A pesar de lo que pensaba Keigo, el día por ahora no era tan difícil. Lo que le había dicho el chico de pelo blanco era cierto, al menos por ahora, Shoto era un niño bastante sereno y serio, si quería hacer algo lo hacía sin importar lo que estuviera pasando a su alrededor, muy pocas veces le dirigía la palabra al rubio, y cuando lo hacía se refería a el como "Señor Pollo" usualmente lo hacía cuando tenía hambre o no podía hacer algo por x causa.
-Señor Pollo- llamó el niño.
-Ya te dije que mi nombre es Keigo- insistió, pero no había caso.
-Tengo hambre- habló sin importar lo que le había dicho el rubio.
-¿De vuelta? Te acabo de dar de comer hace un rat...- suspiró- Esta bien, ¿Qué quieres comer?- preguntó paciente.
La cara de Shoto de ser una tierna cara seria pasó a ser una sonrisa traviesa- Unas galletas- contestó- Espeficicamente las de allí- señaló la alacena.
-Es "específicamente"- corrigió Keigo- Esta bien- se levantó ya que estaba arrodillado y abrió las alacena, unas galletas rellenas con chocolate estaban ahí, pero algo se le vino a la cabeza- ¿La carta que me dejaron no decía algo de unas galletas?- pensó, pero no lograba recordar el qué- Espera- habló el rubio y se dirigió a la heladera.
Shoto se quedó pendiente de las galletas- Tan cerca, pero tan lejos- pensaba.
Keigo tenía razón, la nota decía algo sobre las galletas- "NO DARLE LAS GALLETAS DE LA ALACENA POR NINGÚN MOTIVO"- leyó- Ehh... Lo siento amiguito, pero tu padre no quiere que...- al dirigirle la mirada a Shoto visualizó como este colgaba de la alacena agarrando el paquete de galletas, en el momento que ambos hacen contacto visual, el niño se suelta cayendo al piso y salió corriendo de la cocina- ¡Eyy! ¡Ven aquí!- gritó Keigo y lo correteó.
Antes de que pudiera agarrarlo, Shoto se encerró en su habitación y puso llave- ¡Abre la puerta!- ordenó el rubio mientras tocaba la puerta- ¡No puedes comer esas galletas!- siguió golpeando la puerta, pero al ver que no recibía respuesta alguna decidió buscar otra alternativa.
Observó a sus alrededores, pero no encontraba una solución nunca había tratado con niños y menos que menos cuando tenía una escena de caprichos- Voy a llamar a tu padre- amenazó, pero no obtuvo respuesta.
-¡El balcón!- pensó- Una idea arriesgada, pero eficiente.
Se metió en la habitación de al lado, al parecer era de una joven por el diseño y los posters en esta, abrió el ventanal y salió al balcón- Te agarré- dijo para sus adentros al ver el balcón de la habitación de Shoto- Solo un pequeño salto- se dio ánimos, pero al mirar para abajo ese "pequeño salto" se alargó demasiado- Bueno, puede que no sea solo un pequeño salto- suspiró- ¡Por Narnia!- gritó y saltó.
Obviamente todo salió mal, nunca llegó al otro balcón, cayó de lleno al piso para su suerte los arbustos frenaron su caída, pero no los raspones en su rostro. Shoto salió al balcón al ver que estaba pasando y lo primero que Keigo visualizó fue la cara del niño repleta de chocolate- Te odio- dijo como últimas palabras antes de cerrar los ojos.
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Se despertó en la sala de un hospital, se podría decir que tuvo suerte que el sistema de salud de su país no haya colapsado todavía y pudo haber sido atendido- ¡Gracias a dios estás vivo!- festejó un chico a su lado, era el mismo que le había hablado en la casa de su jefe- Nunca pensé que mi hermano era un potencial homicida- rió.
Keigo solo sonrió, ya que todo su cuerpo le dolía- No pude evitar que se comiera las galletas- dijo moribundo.
-Valoro tu esfuerzo- el chico le tocó el brazo.
Entró una médica en la habitación y pidió que el chico se vaya, este hizo caso- Nos vemos después- saludó.
-Bien- habló la chica viendo unos papeles que tenía en la mano- Por suerte no tienen ninguna lesión grave, solo fue un golpe que te hizo perder el conocimiento- habló.
-¿Tienen?- preguntó el adolorido confundido.
-Si, el bebé y tu- sonrió la doctora.
Keigo sintió una fuerte presión en el pecho- Bebé- resonó en su cabeza, sintió como su mundo se derrumbaba, las lagrimas comenzaron a acumularse en sus ojos- ¿Segura?- preguntó para asegurarse que no era una terrible pesadilla.
-Si, pero descuida los estudios indican que todo va bien por el momento- respondió carismática.
-¿Puedo estar un momento a solas?- preguntó amable.
La doctora asintió- Como no, cuando estés listo búscame afuera y te daré el alta- se marchó de la habitación.
En el momento que la puerta se cerró rompió en llanto, nunca en su vida se había sentido de esa manera tan vulnerable- ¿Mis estudios? ¿Mi trabajo? ¿Mi vida?- sollozaba sin parar, el había usado protección... ¿O no?- ¡Toya!- se le vino a la cabeza, ¿qué le iba a decir? "Llevamos un mes y ya estoy preñado" siguió llorando desconsoladamente, tampoco sabía como se lo iba a tomar- ¿Y si se marcha?- pensó y nuevamente soltó un sollozo.
Para Keigo todo se había echado a perder y se sentía culpable de todo, se sentía como la peor mierda del universo y en ese momento se odiaba tanto que no soportaba verse al rostro- ¿Y si no lo tengo?- ese pensamiento congeló todos los otros, parando el llanto y el dolor de sus golpes.
Salió de la habitación y le habló a la doctora, esta le dio el alta y se marchó, el chico de pelo blanco se le acercó- ¿Quieres que te lleve?- ofreció.
-No- respondió frío- Voy a ir caminando.
No dejo que el chico dijera otra cosa, ya que solo arrancó a caminar ignorándolo por completo. En el camino a su casa se largó la lluvia, aunque poco le importó, no sentía nada salvo un mal sabor en la boca proveniente del único pensamiento que rondaba en su cabeza. Llegó a su casa empapado y con frío, pero antes de entrar se acordó de algo que le había dicho Toya "Cuando vengas ve a mi casa", dio la media vuelta, se dirigió a la puerta del departamento del alfa y con mucha presión en su pecho tocó la puerta.
-Holaa... ¡Oh dios mío! ¿Qué te pasó?- preguntó Toya sorprendido.
Lo único que le salió a Keigo fue abrazarlo y llorar desconsoladamente, no podía emitir palabra alguna solo llorar...
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Encuarentena2 (DabiHawks) -Omegaverse-
أدب الهواةDos chicos vivían su vida como ninguna otra hasta que un día la pandemia del Covid-19 llegó a su país, ¿que hará nuestro omega favorito encerrado en su departamento por meses? Y aún peor, ¿Teniendo a un alfa de vecino?