Capítulo 3.

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Me muevo y siento la suavidad de las sabanas, sonrió al sentirme tan cómodamente. No recuerdo haberme acostado, me pregunto: <<¿En qué momento llegué a la cama?>>

Un momento.

Abro los ojos rápidamente. Miro a mi alrededor detenidamente y me doy cuenta que no estoy en mi habitación, llevo mi mano a mi frente al sentir una punzada.

Bajo la mirada y observó que tengo puesta otra vestimenta a la que tenía en mis recuerdos. Por lo que veo, llevó una camiseta gris que me llega a mitad del muslo y unos pantalones grises cortos, es poco probable que utilice ropa de este color.

<<Tranquila as>>

¿Cómo es que llegué acá? ¿Acaso esto es el cielo? ¿Dónde están mis amigas?

<<Todo va a estar bien, respira>>

—Tengo que salir de aquí.

—Eso no va a ser posible — Me contesta una voz gruesa, suelto un grito por el susto y miró en dirección a la puerta. Un chico de aproximadamente unos veinticinco años está recargado en la puerta mirándome con una sonrisa.

—Tus ojos — susurro sorprendida mirando esos ojos dos pozos negros.

Me quedo mirándolo sin poder evitarlo, debo mencionar que es apuesto. Mis ojos inevitablemente lo repasan, cabello negro al igual que sus ojos y la ropa que lleva puesta que consiste en una remera y un pantalón largo. Lo más atrayente son sus ojos ¿Así se ven los ángeles? ¿Son tan apuestos? ¿Y tienen esa presencia tan poderosa? Él se da cuenta de que lo examinó. Sonríe de costado y me guiña un ojo haciendo que aparte la mirada, siento mis mejillas calentarse.

Aun no entiendo porque estoy acá, lo último que recuerdo es estar ahogándome y de repente una luz blanca nos cubrió a todas.

—¿Estás bien? — interrogó acercándose a mí y podría jurar que sus ojos destilan preocupación.

—¿Dónde están mis amigas? — le pregunto alarmada.

—Con sus almas.

—¿¡Qué!? — Balbuceó sintiendo mi corazón acogerse — ¿Están muertas?

—No, están con sus parejas.

Creí que estaban muertas — suspiro de alivio. Entonces no estoy muerta. Pero, ¿Qué hago acá? ¿Acaso la cueva era mágica? Algo así como una máquina transportadora.

—Te dije que están con sus almas, no muertas — frunce el ceño confundido.

—¿Puedes llevarme con ellas?

Tengo que verlas y buscar la manera de irnos.

—No.

—¿Por qué? Quiero verlas — exijo.

—Es un viaje muy largo.

—¿Dónde es?

—Nos llevaría dos días ir hasta allá.

—Esto no puede estar pasándome.

Me siento en la cama y paso mi mano por mi cabello. Esto es increíblemente irreal. ¿Cómo pude pasar de estar casi muriéndome a despertar en una habitación de un extraño?

Oigo sus pasos aproximándose a donde estoy.

—Tranquila.

Su cálida mano toca mi hombro, una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo. Alzó la mirada y tragó saliva ante su mirada, es como si pudiera ver a través de mis ojos.

Esto es lo más extraño. ¿Por qué me encuentro tan tranquila? Es como si confiara en él y jamás en mi vida lo vi ¿Y si es un psicópata, y me secuestro y todo lo que recuerdo son alucinaciones por una pastilla o alguna sustancia?

Todo se siente real. Estoy muy confundida. Una persona en mi situación estaría gritando, desesperado y buscando la manera de escapar pero yo me encuentro haciendo todo lo contrario, estoy sentada viéndolo a los ojos como si fueran los únicos en el universo.

Alguien se aclara la garganta interrumpiendo nuestras miradas. Apartó la mirada y la dirijo a dónde provino el sonido.

—Hola — me saluda un chico igual al que tengo al frente, la única diferencia es que a él se le nota un hoyuelo en su sonrisa.

—Gemelos.

—Si — sonríe el gemelo dos, da unos pasos — me presento soy Alex Moon — estira su grande mano en mi dirección. Cuando está por alejarla la tomo.

—Astrid — susurró estrechando su mano.

—Hermoso nombre como su dueña. — sonríe Alex y palmea la espalda de su gemelo —. Él se llama Axel, mi mama fue muy original con nuestros nombres — ríe nervioso o eso creo — que idiota — susurra para sí mismo — debes tener hambre.

Lo miro por unos segundos algo insegura su mano, aplasto mis labios y la aceptó, al tocarla siento la misma corriente que me recorrió con Axel.

<<¿Qué está pasándome?>>

—Tranquila, es normal — me comenta al ver que me quedó mirando nuestras manos unidas.

—¿Normal? — pregunto, extraña.

Asiente con la cabeza.

—Cuando encuentras a tu mate, sientes muchas emociones. La electricidad es una de ellas.

—¿Mate? ¿Qué significa eso?

—Almas gemelas.

—Oh...Espera...¿Qué?

—Primero comes algo y después respondemos todas tus dudas. ¿Hecho?

Vaciló, pero termino aceptando. Quizás ellos puedan responder a todas mis dudas. 

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