El abogado

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Juan el abogado

otro caso había ganado.

No era un abogado honesto

porque siempre abogaba por lo incierto.


Juicios y juicios

muertes y prejuicios.

Eso era lo que llenaba sus bolsillos.

Y lo hacía a costa del pueblo de Hermosillo.


La catrina llego enchilada

porque mucha gente había sido engañada.

- ¡Vámonos Juan!

- Tu momento ha llegado.

- No habrá licenciado

- que te salve de tus estragos.


- No mi flaca

- estás dándome una resaca.

- No creo ir al panteón

- porque aún no estoy viejo y barbón.


- Mi momento no ha llegado

- yo digo que una prorroga me sedas

- y después con calma

- mi sentencia y condena.


La calaba verde se puso

del coraje que éste le impuso.


- Al infierno te llevaré

- para que allá armes alboroto

- y andes con el saco roto.


- ¿Sobornos aceptas?

- Porque puedo hacerte muy buenas ofertas.


La calaca ofendida

un ojo le picó.

una patada en el culo le dio.

De los pies lo amarró

y hasta el infierno lo arrastró.


Ahí el abogado paga sentencias

de todas las injusticias realizadas.

Quiere volver a la vida.

Pero la calaca no le deja dar partida.






Calaveritas literariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora