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Pov.Mae

—¿Qué paso?

—Nada, tenía todo bajo control.

—Tienes los ojos rojos ¿lloraste?

—No, es la alergia. Nos falta una hora y media aún. —Los infectados se fueron a otro lugar, los chicos vieron los cuerpos y los dejaron allí, tomamos las armas y seguimos.

—Se que no estás bien. —Estheban claramente lo sabía.

—Después hablamos de eso. —Tome su mano y seguimos todo el camino así. Hablamos todo el rato y me empecé a pelear con Jeff porque era un soplón.

—Ya córtenle, no fue para tanto.

—Dile eso a ella, no creo que Pussett la quisiera meter a un convento.

—Casi lo hace enserio, le puedes preguntar a mis hermanos, él estuvo a nada de hacerlo.

—Qué fue lo que lo detuvo.

—Que dije algo que no debía frente a las monjas y un acuerdo que había hecho mí padre, pensaron que el demonio había sucumbido mi pobre alma y que estaba perdida.

—¿Qué dijiste? —Estheban me analizaba con la mirada buscando saber algo.

—Puede que haya dicho algo que no debía. Pero no lo hice con la intención de hacer sentir incomodo a nadie, yo los respeto. No creo en las religiones, pero respeto la de los demás. Solo que desde mi punto de vista las cosas son así. Les dije lo que había dicho y me miraron con una cara de que eres o te haces.

—Dejemos esta conversación aquí. Ya entiendo porque no te dejaron entrar.

Faltaba poco para llegar a sí que opte por ponerme la camiseta, estaba completamente sudada al igual que nos demás, estaba roja por el sol. Los demás no tenían absolutamente nada, pero yo parecía un tomate.

Cuando llegamos llame a Robert y bajo a abrirnos, me gusto que me abrazara, pero me dolió. Solté un quejido de dolor y me soltó, me observo de pie a cabeza y se rio de mí.

—Tienes la piel sensible de Amaya. —Yo solo gire los ojos cuando los demás riendo.

—Váyanse a dar un baño, les diré sus habitaciones y hay ropa demás para ustedes. —Un largo baño ayudo a que mi piel dejara de estar tan roja, los seis estábamos en un mismo piso. El aburrimiento me había ganado y decidí ir a la cocina mala decisión. Estaba Michael y Carla comiéndose en el mesón, la lengua de Carla le estaba examinando la garganta. Yo podía jurar desde lo más profundo de mi ser que ella tenía algo con Fred, pero parece que las cosas fueron al revés.

—Creo que esa no es la cena. —Ambos se separaron muy rápido y me miraron con mucha preocupación. —Solo voy a decir dos cosas sobre esto. No lo hagan en lugares públicos porque es asqueroso. La segunda cosa es que yo no vi nada y ustedes tampoco me vieron aquí.

—Perfecto. —Ambos salieron de la cocina corriendo y yo me subí en un banquito para bajar una bolsa de gomitas, obviamente Estheban tenía que guardar las gomitas en donde yo no alcanzara para no comerme todas en un día.

Cuando conseguí mis gomitas me fue comiéndolas con mucho cuidado, si Amaya o Lucas me veían comiéndolas me llamarían la atención ya que primero me tendría que comer la cena.

—Mae, donde está la muestra de sangre. —Lucas me llamo y yo pase la gomita que tenía en la boca y saque mi mano de mi bolsillo.

—La tiene Jeff, voy a pedírsela y te la llevo al laboratorio. —El asintió y fue hacia el laboratorio.

Proyecto: ArlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora