa que lo sea en realidad. Gavriel es un mafioso, el jefe la mafia criminal más grande de toda la historia, es un delincuente que tiene la impunidad porque detrás de él tiene gente que lo sigue en su delirio.

— Si pudiera te mataría — mascullo irritada.

Camino al baño maldiciendo porque había tenido una dosis de este ruso para rato, empezando desde la mañana con esos juguetes sexuales, después con la loca que me secuestró, que terminó degollada ante mis ojos y ahora secuestrada por este hombre que solo me saca de quicio.
Ese gran baño sorprendía, había un cepillo de dientes para mí, algunas cosas que uso diariamente en mi departamento y todo esto me hacía pensar que él me estuvo espiando, cada vez odio más a Gavriel, está sacando mi lado asesino que no tenía idea que estaba en mi interior.

— Juro que te mato — gruño viendo que hasta tenía mi shampoo favorito.

Maldiciendo me quito la ropa, abro la regadera tratando de sacar ese enojo que tenía porque mis horas de meditación se irán al carajo al ver a Gavriel.
Mis pelos de erizan sintiendo una mirada y me giro para encontrarme con sus ojos que me observan con lasciva.

— ¡No me mires! — le grito cubriendo mi cuerpo con las manos.

— Siempre te imaginé desnuda y eres una diosa, mucho más exótica de lo que soñé — habla mirando mi cuerpo mientras se quita su bóxer y entra a la ducha.

— ¡Vete! — exclamo.

— La ducha es bastante grande, además debemos cuidar el medio ambiente — comenta acercándose peligrosamente a dónde estoy. Me negaba a bajar mi vista para observarlo, igual en mi cabeza se aparecía la imagen de su pene que solo causaba una electricidad en mi entrepierna.

— ¿Piensas violarme? — pregunto mirando sus ojos.

Su mano toma mi mentón con fuerza haciendo que lo mire a los ojos. — Jamás te obligaría a hacer algo que tú no quieres. Te dije que el día que mi pene entre en tu vagina será porque lo supliques — sentencia molesto.

— Déjame bañarme sola — le pido.

— Eso no lo haré, además me debes algo — acota con una sonrisa divertida.

— ¿Qué te debo? — inquiero frunciendo mi ceño.

— Me dijiste que si comía todo mi plato en la cena aceptarías mi condición — me recuerda bajando sus ojos para observar mi cuerpo desnudo, no me gastaba en ocultar nada porque él haría lo que quiere, como siempre lo hace.

Imposible Olvidarte (1° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora